1 jun 2021

Los primeros barrios

Una vez ganada las tierras a los indígenas, el país necesitaba la mano de obra dispuesta a labrar la tierra y obtener los frutos para que siguiera su marcha el modelo agro exportador. Fue así que el gobierno impulsó la inmigración, porque uno de los obstáculos era la poca población y las grandes extensiones.

De esa ola inmigratoria provenientes de Europa, llegaron a Juárez en su mayoría, españoles e italianos que se ubicaron en las quintas aledañas al incipiente pueblo, dándole identidad y conformando lo que era una chacra, en un barrio. Nos referimos, solamente, a los primeros barrios que surgieron ya que el progreso los multiplicó y dividió en muchos casos, por las nuevas características que fueron tomando.

Con “La Perla” nació el Barrio Zibecchi

El origen del barrio se remonta alrededor de 1900. Ya en 1887, Don Agustín Reguera había fundado “La Perla”, almacén de ramos generales que durante más de 80 años fue centro de referencia del vecindario.

El almacén de Ramos Generales "La Perla"

Pero la génesis, según los datos aportados por los habitantes, es el lugar donde hoy se levanta la capilla San Roque. Allí inmigrantes italianos que vivían en ese sector de la ciudad, habían construido, en 1916, una especie de santuario donde se reunían a orar y donde veneraban a dicho santo. Por esta razón el barrio es reconocido como San Roque y resulta ajena la denominación “Cayetano Zibecchi”. 

Asimismo comparte con el barrio Prado Español, la avenida Urquiza, que por años fue el acceso a Juárez desde Tandil. Además allí se levantan las casas más antiguas de la ciudad. Debido a que en un principio, la estación ferroviaria se ubicaría sobre dicho sector, la población se fue extendiendo hacia allí y las familias de mayores recursos fueron edificando sus casas sobre Urquiza, la que popularmente recibió el nombre de “avenida de los ricos”.

Siempre estuvo poblado. Aunque no era céntrico, solo dos cuadras lo separan de la avenida principal. Casi todas las familias que vivían en San Roque, tenían campo. Los hombres se dedicaban a las tareas agropecuarias, mientras que sus mujeres e hijos permanecían en el casco urbano.

De “La Perla” solo queda la imagen que ofrece su fachada, expresión del esplendor que alcanzó este almacén. Aunque ya no está, los habitantes conservan el centro de referencia, que sin dudas simboliza la capilla San Roque, origen legítimo del barrio.

La identidad de Villa España

Es un barrio con una identidad muy marcada. Quizás uno de los más antiguos; fue formándose a partir de la llegada de los inmigrantes a nuestro país entre 1880 y 1920. El hecho de compartir las mismas experiencias originó una comunión de pensamientos.

Familias españolas e italianas se relacionaron formando una red social de parentesco, de modo tal que las costumbres se transmitieron de generación en generación, otorgando al barrio características singulares y muy propias.

En las quintas del sector sur de la ciudad, con el nombre de Villa España, surge el barrio que en sus orígenes era más amplio que el actual. Abarcaba los predios donde hoy se emplazan el barrio “Primavera”, propiedad de los Loguercio primero y luego de Dorinzi, y el “General Paz” que era de los Romero.

Era un barrio de inmigrantes españoles e italianos. Los primeros ocupaban el sector que está detrás de la ruta 86, donde se dedicaban a la fabricación de ladrillos y los italianos, se extendían en su mayoría en el centro del barrio.

La primera familia que se radicó en lo que hoy es el barrio Villa España, que paradójicamente era italiana, fue la de Bernardo Paglini, quien como lo señalamos en capítulos anteriores puso en marcha su molino harinero en 1865, dos años antes de la creación del partido. Paglini enviudó y se casó posteriormente con la hermana de su esposa, con la que tuvo 18 hijos, conformando la familia más numerosa de la localidad.

Entre los apellidos fundacionales del barrio se recuerda a Chiavarino, Bossio, Montaño y San Pedro. También la familia de Martín Illia y Octavia Borghi. Ella había llegado en 1881 de Italia. Estaban asentados en una quinta de 5 hectáreas ubicada sobre la actual Av. Salenave. Octavia era la encargada de atender los partos en el barrio que eran numerosos ya que como veremos los apellidos se entrecruzan, porque se casaban entre ellos.

En 1890 llega de España Don Francisco Fernández con su esposas y siete hijos, instalándose en el barrio y cumpliendo tareas de quintero. Sus hijos se ligaron a la fabricación de ladrillos, ya que a fines del siglo XIX en Villa España funcionaban dos hornos; el de Manuel Martínez y Andrés Fernández, y el de los hermanos Laureano y Bernardino Fernández quienes, según se dice, hornearon los ladrillos para construir el instituto Cayetano Zibecchi. Manuel Martínez fue otro de los inmigrantes españoles que se radicó en Juárez en 1908 y en Villa España tenía una quinta al fondo de la actual Alvaro Barros. Don Manuel se dedicó a la fabricación de ladrillos.

En 1912 de España llega José Núñez Martínez, quien comenzó trabajando en el horno de ladrillos de Manuel Martínez. Posteriormente se asoció con José Alba, Gaspar Lolo y José Fernández, instalando su propio horno en cercanías del barrio Pachán. Años más tarde por problemas de salud de deja la actividad y se dedica al comercio instalando un almacén y despacho de bebidas sobre la actual calle Alvaro Barros. Gaspar Lolo, otro de los pioneros de Villa España, arribó a Juárez junto a José Núñez, por lo que sus actividades fueron comunes hasta la separación del primero, donde forma sociedad con sus hijos en el horno de ladrillos.

Otra de las familias que identificaba el barrio fue la de Don Ramón Becco, que en 1926 construye su casa, dedicándose, luego de haber trabajado en El Sol Argentino de Mariano Roldán, a las tareas de “mercachifle”, que era la venta ambulante en la zona rural en las zonas de El Luchador y Bunge.

Alrededor de la década del 30 llegaron las familias Romero, Severino y Andrade. También Don Ángel Dorinzi que había llegado de Italia en 1914; primero trabajó en campos de Estación López y posteriormente compra 5 hectáreas en Villa España. Allí progresó lentamente, siempre de la mano de su oficio de quintero. Su quinta, trabajada con caballo y arado mancera, era una de las más renombradas en Juárez por la calidad de sus productos. Para algunos a pesar de ocupar un territorio amplio, el “verdadero” Villa España es el que se ubica detrás de la ruta 86.

En los primeros tiempos no se usaba ir al centro de la ciudad y cuando lo hacían era en grupos, porque no había luz en las calles, en la avenida Salenave corría un canal abierto, no había asfalto y recién en la calle General Paz había un pequeño puente donde comenzaba la iluminación. Los bailes se hacían en las casa de familia los sábados, y solo iban a bailar al centro cuando se desarrollaban las Romerías en el Prado Español.

Barrio El Molino (Lafuente)

En el área comprendida entre las calles Dolores Blanco, Guglielmetti, Vélez Sarsfield y Avellaneda se encuentra el hoy denominado barrio Molino, pero en sus orígenes fue barrio Lafuente. Los archivos consultados dan cuenta que en el año 1880, existía en ese sector de la ciudad un horno de ladrillos de propiedad de Mariano Urquiola. El importante número de empleados que tenía provocó que se instalara lo que se conoció como “La fonda de Urquiola”. Con la llegada del ferrocarril todo aquello desapareció. Quedaron detrás de las vías terrenos desnivelados y bajos por la extracción de tierras para el horno y las que se encimaban para levantar los rieles.

En el año 1900 los hermanos Mateo y José Lafuente, inmigrantes españoles con una gran visión y habilidad para los negocios, adquieren una fracción de tierra arbolada que abarcaría los alrededores del predio donde se ubica hoy el jardín nº 906. Allí levantaron una casa “tipo estancia”. Una galería con un mural de un paisaje veneciano circundaba su perímetro. Hacia un costado se podía ver un molino que abastecía de agua toda la propiedad. Hermosos jardines con frutales y parquizado con arbustos completaban la finca. Desde allí comenzaron una ascendente comercialización de ganado, alquilando pequeñas fracciones de campo donde ubicaban vacunos y lanares que iban adquiriendo. La crisis de 1920 y 1930 incrementaron sus propiedades, ya que muchos productores se vieron obligados a liquidar sus campos y haciendas y entre los únicos en condiciones de comprar, estaban los hermanos Lafuente.

Algunos señalan que la imponente casa de los Lafuente fue expropiada durante el gobierno de Juan Perón en 1952, otra versión dice que fue donada por sus dueños. Es en ese lugar donde se instala la Escuela nº 7. También adquirieron lotes los hermanos Zibecchi, Guglielmetti y la Sociedad Rural de Juárez que trasladó a ese sector los corrales.

El primer negocio del barrio fue el almacén “La buena Vista “, propiedad de Rafael Uranga. Otros posteriores fueron el de Marcos Errozarena, Alí Salim, “El Quique” de Víctor Lúquez y “El Beduino” de Martín Alí. En 1937 se instala la Jabonería de la familia Montero en la actual esquina de 25 de Mayo y Av. Guglielmetti, cumpliendo un importante rol en la economía no solo del barrio sino de la ciudad. El cierre de la jabonería se produce en el año 1960.

El Molino Guglielmetti

El nombre del barrio, como es obvio, identifica a una empresa que acompaña a Juárez desde 1893. El apellido Guglielmetti, no solo tiene que ver con el molino, sino con el impulso a la actividad económica, social y cultural, desde fines del siglo XIX. Los hermanos Bautista y Dionisio Guglielmetti – señala El Fénix en su suplemento “Desde adentro” - llegaron a Juárez entre 1885 y 1890. Hasta la fundación del molino, estos inmigrantes italianos fueron forjando su porvenir y el de su pueblo elegido.

Bautista siempre fue comerciante y en la actual esquina de Urquiza y Chacabuco instaló un puesto de frutas y anexos hasta que se asoció con Bernardo Paglini, que era propietario del primer molino harinero de la zona y el segundo de la provincia. Tras la disolución de la sociedad a Guglielmetti le tocó el predio de alrededor de 120 hectáreas donde se ubica actualmente la Terminal de ómnibus. Luego Bautista habría comprado el terreno donde hoy está emplazado el molino.

Posteriormente, en el edificio contiguo a la actual Panadería “La Juarense”, los hermanos Guglielmetti comenzaban con “La Torinesa” un comercio dedicado a la elaboración y venta de fideos. Esta empresa fue continuada con “El Galileo”, primitiva denominación que recibió el molino. Dionisio y Bautista Gugliemetti se asociaron entonces con Ángel y Cayetano Zibecchi, terratenientes y propietarios de varios negocios de ramos generales en Juárez y otros lugares de la zona, conformándose la sociedad Guglielmetti hnos. y Zibecchi Ltda. “El Galileo” se fundó el 1 de noviembre de 1892, pero se fijó como fecha inaugural el 17 de abril de 1893. La producción inicial era de 50 bolsas de harina por día.

Don Bautista era emprendedor, semi aventurero, muy progresista y rápido para los negocios. Una de las ventajas fue la adquisición de máquinas trilladoras- llegó a tener un total de doce. Organizó un sistema comercial en el que aglutinó a chacareros de Chaves, Necochea, Azul, Chillar, conectándose con la colectividad italiana. Les daba semillas de trigo para que siembren. Pagaba los gastos de labranza del año y hasta el mantenimiento de la familia. Una vez maduro el cereal mandaba las hileradoras-segadoras (siempre a caballo) para que gavillaran e hicieran parvas hasta la llegada de la trilladora. Esta máquina ocupaba una veintena de hombres desde febrero a abril. Al terminar el ciclo el chacarero ya estaba arando nuevamente.

El molino siempre obtenía ganancia. Si algún chacarero quedaba con alguna deuda, era pagada con el precio que Guglielmetti le fijaba al cereal. Pronto llegó la tecnificación y la empresa adaptó sus herramientas a la llegada de la energía eléctrica. En la década del 40 se producían 600 bolsas de harina y 4000 kilos de fideos por día. La empresa a pesar de los vaivenes económicos del país, siguió creciendo y hoy está aplicando tecnología de punta, para una ascendente producción.

El Parque Taglioretti

No solo para el barrio Molino es importante, sino para toda la comunidad el Parque Taglioretti que fue creado por Don Cayetano Zibecchi. Los hermanos Bernardo y Alfonso Taglioretti, sobrinos de Zibecchi, tras heredar el parque, lo cedieron a la municipalidad para la instalación de un vivero municipal.

Barrio Prado Español: Las romerías y el progreso

Ante la proximidad de la llegada del Ferrocarril Sud a Juárez, a fines del siglo XIX, los ingenieros ingleses realizaron los primeros estudios y mediciones en la zona que hoy ocupa el Barrio Prado Español. Este hecho fue el puntapié inicial para que este sector progresara aceleradamente.

Por otra parte, la entrada al pueblo viniendo de Tandil, fue por años la denominada avenida San Martín (hoy Urquiza), factor que también influyó en el crecimiento del vecindario. Lo prueba que sobre esa avenida estaban construidas las mejores y más costosas casa de la época, y junto a su paralela la avenida Uruguay, eran las calles más importantes en casas de familia. Ambas avenidas, eran recorridas en el centro por ramblas con palmeras y canteros con flores, ofreciendo un aspecto más colorido al paisaje urbano. Por otra parte Urquiza fue escenario de los primeros corsos organizados para las fiestas de carnaval.

Debido a que la avenida Urquiza era la entrada del pueblo, en la intersección de esta con Maipú estaba el Hotel Colón que había sido inaugurado en el año  1896 o 1899, no hay certeza, que era de propiedad de José Beretta quien llegaba de Buenos Aires en donde se había iniciado en la gastronomía. Era un hotel de avanzada para esa época; en lujo y calidad era el primero secundándolo el Hotel Argentino, que se ubicaba en el actual Colegio Inmaculada Concepción. Tenía 25 habitaciones, comedor para cien cubiertos y un palco a dos metros de altura donde se ubicaba una orquesta que sábados y domingos amenizaba reuniones sociales. Los mozos no manejaban dinero, solo fichas con la inscripción de la empresa y su equivalente en dinero.

Haciendo cruz con el Hotel Colón se encontraba uno de los edificios más antiguos del barrio, el que durante muchos años funcionó el Residencial Coronel, sobre el que nos referimos en capítulo aparte. En la esquina de Uruguay y Maipú estaba la fonda de Clemente Mendía, lugar donde se atendía un comedor con servicios económicamente accesible. Una de las viviendas más antiguas, data de 1887, es la ubicada en el nº 132 de avenida Uruguay y fue de propiedad de Palmiro Gatti y Margarita Peroggi.

La decisión del Ferrocarril del Sud de ubicar la estación en el noroeste del pueblo, hizo que el barrio perdiera el empuje inicial que recuperó posteriormente merced a la ruta provincial 74 y la construcción de barrios linderos.

 El Prado Español

Sin dudas el icono del barrio fue el desaparecido Prado Español. En 1922, la Sociedad Española de Socorros Mutuos, bajo la presidencia de Sixto Clares, comenzó los primeros trabajos para la formación del famoso Prado Español, que serviría a la entidad para realizar fiestas regionales que dieran carácter popular a la labor social desarrollada hasta entonces. A pesar de que la tarea se inició con escasos recursos, el entusiasmo de los miembros de la comisión y el apoyo de toda la colectividad, permitió llegar a feliz término, dice una crónica de la época.

Se inauguró en 1924 y estaba ubicado en la manzana comprendida por las calles Fortabat, Uruguay, San Juan y Mendoza. En el sector que daba a la avenida Fortabat, se levantaba 50 metros hacia adentro, con definido estilo “morisco” el salón con capacidad para 300 personas. Estaba perfectamente iluminado. Conducía hasta él un camino enmarcado por una pérgola cubierta de enredaderas. Esta partía de la esquina de Uruguay y Fortabat, donde se ubicaba un enorme portón de hierro trabajado.

En el centro, resaltaba la presencia de una hermosa glorieta, (foto) techada donde tocaban los gaiteros en las famosas romerías españolas. Alrededor de la misma se extendía una pista de baile. Inmensos jardines parquizados con especies arbóreas de calidad rodeaban el lugar y sobre la manzana trasera había un espeso monte. Alrededor de los años 70 los tiempos habían cambiado y no se realizaban más las romerías. La situación de la Sociedad Española, en términos económicos, era muy compleja por lo que deciden vender el predio a la empresa J. Charrúa, donde se levantó la planta textil. En realidad se trató de un canje, ya que la empresa le transfirió a los españoles la propiedad donde tienen la administración y parte de la planta, en la actual Fortabat entre Uruguay y Urquiza. 

Barrio Pachán. Domadores y reseros

Enclavado en el punto más alto de la ciudad se levanta el barrio que nucleó a los trabajadores rurales, Pachán. A principios del siglo pasado eran solo chacras destinadas a pastoreo y siembra de alfalfa y avena. La mayoría de estas tierras eran de propiedad de don Antonio Ferrario, un italiano laborioso que era conocido por el nombre de “Pachán”, de allí que esos predios se los conoció como la Loma de Pachán.

Los únicos vecinos del barrio, o mejor dicho habitantes de la chacra, eran don Cayetano Di Paola (que tenía también un almacén de ramos generales) y lo secundaban Domingo Fauret, Félix Sotelo y Pedro Figgini, que en ese entonces tenía un reparto de leche. Hacia 1905 comienza a delinearse el barrio. Se fraccionan los terrenos, tarea a cargo de Francisco Pilheu, siendo el primer loteo el 7 de mayo y el segundo el 18 del mismo mes.

Pero fue recién en 1909 que se radicó el primer vecino, Miguel Morón con su esposa Delia Colombo y sus 9 hijos. Luego le siguieron los demás compradores que en su mayoría eran gente que se dedicaban al trabajo rural: carreros (en aquel entonces los cereales se transportaban en chatas), domadores, reseros, etc. que levantaron sus ranchos de adobe. Entre esos primeros residentes se recuerda a Clementina Filtre de Montenegro, Nicolás Colman y Francisco De Francesco

Los bailes, musicalizados por una vieja vitrola, que se prolongaban hasta el amanecer, trascendían el propio barrio y convocaban a jóvenes del centro de la ciudad. Muchas veces las fiestas terminaban en enfrentamientos con algunos lesionados. Los duelos criollos estaban a la orden del día y más de una vez terminaban en tragedias. Se recuerda a algunos personajes como “Tom Garay”, un hombre cuya estampa y modalidad infundía respeto y hasta temor, pero en el fondo inofensivo, aunque nunca le faltaba el facón encima. Otra figura era Ricardo Formigo, domador de profesión a quien algunos vecinos le atribuían poderes sobrenaturales porque no maltrataba al caballo y usaba la palabra para domarlos.

En 1922 el barrio da un paso adelante con la habilitación de la Escuela, que funciona en un edificio donado por Cayetano Zibecchi, siendo su primera directora Elvira Copello. Dos años después se realiza la conexión eléctrica. El dueño de esas tierras, Don Antonio Ferrario (Pachán) murió en 1907. 

NOTA: Material compilado con notas de Claudia Ischia del Diario El Fénix y Agustín Silva de Patria Nuestra.





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