Se podrían narrar de Trelles miles de episodios, a cuales más inauditos y aparentemente inverosímiles, pero que fueron protagonizados por él. Hasta sus hombres más cercanos eran críticos de su personalidad: “No tenía paz con nadie. Era un hombre muy difícil, reaccionaba con mucha vehemencia”, decían sus colaboradores.
El diario Crónica
lo describía como un hombre “Fuerte, grandote, medía
Botana habla de Trelles
Helvio Botana,
hijo de quien fuera el fundador del Diario Crítica (Natalio Botana), en su
libro “Memorias” reconstruye episodios de la vida del cura Santiago Trelles. El
autor refiriéndose a un momento especial en su vida comenta que sintió la
necesidad espiritual de acercarse a Dios.
Dice Botana: “Precisaba
un cura a mi medida y así fue como una madrugada llamé al pueblo de Juárez al
cura Santiago Trelles, jugador, borracho y pendenciero; pero santo. Más que
santo, humano. Me quiso convencer que debía buscar algo de mayor jerarquía, por
lo menos un obispo. Nos “carajeamos” de lo lindo. Finalmente convino que dada
mi humanidad tan conflictuada era lógico que quisiera entrar por la puerta de
servicio”.
“Gastó minutos en
preparar su valija y en tiempo record vino a la capital. Quiso bautizarme en El
Salvador, pues yo tenía y tengo por San Ignacio de Loyola una profunda
admiración heredada por las charlas que tuve con mi padre. Ignoraba que no era
Parroquia y tuve que aceptar
“Don Santiago Trelles – dice Botana- era un
cura gallego dueño, por herencia, del célebre balneario “
“Un solo ambiente
dividido en dos por una cortina de bolsas de arpillera. Delante había un
pobrísimo altar. Corrió la cortina donde había un catre con una viejita que
dormía en él y en un rincón frente a una hornalla hecha con latas de kerosén,
un viejito de sotana cocinaba dos chorizos.
Don Santiago no
miró hacia el catre sino que se dirigió al viejo, preguntándole qué hacía, y la
respuesta fue que dos chorizos, porque era lo más barato que había, dos por
cinco centavos.
Trelles lo cobijó
bajo su brazo y en el sulky lo llevó a comer al pueblo. Se emborrachó con él y
le dejó unos pesos para que se hiciera otro rancho. El informe que presentó
decía: “Si quieren que un viejo no se caliente con culos mándele frazadas”.
Empresario y “burrero”
Santiago Luís
Trelles, era doctor en Derecho Canónico y hombre de negocios prácticos como
socio accionista de un sanatorio, una compañía de transportes, una empresa de
arcilla y de un tradicional hotel de
Tenía también
caballos de carrera que lo montaban prestigiosos jockey de los hipódromos
capitalinos. Elías “Yacaré” Antúnez, figura importante del turf que
en 1937/38, era amigo de Trelles, y su jockey preferido. El recordado Enrique
Stramazzo nos contó que en una oportunidad en que Antúnez había ganado una
carrera, en la que había apostado el cura a su caballo, llama a la parroquia en
momentos en que estaban almorzando Trelles y sus amigos. Tras saludarlo y
comentar el triunfo, Antúnez le pide a Stramazzo que le diga al cura que no les
sirva el vino con la botella cubierta (la trampa era que no quería que supieran
que el vino que él tomaba era de una calidad superior), a lo que Trelles
responde: “Dile a Antúnez que se vaya a la puta que lo parió”.
El Obispo le
recriminó que era carrerista y el cura le respondió. “¿Quién le ha dicho que es
pecado?, es un silicio no se acierta ninguno”.
La relación de
Trelles con el dinero no era la habitual de un sacerdote. Antonio Glorioso,
(Director del diario Tribuna) en los estrados judiciales afirmó que “en la
época de más aguda crisis ejecutó a quienes tenían hipotecados campos y
propiedades, con acumulación de intereses sobre intereses con un afán digno del
más crudo materialismo comercial. Hay constancia en los tribunales de esta
ciudad. Un sacerdote dedicado a los negocios de la especulación con la usura es
una flagrante inmoralidad que no tiene precedentes”.
Caso Saibene
Fue muy comentado
el enfrentamiento con el Dr. Miguel Saibene. “Anduvo en mil entreveros -
escribe Botana - , pero nunca contra canon alguno de
“Uno solo le tocó;
pegó en el botón de acero de su cuello postizo, resbaló por el cuello duro y le
penetró bajo la piel de la nuca, de donde Don Santiago se la sacó de un tirón.
“Acudí a verlo y lo encontré muy triste, pues consideraba ese hecho como un
llamado de atención para la expiación de sus pecados, y luego de un momento de
reflexión comentó “y me tiró estando yo desarmado”.
La de Botana es la
versión de los hechos dada por Trelles; en el pueblo había muchos rumores, no
obstante el más veraz es encuadrar la disputa en un problema de carácter
religioso, puesto que el hermano de Saibene era sacerdote y las influencias de
Trelles habrían afectado su carrera, por lo que intentó una venganza. El grave
suceso ocurrió, cuando el odontólogo fue a la casa de Trelles, ubicada en
Belgrano y M. Roldán y le disparó un tiro.
La información
policial señalaba que el Dr. Saibene había concurrido en horas del mediodía al
domicilio del sacerdote y que “al llamar a la puerta fue atendido por el cura
Trelles, produciéndose inmediatamente varias detonaciones de armas de fuego”.
Agrega que el cura fue conducido al sanatorio, donde se constata una herida de
bala en el cuello con orificio de salida. Ante la autoridad policial, Saibene
manifestó que al concurrir a la casa del cura por un cuestión personal, le
apuntó con un revolver hizo disparos con alguno de los cuales lesionó a
Trelles, agregando que el cura también usó su revolver sin dar en el blanco.
Saibene fue
detenido al igual que el chofer de Trelles, Miguel Finelli, porque también
habría efectuado disparos contra el odontólogo.
La crónica
periodística del diario Tribuna, cataloga el hecho como “… un episodio de los
tantos en que la figura central ha sido la del nombrado fraile. La población de
Juárez ya no se hace cruces por los acontecimientos que provoca el personaje,
se ha resignado a aceptarlo tal como es, con su mentalidad y con su
temperamento…”
Contra los socialistas y otros…
Para Trelles, si había un enemigo que estaba
bien definido era el Partido Socialista. Ya cuando lanza su periódico “El
Ideal”, afirmaba que estaba abierto a todos los sectores de la comunidad, pero
no a los socialistas a quienes consideraba “un partido esencialmente
antirreligioso, lo que nos pone en el imprescindible deber de combatirlos sin
tregua ni descanso, frente a frente”.
En un acto del
socialismo juarense, se subió al palco en la esquina de Giarratano (Chacabuco y
Urquiza), e hizo una arenga en contra por lo que lo bajaron a empujones y le
dieron un culatazo con un revolver; se fue caminando y sangrando hasta el
sanatorio gritando “Coño, esta es la sangre de Cristo”.
Otra de las
afirmaciones de Helvio Botana en su libro, es la que hace referencia a sus
andadas por Buenos Aires, donde también su comportamiento no era el habitual de
un sacerdote: “Don Santiago a veces solía andar “calzado”. Fue así que al salir
del restaurant “El Tropezón” de la calle Callao, vio venir una manifestación
socialista encabezada por don Alfredo Palacios. Sacó un revólver, empuñó su
paraguas y a tiros y paraguazos él solito la disolvió”.
En su periódico El
Ideal, también criticaba con fuerte tono a la dirigencia peronista, lo que le
valió un violento altercado con el entonces senador Eduardo Carvajal. “Era a la
vez simpático e inteligente. Sabía escribir pero no sabía moderarse, lo que le
valió tres juicios, provocados por él e iniciados por él y que paradójicamente,
se rotulaban “querella por calumnias e injurias” señalaba Carvajal.
Era hombre del
caudillo Pedro Díaz Pumará, pero alguna vez también lo enfrentó. En 1940 sacó
al Comisario Eulogio Bengochea y lo puso de Comisionado Municipal.
Según sectores de
la prensa local, a la muerte del caudillo Pumará, Trelles acarició la ilusión
de instituirse en su heredero político. Este es el origen del divorcio con las
autoridades oficialistas de Juárez. “El Intendente – decía Tribuna - con la
solidaridad de sus amigos políticos pusieron un dique a sus pretensiones. Por
eso lo ha difamado en periódicos y desde el púlpito, por eso lo ha llamado
comunista; por eso agravió con un desaire a su señora esposa en ocasión de una
ceremonia pública”.
El Templo en llamas
El incendio de
Sí, se denunciaron
anomalías en el manejo de fondos para la reconstrucción del Templo. Tribuna afirmaba
que Trelles “se había distanciado de la honorable comisión vecinal (que
recaudaba el dinero), en virtud de que con turbios propósitos, logró manejar la
faz económica, sin rendir cuentas de entradas y salidas. En uno de sus
cáusticos sermones criticó, con nombre y apellido, a un vecino que había
propuesto que la lista de contribuyentes para reconstruir la iglesia sea
encabezada por Trelles que era un fraile millonario.
Cuando tenía preso
a algún amigo, generalmente por problemas políticos, el cura los visitaba y les
llevaba una botella de whisky escondida bajo la sotana. Un día lo descubrieron
y armó un verdadero revuelo en
Más que Procesión, un calvario
Las técnicas para
sumar feligreses mostraban un carácter compulsivo. Eran famosas las actitudes
de Trelles durante la procesión por las calles del pueblo, ya que a los
empujones sumaba a los espectadores de la manifestación religiosa, en donde más
de una vez terminaba en una pelea. Un oficial de policía al verlo actuar dijo
“este cura se equivocó de carrera, debió ser policía”.
También dentro del
templo imponía sus reglas. Para evitar que los fieles, escandalizados por sus
sermones huyeran despavoridos, antes de empezar la misa, clausuraba la puerta
de salida del templo, para evitar el desbande de damas y niñas.
El cuadro
tarifario de sus oficios religiosos no era para cualquiera. Afirman que se
registraron casos de tres mil pesos por un funeral, mil pesos por una misa, lo
que motivaran la protesta de familias de acendrada fe católica y que eran
sostenedores morales y materiales de la iglesia.
No lo podían echar
Trelles tenía
relaciones políticas muy grandes a nivel nacional y también en
Estos
cuestionamientos que le hacía la comunidad a la conducción del sacerdote,
motivó que el Obispo enviara un delegado para inspeccionar su conducta.
“Trelles –cuenta Botana- lo recibió con una gran fiesta con baile, donde vuelto
a su inocencia juvenil, bailó jotas y muñeiras. Como el prelado inspector se
retirara indignado, se esforzó en convencerlo que no había nada de pecaminoso
en lo que hacía. En ese momento cayó en la tentación, debido a que debía bajar
los escalones y ante tan buena posición no pudo menos que pegarle una soberana
patada en el culo”.
Trelles se llevaba mal con Tribuna
La particular
forma de ejercer la tarea pastoral, llevaba al Padre Santiago Trelles a
permanentes enfrentamientos y conflictos. Las críticas de la prensa, en este
caso el Diario Tribuna, lo pusieron de mal humor llegando a iniciar un juicio
por calumnias e injurias al director de ese medio Don Antonio Glorioso, quien
en su defensa ante la justicia, disparó duras acusaciones contra el sacerdote,
que plasmó en su publicación del 5 de agosto de 1937.
“Censuramos al
fraile Trelles, -decía el periodista- cuando en su último viaje a España, con
esplendidez de millonario, en un diario de Galicia afrentaba a la sociedad de
Juárez en un reportaje y a la que trataba poco menos que integrada por entes
inferiores y deformados espiritual y moralmente”.
“… cuando con arrestos de Moreira tenía, con
el Jesús en la boca, a los buenos y pacíficos frailes que impartían educación
en el Colegio de
“… cuando doña María Guibelalbe de Balderrain
le confió cinco mil pesos para obras de caridad evangélica y se apropió de
ellos, al destinarlo al colegio San José de su propiedad, un colegio que
careció siempre de disciplina y eficacia educativa, tanto que desapareció sin
pena ni gloria por falta de alumnos”.
“… porque su mentalidad lo lleva a presuponer
que por un plato de lentejas se pueden corromper conciencias. A su mesa ha
sentado y sienta personas con ese fin que, al conocer los sombríos propósitos
se han distanciado y lo han censurado agriamente”.
“… cuando en
ocasión de de la visita a Juárez de Monseñor Cesar Cáneva, asumió actitudes
anarquizantes con toda la honorable comisión vecinal a quien no pudo supeditar
a sus descabellados y antojadizos caprichos y con la cual se distanció en forma
irreconciliables”.
“Por estas ya fundadas razones y por otras de
carácter privado que me reservo ya que no quiero perturbar la paz espiritual de
personas de Juárez con las cuales comparto una vida de vínculos afectivos y
cordiales, por todo esto señor Juez, lo hemos censurado” concluyó Glorioso.
El Cura Trelles espía de Perón
Sorprende un
artículo aparecido en el diario Crónica, de la capital federal, en su edición
del 2 de marzo de 1982, bajo el título “El heroico sacerdote que hizo de espía
para que Perón intentara tener la bomba atómica”. La nota señala que el
Presidente Juan Domingo Perón, buscaba su propia salida estratégica
equidistante de los dos imperialismos crecientes. La llamada “Tercera posición”
propagada por Buenos Aires, molestaba a los Estados Unidos porque podía
contagiar a otros países de América Latina.
Perón analizó
varias fichas de científicos germanos, los pocos que quedaban fuera de las
manos de Moscú y las de Washington. Un austriaco le llamó la atención: Ronald
Richter, investigador sobre la energía termonuclear, quien entonces viajaba de
Inglaterra hasta Holanda con visitas esporádicas a Berlín. Los británicos no
sabían qué hacer con tantos científicos germanos. Buscaban su propia bomba
atómica como salvaguarda de su decaído imperio, pero carecían de los mejores
expertos, que ya estaba en manos de los norteamericanos y los rusos.
La nota afirma que
Perón ordenó a uno de sus ayudantes: “¡Vaya hasta Juárez y tráigame al Padre
Trelles! Es un cura grandote y dueño de una tozudez muy asturiana. ¡Tenga, aquí
está la orden firmada y sellada!” Santiago Luís Trelles era el vicario de
Juárez.
Un mensajero de
En la residencia
presidencial de Las Heras y Austria, Perón recibió a su amigo sacerdote y junto
a un ex agente se encerraron en su escritorio. El General le explicó que tenía
necesidad de que viajara a Francia, para buscar a un par de sabios y
protegerlos, dado que como sacerdote no tenía antecedentes en los servicios de
Inteligencia de los Aliados, podía moverse bajo el factor sorpresa, única
ventaja de que una nación no desarrollada podía darse el lujo ante las
poderosas organizaciones de los Estados Unidos y Gran Bretaña.
El padre Trelles regresó
a Juárez, arregló sus cosas y volvió a Buenos Aires para entrevistarse con
Perón por segunda vez. El Presidente le dio una serie de instrucciones, dinero,
pasajes en barco para Francia y luego una carta credencial que decía en letras
de oro: “A todo el cuerpo consular y diplomático argentino en el extranjero.
Debe darse al presbítero, doctor Santiago Luís Trelles todo lo que necesite,
pida y exija en cumplimiento de su misión que le ha sido encomendada por este
gobierno”. La credencial no iba firmada por el canciller, sino por el propio
General Perón.
Misión “Ave Fénix”
Perón le presentó
al cura dos germanos. Uno de ellos hablaba correctamente el castellano, el otro
utilizaba media lengua en español y francés, pero el padre Trelles conocía la
lengua de Voltaire lo suficiente para entenderse.
En Dresden los
recibió un contacto que les indicó las direcciones de los sabios germanos (eran
cuatro) y luego los dos agentes y el cura siguieron hacia Francia. Una vez en
París, el padre Trelles se acercó a
“Una vez en la
capital de Brasil, el diplomático argentino conversó con el cura-agente y
decidieron, dada la vigilancia cada vez más estrecha del Departamento de Estado
y el FBI que tenía su central en Río, salir inmediatamente lejos del alcance de
los espías yanquis. En el puerto los esperaba el barco Río Tercero, de la
empresa de Dodero, con un agente del gobierno argentino. De pronto el cura
Trelles vio a varios hombres (del FBI) cerca de la escalerilla. Hombre de
decisiones rápidas, el cura gritó: “A la carga!”,y empujando a los cinco
“sacerdotes” hacia el barco, empezó a repartir trompadas rápidamente. Los
agentes del FBI quedaron en el suelo con sus rostros ensangrentados. El
embajador asustado salió presuroso en su automóvil. Jamás había visto nada
igual…”
La misión “Ave
Fénix” había culminado. El sacerdote regresó a su pueblo bonaerense y las
anécdotas se acumularon sobre su persona. Tenía demasiada personalidad y físico
para poder disimular su vida”, concluye diciendo la nota de Crónica.
Un
triste final
En 1952 se fue de
Juárez. En el ocaso de esa vida de desencuentros, comenzó su ruina; viejo,
artero esclerótico, fue separado de su parroquia, de su casa, ya totalmente
arruinado. En plena miseria fue protegido por un rematador que lo dejaba dormir
en un sillón del escritorio.
De día andaba con
su sotana raída y sucia por los boliches de Buenos Aires “pechando” para sus
copas. Apoyado en su bastón, caminando a desesperantes pasitos cortos de un
boliche a otro, donde por las copas, para burlarse de él, le exigían que
zapateara. Lo hacía apoyado entre dos sillas, con los ojos llorosos por el
senil esfuerzo, pero siempre sonriente, hasta que murió.
Santiago Trelles con Eduardo Carvajal y trabajadores rurales |
El periodista Eduardo
Carvajal, lo definió como un hombre que “nació y murió polemizando y no de
cuestiones religiosas, sino sobre cosas y hechos de lo más insólitos, lo que
pintaba de cuerpo entero la personalidad de Trelles que, indudablemente, había
errado el camino al seguir la carrera sacerdotal, motivo de su constante
perturbación mental. La primera e interminable polémica, la tuvo consigo mismo.
Y murió sin haber acuerdo en su espíritu. La rebeldía le nacía por todos
lados”.
Helvio Botana,
arrepentido por “haber pagado mal su amistad”, en sus “Memorias” afirma que a
Trelles “nunca le importó el dinero, pero sí el afecto y la ternura que le
negué. Cuando murió, la gran puerta se abrió y entró bailando al cielo,
sobrepasando estrellas, en cada paso marcado por el ritmo de las jotas y las
gaitas divinales”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario