Una vez ganada las tierras a los indígenas, el país
necesitaba la mano de obra dispuesta a labrar la tierra y obtener los frutos
para que siguiera su marcha el modelo agro exportador. Fue así que el gobierno
impulsó la inmigración, porque uno de los obstáculos era la poca población y
las grandes extensiones.
De
esa ola inmigratoria provenientes de Europa, llegaron a Juárez en su mayoría,
españoles e italianos que se ubicaron en las quintas aledañas al incipiente
pueblo, dándole identidad y conformando lo que era una chacra, en un
barrio. Nos referimos, solamente, a los primeros barrios
que surgieron ya que el progreso los multiplicó y dividió en muchos casos, por
las nuevas características que fueron tomando.
Con
“La Perla” nació el Barrio Zibecchi
El
origen del barrio se remonta alrededor de 1900. Ya en 1887, Don Agustín Reguera
había fundado “La Perla”, almacén de ramos generales que durante más de 80 años
fue centro de referencia del vecindario.
El almacén de Ramos Generales "La Perla" |
Pero la génesis, según los datos aportados por los habitantes, es el lugar donde hoy se levanta la capilla San Roque. Allí inmigrantes italianos que vivían en ese sector de la ciudad, habían construido, en 1916, una especie de santuario donde se reunían a orar y donde veneraban a dicho santo. Por esta razón el barrio es reconocido como San Roque y resulta ajena la denominación “Cayetano Zibecchi”.
Asimismo comparte con el barrio Prado Español, la avenida Urquiza, que por años fue el acceso a Juárez desde Tandil. Además allí se levantan las casas más antiguas de la ciudad. Debido a que en un principio, la estación ferroviaria se ubicaría sobre dicho sector, la población se fue extendiendo hacia allí y las familias de mayores recursos fueron edificando sus casas sobre Urquiza, la que popularmente recibió el nombre de “avenida de los ricos”.
Siempre
estuvo poblado. Aunque no era céntrico, solo dos cuadras lo separan de la
avenida principal. Casi todas las familias que vivían en San Roque, tenían
campo. Los hombres se dedicaban a las tareas agropecuarias, mientras que sus
mujeres e hijos permanecían en el casco urbano.
De “La Perla” solo queda la imagen que ofrece su fachada, expresión del esplendor que alcanzó este almacén. Aunque ya no está, los habitantes conservan el centro de referencia, que sin dudas simboliza la capilla San Roque, origen legítimo del barrio.
La
identidad de Villa España
Es
un barrio con una identidad muy marcada. Quizás uno de los más antiguos; fue
formándose a partir de la llegada de los inmigrantes a nuestro país entre 1880
y 1920. El hecho de compartir las mismas experiencias originó una comunión de
pensamientos.
Familias
españolas e italianas se relacionaron formando una red social de parentesco, de
modo tal que las costumbres se transmitieron de generación en generación,
otorgando al barrio características singulares y muy propias.
En
las quintas del sector sur de la ciudad, con el nombre de Villa España, surge
el barrio que en sus orígenes era más amplio que el actual. Abarcaba los
predios donde hoy se emplazan el barrio “Primavera”, propiedad de los Loguercio
primero y luego de Dorinzi, y el “General Paz” que era de los Romero.
Era
un barrio de inmigrantes españoles e italianos. Los primeros ocupaban el sector
que está detrás de la ruta 86, donde se dedicaban a la fabricación de ladrillos
y los italianos, se extendían en su mayoría en el centro del barrio.
La
primera familia que se radicó en lo que hoy es el barrio Villa España, que
paradójicamente era italiana, fue la de Bernardo Paglini, quien como lo
señalamos en capítulos anteriores puso en marcha su molino harinero en 1865,
dos años antes de la creación del partido. Paglini enviudó y se casó
posteriormente con la hermana de su esposa, con la que tuvo 18 hijos,
conformando la familia más numerosa de la localidad.
Entre
los apellidos fundacionales del barrio se recuerda a Chiavarino, Bossio,
Montaño y San Pedro. También la familia de Martín Illia y Octavia Borghi. Ella
había llegado en 1881 de Italia. Estaban asentados en una quinta de 5 hectáreas
ubicada sobre la actual Av. Salenave. Octavia era la encargada de atender los
partos en el barrio que eran numerosos ya que como veremos los apellidos se
entrecruzan, porque se casaban entre ellos.
En
1890 llega de España Don Francisco Fernández con su esposas y siete hijos,
instalándose en el barrio y cumpliendo tareas de quintero. Sus hijos se ligaron
a la fabricación de ladrillos, ya que a fines del siglo XIX en Villa España
funcionaban dos hornos; el de Manuel Martínez y Andrés Fernández, y el de los
hermanos Laureano y Bernardino Fernández quienes, según se dice, hornearon los
ladrillos para construir el instituto Cayetano Zibecchi. Manuel Martínez fue otro de los inmigrantes españoles que se radicó en
Juárez en 1908 y en Villa España tenía una quinta al fondo de la actual Alvaro
Barros. Don Manuel se dedicó a la fabricación de ladrillos.
En
1912 de España llega José Núñez Martínez, quien comenzó trabajando en el horno
de ladrillos de Manuel Martínez. Posteriormente se asoció con José Alba, Gaspar
Lolo y José Fernández, instalando su propio horno en cercanías del barrio
Pachán. Años más tarde por problemas de salud de deja la actividad y se dedica
al comercio instalando un almacén y despacho de bebidas sobre la actual calle
Alvaro Barros. Gaspar Lolo, otro de los pioneros de
Villa España, arribó a Juárez junto a José Núñez, por lo que sus actividades
fueron comunes hasta la separación del primero, donde forma sociedad con sus
hijos en el horno de ladrillos.
Otra
de las familias que identificaba el barrio fue la de Don Ramón Becco, que en
1926 construye su casa, dedicándose, luego de haber trabajado en El Sol
Argentino de Mariano Roldán, a las tareas de “mercachifle”, que era la venta
ambulante en la zona rural en las zonas de El Luchador y Bunge.
Alrededor
de la década del 30 llegaron las familias Romero, Severino y Andrade. También
Don Ángel Dorinzi que había llegado de Italia en 1914; primero trabajó en
campos de Estación López y posteriormente compra 5 hectáreas en Villa España.
Allí progresó lentamente, siempre de la mano de su oficio de quintero. Su
quinta, trabajada con caballo y arado mancera, era una de las más renombradas
en Juárez por la calidad de sus productos. Para algunos a pesar
de ocupar un territorio amplio, el “verdadero” Villa España es el que se ubica
detrás de la ruta 86.
En
los primeros tiempos no se usaba ir al centro de la ciudad y cuando lo hacían
era en grupos, porque no había luz en las calles, en la avenida Salenave corría
un canal abierto, no había asfalto y recién en la calle General Paz había un
pequeño puente donde comenzaba la iluminación. Los bailes se hacían en las casa
de familia los sábados, y solo iban a bailar al centro cuando se desarrollaban
las Romerías en el Prado Español.
Barrio
El Molino (Lafuente)
En
el área comprendida entre las calles Dolores Blanco, Guglielmetti, Vélez
Sarsfield y Avellaneda se encuentra el hoy denominado barrio Molino, pero en
sus orígenes fue barrio Lafuente. Los archivos consultados dan cuenta que en el
año 1880, existía en ese sector de la ciudad un horno de ladrillos de propiedad
de Mariano Urquiola. El importante número de empleados que tenía provocó que se
instalara lo que se conoció como “La fonda de Urquiola”. Con la llegada del
ferrocarril todo aquello desapareció. Quedaron detrás de las vías terrenos
desnivelados y bajos por la extracción de tierras para el horno y las que se encimaban
para levantar los rieles.
En
el año 1900 los hermanos Mateo y José Lafuente, inmigrantes españoles con una
gran visión y habilidad para los negocios, adquieren una fracción de tierra
arbolada que abarcaría los alrededores del predio donde se ubica hoy el jardín
nº 906. Allí levantaron una casa “tipo estancia”. Una galería con un mural de
un paisaje veneciano circundaba su perímetro. Hacia un costado se podía ver un
molino que abastecía de agua toda la propiedad. Hermosos jardines con frutales
y parquizado con arbustos completaban la finca. Desde allí comenzaron una
ascendente comercialización de ganado, alquilando pequeñas fracciones de campo
donde ubicaban vacunos y lanares que iban adquiriendo. La crisis de 1920 y 1930
incrementaron sus propiedades, ya que muchos productores se vieron obligados a
liquidar sus campos y haciendas y entre los únicos en condiciones de comprar,
estaban los hermanos Lafuente.
Algunos
señalan que la imponente casa de los Lafuente fue expropiada durante el
gobierno de Juan Perón en 1952, otra versión dice que fue donada por sus
dueños. Es en ese lugar donde se instala la Escuela nº 7. También adquirieron
lotes los hermanos Zibecchi, Guglielmetti y la Sociedad Rural de Juárez que
trasladó a ese sector los corrales.
El
primer negocio del barrio fue el almacén “La buena Vista “, propiedad de Rafael
Uranga. Otros posteriores fueron el de Marcos Errozarena, Alí Salim, “El
Quique” de Víctor Lúquez y “El Beduino” de Martín Alí. En 1937 se instala la
Jabonería de la familia Montero en la actual esquina de 25 de Mayo y Av.
Guglielmetti, cumpliendo un importante rol en la economía no solo del barrio
sino de la ciudad. El cierre de la jabonería se produce en el año 1960.
El
Molino Guglielmetti
El
nombre del barrio, como es obvio, identifica a una empresa que acompaña a
Juárez desde 1893. El apellido Guglielmetti, no solo tiene que ver con el
molino, sino con el impulso a la actividad económica, social y cultural, desde
fines del siglo XIX. Los hermanos Bautista y Dionisio
Guglielmetti – señala El Fénix en su suplemento “Desde adentro” - llegaron a
Juárez entre 1885 y 1890. Hasta la fundación del molino, estos inmigrantes
italianos fueron forjando su porvenir y el de su pueblo elegido.
Bautista
siempre fue comerciante y en la actual esquina de Urquiza y Chacabuco instaló
un puesto de frutas y anexos hasta que se asoció con Bernardo Paglini, que era
propietario del primer molino harinero de la zona y el segundo de la provincia.
Tras la disolución de la sociedad a Guglielmetti le tocó el predio de alrededor
de 120 hectáreas donde se ubica actualmente la Terminal de ómnibus. Luego
Bautista habría comprado el terreno donde hoy está emplazado el molino.
Posteriormente,
en el edificio contiguo a la actual Panadería “La Juarense”, los hermanos
Guglielmetti comenzaban con “La Torinesa” un comercio dedicado a la elaboración
y venta de fideos. Esta empresa fue continuada con “El
Galileo”, primitiva denominación que recibió el molino. Dionisio y Bautista
Gugliemetti se asociaron entonces con Ángel y Cayetano Zibecchi, terratenientes
y propietarios de varios negocios de ramos generales en Juárez y otros lugares
de la zona, conformándose la sociedad Guglielmetti hnos. y Zibecchi
Ltda. “El Galileo” se fundó el 1 de noviembre de 1892, pero se fijó como
fecha inaugural el 17 de abril de 1893. La producción inicial era de 50 bolsas
de harina por día.
Don
Bautista era emprendedor, semi aventurero, muy progresista y rápido para los
negocios. Una de las ventajas fue la adquisición de máquinas trilladoras- llegó
a tener un total de doce. Organizó un sistema comercial en el que aglutinó a
chacareros de Chaves, Necochea, Azul, Chillar, conectándose con la colectividad
italiana. Les daba semillas de trigo para que siembren. Pagaba los gastos de
labranza del año y hasta el mantenimiento de la familia. Una vez maduro el
cereal mandaba las hileradoras-segadoras (siempre a caballo) para que
gavillaran e hicieran parvas hasta la llegada de la trilladora. Esta máquina ocupaba
una veintena de hombres desde febrero a abril. Al terminar el ciclo el
chacarero ya estaba arando nuevamente.
El
molino siempre obtenía ganancia. Si algún chacarero quedaba con alguna deuda,
era pagada con el precio que Guglielmetti le fijaba al cereal. Pronto llegó la
tecnificación y la empresa adaptó sus herramientas a la llegada de la energía
eléctrica. En la década del 40 se producían 600 bolsas de harina y 4000 kilos
de fideos por día. La empresa a pesar de los vaivenes económicos del país,
siguió creciendo y hoy está aplicando tecnología de punta, para una ascendente
producción.
El
Parque Taglioretti
No
solo para el barrio Molino es importante, sino para toda la comunidad el Parque
Taglioretti que fue creado por Don Cayetano Zibecchi. Los hermanos Bernardo y
Alfonso Taglioretti, sobrinos de Zibecchi, tras heredar el parque, lo cedieron
a la municipalidad para la instalación de un vivero municipal.
Barrio Prado Español: Las romerías y el progreso
Ante
la proximidad de la llegada del Ferrocarril Sud a Juárez, a fines del siglo
XIX, los ingenieros ingleses realizaron los primeros estudios y mediciones en
la zona que hoy ocupa el Barrio Prado Español. Este hecho fue el puntapié
inicial para que este sector progresara aceleradamente.
Por
otra parte, la entrada al pueblo viniendo de Tandil, fue por años la denominada
avenida San Martín (hoy Urquiza), factor que también influyó en el crecimiento
del vecindario. Lo prueba que sobre esa avenida estaban construidas las mejores
y más costosas casa de la época, y junto a su paralela la avenida Uruguay, eran
las calles más importantes en casas de familia. Ambas avenidas, eran recorridas en el centro por ramblas con palmeras y
canteros con flores, ofreciendo un aspecto más colorido al paisaje urbano. Por
otra parte Urquiza fue escenario de los primeros corsos organizados para las
fiestas de carnaval.
Debido
a que la avenida Urquiza era la entrada del pueblo, en la intersección de esta
con Maipú estaba el Hotel Colón que había sido inaugurado en el
año 1896 o 1899, no hay certeza, que era de propiedad de José
Beretta quien llegaba de Buenos Aires en donde se había iniciado en la
gastronomía. Era un hotel de avanzada para esa época; en lujo y calidad era el
primero secundándolo el Hotel Argentino, que se ubicaba en el actual Colegio
Inmaculada Concepción. Tenía 25 habitaciones, comedor para cien cubiertos y un
palco a dos metros de altura donde se ubicaba una orquesta que sábados y
domingos amenizaba reuniones sociales. Los mozos no manejaban dinero, solo
fichas con la inscripción de la empresa y su equivalente en dinero.
Haciendo
cruz con el Hotel Colón se encontraba uno de los edificios más antiguos del
barrio, el que durante muchos años funcionó el Residencial Coronel, sobre el
que nos referimos en capítulo aparte. En la esquina de Uruguay y Maipú estaba
la fonda de Clemente Mendía, lugar donde se atendía un comedor con servicios
económicamente accesible. Una de las viviendas más antiguas, data
de 1887, es la ubicada en el nº 132 de avenida Uruguay y fue de propiedad de
Palmiro Gatti y Margarita Peroggi.
La
decisión del Ferrocarril del Sud de ubicar la estación en el noroeste del pueblo,
hizo que el barrio perdiera el empuje inicial que recuperó posteriormente
merced a la ruta provincial 74 y la construcción de barrios linderos.
El
Prado Español
Sin
dudas el icono del barrio fue el desaparecido Prado Español. En 1922, la
Sociedad Española de Socorros Mutuos, bajo la presidencia de Sixto Clares,
comenzó los primeros trabajos para la formación del famoso Prado Español, que
serviría a la entidad para realizar fiestas regionales que dieran carácter
popular a la labor social desarrollada hasta entonces. A pesar de que la tarea
se inició con escasos recursos, el entusiasmo de los miembros de la comisión y
el apoyo de toda la colectividad, permitió llegar a feliz término, dice una
crónica de la época.
Se
inauguró en 1924 y estaba ubicado en la manzana comprendida por las calles
Fortabat, Uruguay, San Juan y Mendoza. En el sector que daba a la avenida
Fortabat, se levantaba 50 metros hacia adentro, con definido estilo “morisco”
el salón con capacidad para 300 personas. Estaba perfectamente iluminado.
Conducía hasta él un camino enmarcado por una pérgola cubierta de enredaderas.
Esta partía de la esquina de Uruguay y Fortabat, donde se ubicaba un enorme
portón de hierro trabajado.
En
el centro, resaltaba la presencia de una hermosa glorieta, (foto) techada donde
tocaban los gaiteros en las famosas romerías españolas. Alrededor de la misma
se extendía una pista de baile. Inmensos jardines parquizados con especies
arbóreas de calidad rodeaban el lugar y sobre la manzana trasera había un
espeso monte. Alrededor de los años 70 los tiempos habían cambiado y no se
realizaban más las romerías. La situación de la Sociedad Española, en términos
económicos, era muy compleja por lo que deciden vender el predio a la empresa
J. Charrúa, donde se levantó la planta textil. En realidad se trató de un
canje, ya que la empresa le transfirió a los españoles la propiedad donde
tienen la administración y parte de la planta, en la actual Fortabat entre
Uruguay y Urquiza.
Barrio
Pachán. Domadores y reseros
Enclavado
en el punto más alto de la ciudad se levanta el barrio que nucleó a los
trabajadores rurales, Pachán. A principios del
siglo pasado eran solo chacras destinadas a pastoreo y siembra de alfalfa y
avena. La mayoría de estas tierras eran de propiedad de don Antonio Ferrario,
un italiano laborioso que era conocido por el nombre de “Pachán”, de allí que
esos predios se los conoció como la Loma de Pachán.
Los
únicos vecinos del barrio, o mejor dicho habitantes de la chacra, eran don
Cayetano Di Paola (que tenía también un almacén de ramos generales) y lo
secundaban Domingo Fauret, Félix Sotelo y Pedro Figgini, que en ese entonces
tenía un reparto de leche. Hacia 1905 comienza a
delinearse el barrio. Se fraccionan los terrenos, tarea a cargo de Francisco
Pilheu, siendo el primer loteo el 7 de mayo y el segundo el 18 del mismo mes.
Pero
fue recién en 1909 que se radicó el primer vecino, Miguel Morón con su esposa
Delia Colombo y sus 9 hijos. Luego le siguieron los demás compradores que en su
mayoría eran gente que se dedicaban al trabajo rural: carreros (en aquel
entonces los cereales se transportaban en chatas), domadores, reseros, etc. que
levantaron sus ranchos de adobe. Entre esos primeros residentes se recuerda a
Clementina Filtre de Montenegro, Nicolás Colman y Francisco De Francesco
Los
bailes, musicalizados por una vieja vitrola, que se prolongaban hasta el
amanecer, trascendían el propio barrio y convocaban a jóvenes del centro de la
ciudad. Muchas veces las fiestas terminaban en
enfrentamientos con algunos lesionados. Los duelos criollos estaban a la orden
del día y más de una vez terminaban en tragedias. Se recuerda a algunos
personajes como “Tom Garay”, un hombre cuya estampa y modalidad infundía
respeto y hasta temor, pero en el fondo inofensivo, aunque nunca le faltaba el
facón encima. Otra figura era Ricardo Formigo, domador de profesión a quien
algunos vecinos le atribuían poderes sobrenaturales porque no maltrataba al
caballo y usaba la palabra para domarlos.
En
1922 el barrio da un paso adelante con la habilitación de la Escuela, que
funciona en un edificio donado por Cayetano Zibecchi, siendo su primera
directora Elvira Copello. Dos años después se realiza la conexión eléctrica. El
dueño de esas tierras, Don Antonio Ferrario (Pachán) murió en 1907.
NOTA:
Material compilado con notas de Claudia Ischia del Diario El Fénix y Agustín
Silva de Patria Nuestra.
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