Avenida Alsina 1903 |
Los primeros comercios que existieron en Juárez, pasando
las vías del ferrocarril, fueron el almacén de don Rafael Uranga, donde se
encuentran las instalaciones ferias de la ex Sociedad Rural y la herrería de
Juan Suharret, frente al embarcadero del ferrocarril. En 1893 se fundó el
Molino “El Galileo” que provocó la rápida instalación de un grupo de
pobladores.
La actividad comercial, antes del año 1900, crecía a buen
ritmo. Los hoteles estaban abiertos noche y día durante todo el año, como el de
“
En ese gremio se recuerda a Juan Torres, que edificó el
Hotel Argentino, lugar que ocupa hoy el Colegio de
1907. Hotel Argentino |
En cuanto al señor Beretta, cabe señalar que había llegado
de Milán (Italia) irrumpiendo en el comercio al adquirir la fonda “El Caballito”
en 1891 que dos años después vendiera a Luís Bendotti. Al dejar la actividad
hotelera, Beretta se dedicó al agro y luego a la industria panaderil,
adquiriendo la panadería “
Fue una época de iniciativas comerciales de gran envergadura; los hermanos Ángel y Cayetano Zibecchi fundaron la importantísima casa de comercio que en aquel entonces figuró en primera línea; los señores Lenzi y Frigerio que crearon un emporio comercial; la gran Barraca de frutos del país de Lasalle, Rivas y Puig, entre muchos otros comerciantes.
La característica de los primeros comercios en el pueblo
era su ubicación, preferentemente en las esquinas. Para identificar los lugares
nos vamos a referir con el nombre actual de las calles.
En Libertad y Sarmiento estaba la herrería de Montané, que
luego pasara a propiedad de Pedro Ortustegui y Juan Iranzi y finalmente a José
Graciano. Muller y Lobato tenían almacén en Libertad y Sargento Cabral.
Haciendo cruz (hoy Correo) se ubicaba la tienda de Joaquín Castilla.
Posteriormente se instaló allí el Hotel Central de Juan Tamborín. Frente a éste
Nicolás Ibáñez tenía una fonda, luego se instaló
Hotel Central (Av. Libertad y Moreno) |
En Libertad y Güemes abarcando desde la actual cochera del
residencial Juárez (por Güemes), hasta mitad de cuadra por avenida Libertad, el
Almacén de Ramos Generales de Lenzi y Frigerio. En la misma cuadra se ubicaba
la primera confitería y fábrica de masas de esos tiempos propiedad de los
señores Abrisqueta y Tirolano. Desde la esquina de Libertad y Zibecchi hasta el
actual Club Argentino estaba “
En Las Heras entre Libertad y Alte. Brown, la fábrica de
fideos
En 1898 Agustín Sorrenti inaugura la fábrica y venta de
calzado, al poco tiempo de llegar de su Italia natal. Se especializa en la
fabricación de botas para hombres, logrando rápidamente un prestigio en la
región centro y sur de la provincia, por la calidad de sus productos comparable
a las principales fábricas del país.
Casa Sorrenti |
En la esquina de Urquiza y Alsina, se ubicaba la
talabartería de Germán Fousat. En Alsina y Uruguay (actual sede del club
Alumni) el almacén de los señores Usategui y Lourtet. Enfrente tienda
En Almirante Brown y Urquiza el almacén y tienda de Ángel
Zibecchi y al lado el Colon Chico, una confitería y bar de José Beretta, quien
además era propietario del Hotel Colón, ubicado en la esquina de Urquiza y Maipú.
En Urquiza entre Chacabuco y Alsina
La fonda de Juan Inchausty, llamada “San Juan”, estaba en
Almirante Brown y Sgto. Cabral, luego pasó a ser el Hotel “
Almacén El Sirio de los hermanos Yazigy |
En
Maipú entre Urquiza y Uruguay el hotel XX de Septiembre de Antonio Cardani
(años mas tarde se traslada a la actual Libertad y Suipacha con nuevo
propietario). Sobre Antártida Argentina y 25 de Mayo, se ubicaba la cancha de
pelota paleta de N. Rulé, después se instaló el Hotel España.
En Libertad y Pumará Barraca de José Rivas; después de
Carelli y Brazzola. En Alsina y Gral. Paz Almacén de Juan Di Nillo. La esquina
de Chacabuco y San Juan, carpintería de Fiscalini, luego de Antonio Capellano. Sobre
Chacabuco, entre Uruguay y San Juan, café y billares “El recreo” de Angel
Bassi. Ituzaingo y Alsina, carpintería de Antonio Bobbia. En 25 de Mayo y
Zibecchi, Herrería de Juan Ducós, luego fue carpintería Cittadini.
En la actividad
comercial de entonces se recuerda a Don Marcos Asurabarrena y su fonda, de
amplio prestigio –ubicada en la actual esquina de Alte Brown y C. Zibecchi-. Su
casa jamás le exigió cuentas a sus clientes, pagó o no pagó siempre estuvo con
toda franqueza libre la entrada. Su natural bondad y generosidad le
conquistaron las más amplias simpatías y dondequiera que un juarense llegaba
encontró alguna persona que recordaba a don Marcos con alegría y satisfacción.
Panadería El Molino |
Una de las primeras panaderías del pueblo la instala Pompeo
Proverbio, propietario del “Molino a Vapor y a Viento”, con el nombre de
“Universo”. Tras su fallecimiento en un accidente ferroviario en 1887 se hace
cargo don Hilario Ferro que le pone el nombre de “El Molino”, para en 1909
venderla a Manuel Ferro, Tomas Prada y José Cerda, los que la denominan “
La industria cervecera contó con dos fábricas de cerveza en forma tal vez rudimentaria, pero funcionaron, entre ellas “Los Alpes” (región europea de donde provenía Dionisio Guglielmetti, uno de sus fundadores) que giraba con el rubro Sociedad Guglielmetti, Giansetto y Penzin en 1898, fecha en que Rafael Lioi ingresó como dependiente y al año siguiente en carácter de socio – habían desertado de la firma los señores Guglielmetti y Penzin- e integrándose la sociedad Giansetto y Cia. Los Alpes. En 1913 se retira el último socio fundador y permanece don Rafael Lioi al frente de lo que será la fábrica de soda de la familia que fue la más importante proveedora en la ciudad. También existió la fábrica de cerveza de Zacarías Rigoni, ubicada en la calle San Antonio entre Gral. Paz e Ituzaingó. Los primeros molinos a vapor del sur de la provincia se instalaron en Juárez. Fueron ellos, el de los señores Lenzi y Frigerio y el de Pompeo Proverbio.
Casa Zibecchi
En los albores de la fundación de Juárez aparecen en el escenario los hermanos Luís, Ángel y Cayetano Zibecchi. En 1875 Ángel y Cayetano fundan la casa comercial de primera línea que lleva sus nombres. Un violento incendio destruyó completamente su edificio y mercaderías, debiendo ser prácticamente construido nuevamente. En el giro de su firma tuvo transformaciones siempre bajo el mismo distintivo de Zibecchi. Fueron incorporados a la firma Don Alfonso y Bernardo Taglioretti. Pasaron por sus dependencias Urbano Fernández, José y Pedro Travella, Ambrosio Speroni, Pedro Belhart, José Gioja y Antonio Castelli.
En la fotografía tomada en 1914, frente a Casa Zibecchi, a la derecha observamosAlmacén “
Corría el año 1877 cuando Agustín Reguera adquirió un
modesto almacén al que denominó “
Así se distribuía el comercio aproximadamente hasta 1900. Como
detallamos existía un gran movimiento comercial en el pueblo por esos años.
Muchos hoteles, fondas y comercios de distintos rubros son un indicador de esa
intensa actividad.
Los almacenes de ramos generales, verdaderos emporios de
cuanto se producía, desarrollaban un tráfico intenso, vendiendo y comprando
todo lo que la campaña necesitaba y producía. Los créditos eran anuales y
amplios, por elevados montos, desde luego bien calculados y con severas
sobretasas. Espíritus suspicaces han repetido muchas veces la frase: Ah! si
esas libretas hablaran…!
Los comercios grandes eran algo así como agencias
bancarias, depositarios y custodios de dinero de ventas y ahorros con poco o
ningún interés. Corrían los tiempos en que la palabra dada era un documento.
Eran también en muchos aspectos asesores. Dueño de almacén de ramos generales
era infaliblemente un estanciero en acción o en potencia en breve plazo. Formaron
la otra categoría de estancieros, con mucha habilidad comercial ya que
trasplantaron sus experiencias del mostrador a las estancias.
Almacenes “El Globo”
Fundada
en 1895 por los señores Parada, Bereterbide y Cía., giró por algunos años bajo
su rubro fundador destacándose como uno de los importantes comercios de Juárez.
La firma comercial, años más tarde se transformó en Bereterbide, Sanllorenti y
Cía. que a su vez dio origen a la razón social Sanllorenti Hnos. y Cía. Las
firmas subsiguientes a la fundadora, fueron dando nuevos impulsos al
desenvolvimiento comercial ampliando su campo de acción. Sannllorenti Hnos y
Cía. se transformó en Llargués y Lérida que a su vez dio origen a la firma
Isidro Llargués y Cía, la que a partir del 1 de enero de 1927 la integraron
José Llargués, Aldo G. Basciano, Donato y José Mastrángelo, para finalmente
desde septiembre de 1940, quedar constituida la firma Basciano, Mastrángelo y
Cía. al retirarse José Llargués. Cabe señalar que en la gráfica se muestra la
primera edificación de “El Globo”, la que fue modificada en el año 1931 por un
local más amplio y sobre el cual se construyó el Centro Recreativo Democrático
en la planta superior
El comercio en la
campaña
Los vendedores ambulantes o “mercachifles” recorrían la
campaña haciendo largas tiradas. Vendían generalmente por su propia cuenta y
solían llevar en sus carros hasta cascos de vino. Estos esforzados comerciantes
al por menor rindieron un señalado servicio a puesteros y peones de estancias,
muchos de los cuales pasaban varios meses sin ir al pueblo.
Cayetano Cecilio, Cayetano Durante, Sabino Di Tada, Ángel
D´Auro, Vicente Fittipaldi, Ramón Arias, Miguel Libonati, José Capello, Vicente
Palomieri (alias Chipino), fueron vendedores de estas características. Precisamente
Chipino fue el último vendedor con “cargueros”, lo que significaba llevar la
mercadería en las alforjas del caballo, por no tener un carro, al que luego
pudo acceder.
1915: Fermín Duarte transporte de cereales |
Los carros eran los de estacas, de tres y más estacas, los hubo hasta de 14 que establecían la medida. Sucedieron en el transporte rural a las carretas abiertas y a las con techo (de castillo). Constituyen una etapa en la evolución comercial de fines y de comienzos del siglo XIX; eran un espectáculo cuando venían cargadas de lanas; con sus tiros de diez, doce y catorce caballos, que el conductor emparejaba con singular maestría, valiéndose de sus diestros “cadeneros”, el juego de riendas y el largo látigo con el cual tocaba con precisión y suavidad a los remisos, acompañando las voces de mando con los nombres peculiares que distinguían sus caballadas y circulaban por campos, cortadas y malos caminos, concentrando en la población los productos de la riqueza agropecuaria. Los carros fueron reemplazados por las chatas que agrupadas formaban como aquellas “tropas” a las cuales adjudicaban sus propietarios, muchos nombres femeninos. Estaban siempre bien cuidadas y pintadas ya que habían comenzado a sentir la influencia del transporte automotor. Las chatas quedaron definitivamente relegadas después de 1933, cuando se concretan las grandes carreteras en la región.
Esquinas de campo
Las esquinas de campo, avanzada del comercio, tenían su
radio de acción por motivos de movilidad; las que estaban en el cruce de los
caminos más transitados eran obligadamente punto de parada y descanso. Los
domingos, lugares propicios para las reuniones, carreras cuadreras y otros
juegos, especialmente de naipes a los cuales es tan propenso el criollo. La
mayoría de estas esquinas tenían gran capital, eran almacenes de ramos
generales, reunían sus características y tenían de todo.
En dirección a Azul, ubicamos la esquina de San Juan, El
Luchador y
"El Poleo" de Lafont |
Las
"esquinas" fueron perdiendo vigencia a medida que se extendieron los
pueblos a lo largo del ferrocarril, "su verdadero enemigo". La
fundación de pueblos junto a las vías hacía que la gente se decidiera a
acercarse a ellos para realizar sus compras, las que por lógica conseguían
hacer a mejores precios. Sin dudas el pueblo ofrecía otras ventajas al margen
del aprovisionamiento; la relación con otras personas; salones de reunión y la
estación del tren, un lugar de increíble atractivo donde se desarrollaba gran
parte de la vida social de los lugareños.
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