Es difícil definir una personalidad cuando sus hechos son extremadamente malos y los comentarios son extremadamente buenos. Claro que los hechos son reales y los comentarios son sospechosos.
Roberto Lenzi, es ese personaje
complejo que en los años 20 fue autor de dos asesinatos y llegó a ser
Comisario.
En 1918 el director del
periódico “La Verdad”, Blas Herlan, se encuentra en el centro de la plaza con
el joven Roberto Lenzi, con quien mantiene una acalorada discusión, que lleva a
que ambos sustraigan sus armas y mutuamente se disparen varios tiros de
revólver, siendo muerto el periodista.
Lenzi, es detenido y al cumplir un mes de cárcel es absuelto
por la justicia. Y el periódico señala que “a las numerosas felicitaciones que
ha recibido el señor Lenzi por la feliz solución del sensible conflicto en que
tuvo que actuar, agregamos las de “La Verdad” que ha esperado serenamente la
alta y buena palabra de la justicia para traducir sus impresiones”.
Es raro, no? Le mataron al Director y felicitan al que lo
mató.
El cura Santiago Trelles en “El
Ideal” en mayo de 1930, cuando Lenzi es nombrado Comisario dice: “Tiene el
señor Lenzi condiciones más que suficientes para el buen desempeño del puesto
que se le ha confiado. Inteligente, con un don de gentes admirable, una cultura
y educación superior y una edad en la que se puede conocer al mundo en la
mayoría de sus facetas. (…) elevamos votos al cielo para que los buenos deseos,
que sabemos inspiran sus actos, no lo dejen ni un momento.”
Parece que los buenos
deseos, en algún momento lo dejaron.
Lenzi por aparentes
cuestiones amorosas persigue y mata en la capilla del Colegio de Hermanas a Claudio
Villanueva.
El Comisario es despedido de
la fuerza, en la que duró solo cinco meses y Trelles, sigue firme su defensa: “Hoy
que el señor Lenzi dejó de ser funcionario, por las razones que son de dominio
público, las que, como es sabido, no afecta a su reputación de hombre y de
funcionario decimos que: Dentro del ambiente envenenado en el que le ha tocado
actuar ha tenido el doble mérito de no contagiarse ni dejarse manosear en la
forma denigrante y vergonzosa en que lo han hecho algunos de sus antecesores y
cuan ejemplarizador, digno y caballeresco el proceder del ex comisario”.
Suma a esa defensa a
empresas locales prestigiosas, días antes de su cesantía le regalaron un auto,
el que, por una de las tantas ironías del destino, no será disfrutado por el
obsequiado. El señor Lenzi al dejar de ser comisario en su pueblo, queda con
una aureola de distinción que no dejaran de proclamar las personas conscientes,
que son las que valen y ha de tener en cuenta para su mayor satisfacción”.
Esto también es raro. Pero
viniendo de Trelles se ajusta a esas posturas extremas que poco tienen que ver
con la religión, porque sus intereses personales, estaban por encima de
cualquier dogma.
Roberto Lenzi, un juarense
que, en su tiempo, entendió donde hay que ubicarse entre quienes manejaban los
hilos del poder, para salir indemne de dos asesinatos. Un personaje que planteó
la duda del policía bueno o el policía malo, un hombre que, seguramente, tiene
otras historias que trataremos de rescatar. -

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