12 jun 2021

El Campo

La ganadería y la agricultura fueron las fuentes esenciales de riqueza de nuestro partido, rubros en los que evolucionó a través del tiempo en forma notable. La estructura económica que fue conformándose en la campaña se basada fundamentalmente en la actividad ganadera y la propiedad rural. La agricultura no fue una actividad dominante hasta fines del siglo XIX, cuando pudo complementarse funcionalmente con la ganadería.

Comienzos rudimentarios

En principio eran rudimentarias las explotaciones rurales que se dedicaban al ganado vacuno y lanar, pero fue avanzando hacia la agricultura cuando se superó la amenaza del indio. La actividad comercial de la ganadería se circunscribía a la región, ya que el costoso transporte terrestre impedía llegar a los puertos. El ganado lanar tuvo un auge importante, ante la demanda textil europea que llega a su pico máximo en 1899.

Retillo Menna

En materia agrícola en Juárez, el primer dato al que tenemos acceso data del año 1875. Sindicado como uno de los pioneros agrarios del partido, Retillo Menna, llega a Juárez en ese año en donde adquiere cuatro chacras (84 hectáreas) con casa de material en las proximidades de “los mataderos”. De inmediato se dio al cultivo de los cereales por medio de arados manceras tirado con una yunta de bueyes, mientras utilizaba una especie de alforja para la siembra “al vuelo”. Por entonces Juárez tenía una población incipiente, con la mayoría de sus casas construidas de adobe y techos de paja, aunque también las había de material con empleo del “ladrillo vasco” y techos de chapa. El fruto de la primera cosecha fue vendido en $ 2,60 los cien kilogramos. Con el correr de los años amplió su explotación agraria ya sea en carácter de propietario o arrendatario.

El ejemplo citado anteriormente nos marca que la actividad agrícola se inició en las chacras y lotes del cuartel 2º, que en realidad era el ensanche del ejido del municipio dividido en charcas. Luego se sembró en San Antonio, campos de Bunge, La Perla, Dos Marías, La Invernada, campos de Lezica, El Poleo y La Golondrina. También en la zona de Barker, pero estas chacras eran tributarias de Tandil. El acceso a Juárez era dificultoso; campos bajos y malos caminos.

Merecen citarse entre los primeros chacareros y hombres que, sin serlo directamente, fomentaron la agricultura a: Dionisio, Marcos y  Fernando Guglielmetti, Nicolás y José Di Croce, Nicolás Orecchia, Esteban Ebarlín, Santiago, José, Antonio y Cesar Michetti, Cristian Olsen, Agustín y Hermógenes Reguero, Domingo Landa, Alfonso Ayerza, Martín Jacobé, Angel Iarussi, Antonio Aroza, Vicente Arruebarrena, Juan Parola, Eduardo Dominé, Pedro Giansetto, José Courrie, Domingo Sarasola, Guillermo Casterá, Juan Lafont, Juan Manuel Brazzola, Luís Carelli, Juan Udaquiola, Sebastián Carrera, Lafuente Hermanos, Guillermo Lauge, Julián Tourné, Pompeo Probervio, Bernardo Paglini, Antonio Frigerio, Juan Usategui, Carlos Bianchi, Cecilio López, A. Mortati, Bautista Paggi, Polonio Zumárraga, Pedro Solan Borthiry, Mariano Sanllorenti, José Beazarte y Santiago Molinatti entre otros.

En 1880 predomina el latifundio

Como demostración que en los años de fundación del partido (1867) solamente predominaban los latifundios y la fuerte concentración, basta citar que en aquel entonces no existía un solo centro poblado que pudiese servir de asiento a sus autoridades. Los primeros datos se refieren al año 1880, en que se publicó el primer plano catastral donde figuran los primeros pobladores y donde se puede apreciar la dimensión de sus propiedades. Los datos citan para ese año la existencia de 121 propietarios de un total de 892.000 hectáreas, que por entonces componían el distrito, lo que significa un promedio de 7.376 hectáreas de propiedad por persona.

Como estancias tradicionales dentro de la época citamos a: “Dos Marías” y “San Carlos”, de Cecilio López; “La primera Estancia” de M. R. Puchuri y Cía., “San Miguel” de Juan Anchorena; “Santa Clara” de Guillermo Udaondo; “El Socorro” de Rodolfo Bunge; “El Sol Argentino” de Mariano Roldán; “El Cisne” de Francisco Ayerza; “El Porvenir” de Juan B. Roo; “La Esperanza” de Santiago Mentasty, entre otras.

Los primeros alambrados

Para las tierras de Juárez, 1880 fue el año de la organización y la ubicación de los hombres de empresa y de fe en el campo. Era el trabajo fecundo, que tras los alambrados, abrió el surco civilizando las tierras e inició la etapa efectiva de la mestización de rodeos y majadas.

Entre los primeros propietarios que solicitaron a la Corporación Municipal para alambrar sus campos, debemos señalar en el año 1881 a Nicanor Elejalde, Nicolás Lastra, Ernesto Romero, Juan G. Udaquiola, Benito Martínez y Robustiano Arce.

Un año después, Juan Nicolás Anchorena, Pedro Pablo Peñalba y Alejandro Leloir. En 1883 Emilio Cárdenas, Guillermo Udaondo, Leonardo Pereyra, Félix Alzaga.

Se autorizó el alambrado de sus campos, en 1884, a Nicasio Alvarado, Fernando Martínez Vidal, Vicente Casares, Ramón Santamarina, Felisa N. de Alvarado, Francisco Bailleres y Sebastián Carrique. En 1885 y 1886 se concedió la autorización a Cleofe R. de Pereyra, Francisco Lebrun, J. y A. Vela, C. C. Viera, J. N. Areco, Manuel S. Ballester, Juan E. Barra, Celestino Ledesma y Juan Roo.

Crece la actividad agrícola

En 1882, comenzó a incrementarse la actividad agrícola. La iniciaron algunos hacendados y entre los primeros colonos puede citarse a los italianos Soldavini y Spetazzi, que tenían sus chacras en el Cuartel 2º. La roturación de la tierra se hacía con los arados de mancera y rueda. Las rastras se construían con troncos y ramas sujetados por tientos de cuero. Procedimiento primitivo, que se usó hasta bastante entrado el siglo entre los pequeños agricultores y labradores de parcelas para forrajes en las inmediaciones de los centros poblados que suministraban el pasto a los hoteles, fondas y “pasterías” para los animales de carruajes que constituían el medio de traslado.

El quinquenio de 1890-1895 arroja evidencias sustantivas en torno a la naturaleza del negocio agropecuario en varias direcciones. De un lado, los balances de las empresas atestiguan que los activos más importantes están depositados en el negocio ganadero encabezado por el lanar, seguido en orden decreciente por vacunos y yeguarizos, para ser seguidos luego por los cereales y las inversiones destinadas a equipos técnicos y mecánicos ligados a la actividad agropecuaria.

Estancia “Dos Marías”

La Estancia “Dos Marías” de Cecilio López, fundada en 1881, fue de las pioneras en el desarrollo de la actividad agropecuaria en el partido de Juárez y un elemento de emulación para vecinos y otros establecimientos similares, por el afán de progreso y de mejoras en la explotación.

Cecilio López

Al espíritu progresista de Cecilio López, se le sumó la llegada del ferrocarril, que estableció, a veinte cuadras del casco de la estancia, una Estación que lleva su apellido por haber donado las tierras para tal fin. En un principio se formó el parque y se construyó una casa-habitación con amplias comodidades. El agua se extraía con un malacate que se hacía girar con un caballo; mas adelante se sustituye con un molino de viento de los primeros llegados al país. La década del 80 fue muy proficua para las nuevas estancias. El campo era visto como tierra bienhechora y amaban sus estancias.

Los animales de raza se traían a las estancias para mejorar los rodeos y se llenaba el campo de comodidades, bien utilizadas para la vida hogareña. La característica de “Dos Marías”, era la dedicación casi exclusiva a la cría de lanares, iniciándose con ovejas rambouillet, hasta que en 1887 se la reemplaza por la raza Lincoln que era más apta para esta región. Con el tiempo la nueva raza fue creciendo en número pasando los treinta mil animales. Se traían de Inglaterra magníficos ejemplares que hicieron de “Dos Marías” una de las más importantes cabañas del país.

Cecilio López adquirió posteriormente, seis mil hectáreas del campo lindero de Pedro Rodríguez, las que conformaron la Estancia San Carlos. De esta manera la explotación sumaba una superficie de 15 mil hectáreas.

También se trataba de mejorar los campos, refinándolos con arados y siembras al par que se interesaba mucho por la agricultura, para lo cual se adquirieron maquinas y mano de obra apropiada para roturar las tierras muy ricas en minerales.

En el año 1900 Cecilio López adquiere un importante plantel de pedigrí de ejemplares Shorthorn, dando comienzo a lo que más tarde haría famosa su cabaña. Al frente de esta cabaña puso a un joven egresado de la Facultad de Agronomía y Veterinaria de La Plata, se llamaba Pedro Díaz Pumará, quien durante más de 40 años fue protagonista de la política local, quien pudo desarrollar su capacidad profesional al frente de la cabaña que logró su auge entre 1900 y 1910 figurando entre las mejores del país.

En 1923 se dispuso la liquidación de la sociedad. La desaparición de “Dos Marías” no fue el fin de las cabañas ya que hubieron otros productores que siguieron la actividad, como el caso de José Larralde quien en 1888 se había asociado con Cecilio López, hasta 1894 en que se independiza, arrendando 2.700 hectáreas cuya explotación durante veinte años lo habilita para que en 1914 compre el campo en que había de fundarse “La Celina”. Esta cabaña que tenía majadas de acreditada calidad era un exponente del progreso rural en el distrito y la región, en donde con el tiempo logró importantes premios.

Trigos de calidad

Según los archivos municipales, en mayo de 1888, se emite un informe agropecuario, en el que se señala que el área cultivada durante el año anterior, fuera del terreno del ejido municipal, pero perteneciente a nuestro partido, se estimaba en 15.000 hectáreas las que, con las recientemente arrendadas, alcanzarán en el próximo período un total de 25.000. En cuanto a las sociedades rurales, estas no existen, siendo chacareros todos los que explotan la agricultura en este partido”.

El informe agrega que “el cereal que produce con más facilidad y más resultado es el trigo, considerado en plaza de los mejores de la provincia.

Colonia Agrícola: Una experiencia fracasada

En 1889, don Rómulo Ayerza, casado con María Jacobé Iraola, financió la radicación de una colonia de chacareros luxemburgueses en los campos de San Antonio en nuestro partido. Esta inmigración fue preparada, en Buenos Aires, con la intervención de un obispo luxemburgués un año antes. Rómulo Ayerza, un prestigioso ingeniero que diseñaba iglesias, como la Basílica de Luján, entre otras, era por entonces propietario de 16 leguas de campo, divididas en cuatro estancias: Oromí, Segovia, Jacobé y San Antonio, esta última lugar de asiento de la colonia.

Se sembró trigo y para la trilla ya había cuatro trilladoras grandes. En pocos años se había producido un extraordinario avance de la mecanización. No acompañó a este ensayo la buena fortuna y la iniciativa de Ayerza, costeada totalmente de su propio peculio, terminó al año de iniciada.

Al disolver la colonia quedó en poder de los chacareros, no solamente el material de labranza, sino también los caballos para que pudieran reiniciar sus actividades donde tuvieren mejores perspectivas. Estas familias se afincaron en el partido de Tres Arroyos. Sin duda alguna no fue ajena a este resultado la crisis de cinco años que debía culminar precisamente en 1890, y un año de condiciones climáticas adversas.

El impulso al cultivo de trigo


Un papel preponderante en el desarrollo de la agricultura en nuestro distrito, le cupo a los fundadores del Molino Guglielmetti (foto). La empresa nació el 17 de abril de 1893, como fruto de las ideas industrialistas de Dionisio y Bautista Guglielmetti y el capital de los hermanos Cayetano y Ángel Zibecchi. Familias de origen italiano que se conocieron en Juárez. Ambas trabaron una gran amistad que posibilitó la rápida concreción del proyecto. Los años eran verdaderamente difíciles, pero había un gran entusiasmo por hacer cosas en los tiempos en que el país crecía y que daba posibilidades laborales a los miles de inmigrantes. Los pocos molinos que existían en el país estaban ubicados en las ciudades, y en la periferia de las mismas se realizaban sembrados que lo alimentaban; a partir de 1890 y al incrementarse las áreas sembradas, crecieron plantas, como la del Molino Guglielmetti, mucho más cerca de las áreas de producción de trigo.

Juárez no era un gran centro de producción de trigo ya que solo el uno por ciento de las tierras se sembraba y de ese porcentaje la mitad se dedicaba al trigo. Las áreas del cultivo tampoco estaban muy cerca de la zona poblada, hallándose aproximadamente a 50 kilómetros. De la zona de “El Socorro”, fueron los primeros trigos que entraron al molino. Los pésimos caminos de entonces, los carros de transporte tirados por hasta 15 caballos, hacían que la provisión de materia prima fuera por demás penosa. Al principio la empresa fomentaba la siembra financiando los trabajos, ejecutando la recolección mediante el mantenimiento de gran cantidad de trilladoras, que ocupaba más mano de obra que el propio molino. Por entonces la mayoría de los campos del partido, poblados de pasto puna, estaban dedicados al pastoreo de haciendas rudimentarias y no habían experimentado el paso del acero que debía surcarlos.

Fue la implantación de esta industria, con base agrícola, la que impulsó la roturación de aquellos campos vírgenes y fueron los miembros de esta firma, los que por primera vez ordenaron arar determinados campos de Juárez, parte de los cuales corresponden hoy al partido de Gonzáles Chaves. La inmigración aportó gente con ciertas habilidades manuales (albañiles, mecánicos, carpinteros) y así “gallegos” y “gringos” se fueron integrando a la naciente y artesanal industria. Pero tampoco había lugar para alojarlos, por lo que la empresa construyo habitaciones en donde podían vivir con relativa comodidad y un comedor en el que se alimentaban por treinta pesos mensuales.

El molino en forma artesanal funcionó hasta 1917. Ya con funcionamiento automático, se trabajó hasta 1943 en perfeccionar y ampliar en pequeñas medidas la capacidad y cambiando la fuerza motriz a vapor por la de motor diesel.


En 1894 forman la Sociedad Rural de Juárez


La hoy desaparecida, Sociedad Rural de Juárez fue muy importante en el desarrollo de la actividad productiva del partido.

El 5 de agosto de 1894 se reunían en el Hotel Argentino, una veintena de vecinos para formar una sociedad “con el objeto de fomentar la ganadería, agricultura e industrias del partido, a cuyo efecto se celebrarán ferias periódicamente, una vez establecidas las instalaciones que faciliten el buen funcionamiento que se proponen esta asociación”, según señala el acta constitutiva. Tras nombrarse una comisión directiva para llevar adelante los trabajos preliminares y confeccionar estatutos y reglamentos, se constituyó el Primer Directorio de la flamante entidad, el que fue integrado de la siguiente manera: Presidente José M. Echenagucía; vicepresidente Eduardo Dominé; vocales: Juan Usátegui, Dionisio Guglielmetti, Antonio Frigerio, Juan Chrestia, Jorge Masson, Cayetano Zibecchi, Marcial Castell y Juan J. Baños.

Un año después se prueban los estatutos, y se concreta la compra de la quinta de Urquiola, donde se construyen las instalaciones ferias. Lo que por varias décadas sería una característica de la entidad, se realiza en febrero de 1896 la primera Exposición.

En 1915 en un cuadro de honor se plasma el reconocimiento de la entidad a los vecinos Juan Nelly y Eduardo Dominé, como iniciadores, fundadores y benefactores. En 1919, por las necesidades de ensanche del ejido del pueblo, tuvieron que cambiar la ubicación de las instalaciones, por lo que el Directorio resuelve adquirir la quinta de Doña Francisca Tapia de Asurabarrena. Por entonces la entidad la presidía Cayetano Zibecchi y actuaba como secretario Esteban Ebarlín.

Luego sobrevino una intensa crisis en el país, colocando a la Sociedad en extrema dificultad para desenvolverse. Allí se destacó el compromiso de sus dirigentes para superar el difícil momento, entre ellos la labor de José Zumárraga, José Gioja, Máximo Pérez, Emilio E. Dominé, José Carelli, Cipriano Casterá y Cornelio Viera, quienes lograron liberar de las deudas a la entidad.

En 1932, se aprueba la transformación en cooperativa, por considerar que era la forma en que mejor se desenvolvería para poder proporcionar a la producción agropecuaria todo su apoyo. No fue tarea fácil esta transformación y la puesta en práctica, ya que el cooperativismo era algo nuevo entre los productores, que fueron reconociendo poco a poco las virtudes de este sistema.

Hasta 1952 ejercieron la presidencia: José Echenagucía, Eduardo Dominé, Juan José Ezeiza,, Dionisio Guglielmetti,, Federico Bunge, Martín R Puchuri, Esteban Ebarlín, Polonio Zumárraga,, Cayetano Zibecchi, Jorge Gordon Davis, Máximo Pérez, José A. Gioja,, Alfredo Sabalaín, Raúl M. Puchuri, Angel Yarussi,  Pedro Embeita, José S. Larralde, Juan P. Salenave, Venancio Arruebarrena y Einar Kiehr.

Existencia de ganado en 1898

Una estadística de 1898 señalaba que la existencia ganadera del distrito era de 167.400 bovinos; 1.811.100 ovinos; 44.600 equinos; 2.000 porcinos y 200 cabríos. La misma estimación agregaba que los rendimientos de lana alcanzaban a los 6.072.200 kgs. y los de cerda a 24.938 kg.

Es importante señalar que con la llegada del ferrocarril a nuestro distrito se aumentaron las posibilidades de exportación, lo que atrajo a nuevos inmigrantes que se dispersaron por campos de la región. Nuestra estación ferroviaria fue una playa de estacionamiento de los grandes carros transportadores de cereal, con los que alternaban las chatas rusas, contando el Partido con tropas importantes de esta clase de transporte, como las de Hansen, Alzogaray y “El Ranchero”.

Excelente producción lanar

Para nuestro partido, la lana ha tenido una decisiva importancia económica en las dos primeras décadas del siglo pasado, seguramente porque la explotación agropecuaria estaba menos diversificada. Por entonces el bienestar y la prosperidad del campo, dependía de la venta de ese producto.

Entre 1900 y 1910 el partido de Juárez tenía una población lanar cercana a los dos millones de cabezas, ocupando el segundo lugar en importancia en la provincia de Buenos Aires, detrás de Ayacucho. Además de la disminución  que al cercenar el Partido se produjo, a partir de 1910, se van  también achicando los grandes rebaños, debido a la división que se va operando en la propiedad, a una mayor remuneración producida por el ganado vacuno y el auge que fue tomando la agricultura entre nuestros hombres de campo.

Sin embargo sigue siendo el ganado lanar una de las principales actividades del campo. El stock ganadero en 1925 se calculaba en 750.000 animales. Esta cifra queda estacionada hasta 1945 en que los criadores, desalentados por los bajos precios de las lanas, optaron por deshacerse de sus majadas, sufriendo en consecuencia el stock de lanares en el partido una fuerte disminución de alrededor del 40%. Sin embargo hacia 1949 ante el repunte de los precios de la lana, los criadores nuevamente vuelven sus ojos hacia las nobles ovejas y se produce un nuevo aumento alcanzando a las 350 mil cabezas en 1952.

La crisis de 1921

En nuestro distrito la crisis de 1921 trajo el drama y la bancarrota a la ganadería, donde las instituciones crediticias tuvieron que ver en el aceleramiento del proceso de desastre económico. Quedó en la calle un alto porcentaje de nuestra gente campesina, pero luego pudo recuperarse a pesar de haber malvendido su hacienda.

Los chacareros se agrupan

El 25 de abril de 1929, tras empeñosas y entusiastas gestiones un grupo de hombres vinculados al campo y en gran número a la chacra, decidieron plantar la seccional Juárez de la Federación Agraria Argentina, organismo de gran arraigo en las fuentes productoras del país. Estaban entre ellos: Carmelo Cernutto, Juan Beazarte, Lucio Annechini, Mateo Crealli, Genaro Belusci, Juan Etienne, Fortunato Rosa, Juan y Domingo Menna, Miguel Vazquez, Miguel Allamano, Basilio Blaiotta, Juan Vittor, Camilo Langieri, Justo Zugazua, Marcelino Tello, Manuel Arias, José Sarghini, Manuel Martínez, Nicolás Sabatini, Mariano Cabriola, Esteban Lizasu, Aurelio Casares, Martín Ley, Simón Candau, Ernesto Rusconi, Carlos Zunino, José Cigarreta, Fernando Irouleguy, Blas Tortorella, Francisco Sarramone, Faustino Hernández y Heraldo Olsen. En este movimiento está el origen de la Cooperativa Agropecuaria Unida de Juárez Ltda. la que se funda el 27 de abril de 1949, presidiendo el Consejo de Administración don Juan Urquía, acompañado por José Gianfrancesco, Raúl Peralta y Jesús Maria González entre otros.

Área sembrada en 1930

En el año 1930 de acuerdo a las estadísticas el área sembrada en nuestro partido alcanzaba a las 66.200 hectáreas de las cuales 24 mil se dedicaba al trigo, 22 mil a la avena, siete mil a la cebada; seis mil al lino; quinientas al centeno y como novedad un total de dos mil doscientas hectáreas se dedicaban a la producción de papa.

Estancia San José de La Tinta

Una de las estancias emblemáticas por su dimensión y ubicación geográfica, en nuestro distrito es San José de La Tinta, escenario de los primeros acontecimientos de la historia de Juárez. Rodeada de sierras y cruzada por los arroyos Calangeyú, Diamante y Calavera, se encuentra esta pintoresca estancia.

Fue fundada por Ramón Santamarina y la recibió por herencia quien fuera por once períodos, presidente del Banco de la Nación Argentina, don Jorge Santamarina, quien creó la cabaña “San José” con animales Shorthorn, mientras en 1935 adquiere el plantel base de vacas Hereford, logrando una excelente producción. También creó un haras importando excelentes ejemplares equinos algunos pertenecientes a la caballeriza de la Reina de Inglaterra. Como dato accesorio señalemos que por razones de amistad desfilaron por este establecimiento tres presidentes: Getulio Vargas, presidente de Brasil, Agustín P. Justo y el Dr. Roberto Ortiz, presidentes argentinos.

El éxodo rural

   Los estudios sobre el agro pampeano han destacado una serie de transformaciones ocurridas a partir de 1940: modificaciones en la tenencia del suelo, cambios en la estructura de la propiedad de la tierra, crisis de las pequeñas unidades productivas, procesos de tecnificación, entre otras cuestiones. Sin embargo, han otorgado menos relevancia a dos fenómenos asociados que, han alterado sustancialmente el paisaje agrario de la región: el despoblamiento del campo y la radicación urbana de la mayoría de los productores agropecuarios. En 1952 vivía en el campo el 53,3% de los habitantes del partido de Juárez, para 1991 sólo un 13% del total residía en las explotaciones. Este fenómeno fue determinado no sólo por la reducción del número de trabajadores asalariados presentes en las unidades agropecuarias -disminución que no ha sido tan significativa-, sino sobre todo por la radicación de la mayoría de los productores agropecuarios en las ciudades cabeceras de partido.

       1952: Existencia de ganado

En 1952 la existencia ganadera era la siguiente: 328.957 vacunos; 457.099 lanares; 2.922 porcinos y 22.655 equinos. Sobre una superficie de 539.546 km2, existía una población dedicada a la explotación ganadera de 407.458 km2, lo que significa el 75,5%, del territorio.

Los terratenientes de Juárez en 1952

Llegamos al año 1952 donde los veinte mayores poseedores de tierras concentraban el 20% del total de la superficie del partido. Es así que sobre las poco más de 500 mil hectáreas que tiene Juárez, 110 mil se distribuían entre veinte propietarios de la siguiente manera:

Josefina Rosa Fernández de Anchorena (10.223); José Antonio Fernández Anchorena (9.056); Emilio y Elena Santamarina Alvear (7.430); Luís J. Jacobé (6.345); Emilio Cardenas (6.126); Filomena Iarussi de Santángelo (5.826); Manuel Gutiérrez Ortiz (5.702); María Josefa Grassini (5.400); José Lafuente (5.341); Ramón Santamarina (5331); Valdemar During Lahusen (5.081); Rita Anchorena (4.484); José de Anchorena Uriburu (4.484); Mario Gaviña Alvarado (4.317); María Aztiria de Bettinoti (4292); José Courreges (4.255); María Adela Gardel de Arhex (4.225); De la Hoz Hnos. (4.085); Estancias y Minas del Sud (3.946) y Agustín Reguera (3.922).

Cabe consignar que en 1952 las extensiones mayores de 150 hectáreas estaban en manos de 780 propietarios.


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