4 jun 2021

Proceso de crecimiento

    La actividad comercial siguió creciendo a buen ritmo en los comienzos del siglo XX. Ello lo refleja la variedad y cantidad de comercios que se iban ampliando, cambiando de firma o inaugurando nuevos, a lo largo de la entonces avenida Alsina (hoy Alsina-Libertad).

    Tomando desde las vías del ferrocarril, en las manzanas comprendidas  entre las actuales Pellegrini, Sarmiento, Av. Zabalza y Libertad, se hallaba la firma exportadora de lanas “Svensen”, cuyo encargado local era el señor Juan Pené. Había allí un desvío del ferrocarril y se enfardaba la lana para enviarla a Francia por barco. Luego la propiedad fue enajenada a Dikelman & Weis, acopiadores cerealistas. Mas tarde la alquilaron Bunge & Born, que usando este ramal ferroviario, enviaba cereal al puerto de Buenos Aires. Finalmente Nicolás D`Annunzio adquirió la manzana, demolió el galpón, fraccionó los lotes y comenzaron a construirse viviendas.

    En marzo de 1936 se edificó la estación de servicio Esso, que dependía de Bahía Blanca y su concesionario era Ignacio D`Annunzio. En la esquina de Libertad y Pellegrini (taller chapa y pintura Cardoso), había una barraca de cueros, lanas y pieles de propiedad de Trinidad García, atendida por el señor Bessonart.

    Antes de 1930 en Libertad y Antártida Argentina estaba la casa cerealista de Di Tada Hermanos. En Almafuerte y Libertad, funcionaron también las oficinas de Bunge y Born atendidas por el señor Pedro Demarie. Contiguo al escritorio de Di Tada estaba la sastrería de Guerino Ragnini, un italiano que llegó en 1906 a la Argentina y luego de pasar por Daireaux y Guaminí se radicó en Juárez estando a cargo de la sastrería de Casa Galli y luego abrió su propia sastrería en el nº 42 de la entonces avenida Alsina.

Casa Galli (hoy Av. Libertad y Gûemes)

    En la avenida Libertad entre Alberdi y A. Argentina mano derecha, estaba la herrería “El Marco” de Juan Graciano y a la altura del 301 el almacén de Ramón Rodríguez. También en esa cuadra había una calesita de un señor de apellido Porto. La fonda “La buena sopa” de Goñi, estaba en la esquina de Constitución y Libertad. En el local que durante muchos años ocupó la firma Llinás y Zelayeta (hoy autoservicio) se ubicaba el Conservatorio de Música de Ernestina Beccaría, Noemí Beretta y Haydee Cosentino, que en 1930 tenía 30 alumnos.

   En Libertad y Pumará encontrábamos a el almacén de ramos generales “Sol y Progreso”, fundado en 1923 por Benjamín Pérez y José Miguel. En frente estaba el hotel Americano de Tirzio Zaffaroni y Vicente Murno (Pumará y Libertad). La esquina de Falucho y Libertad (Bazar Blanco y Negro), hasta 1926 fue sede de la tienda Banderas Blancas, que posteriormente se llamó Casa Boo y se trasladó a la vereda opuesta es decir a Suipacha y Libertad. En esta última esquina funcionaba el Hotel “XX de Septiembre” de Silverio Murno, que fue demolido para instalar la Casa Boo. 

“Grandes Almacenes El Globo”estaba en Moreno y Libertad, y en la planta alta del edificio el Club Democrático. Donde hoy está la oficina de Correos, funcionaba el Hotel Central. La cuadra de Libertad entre Zibecchi y Urquiza era de propiedad de Scaglia, un famoso masitero que había trabajado en la Confitería “El Molino” de Buenos Aires. Lo que por muchos años fue el famoso “Bar Castilla” que instalara Florentino Nicolás en 1918, había sido Confitería “La Luz”.

Almacén El Globo y Centro Democrático

    Otra esquina emblemática era la de Libertad y San Martín, que ocupó la Farmacia de Graciano Telayna y posteriormente el bar de Ducay. Enfrente (Libertad y Urquiza) se ubicaba el “Hotel de los Estancieros”, luego lo ocupó zapatería La Nueva Sirena de Agustín Sorrenti y años más tarde el almacén de la familia Bugedo. Como lo hemos mencionado en Alsina y Urquiza se ubicó en sus comienzos el Fénix Club. En la esquina de Alsina y Uruguay (frente a Escuela nº 1) funcionaba el cine “El Edén”, de Ferrusio, Fontana e hijos. No tenía butacas, sino mesas, porque las películas se pasaban en actos. No se cobraba la entrada pero sí la consumición. En el intervalo un pianista tocaba para entretener a los presentes. Posteriormente se llamó Bar y Cine Avenida.

Fénix Club en Alsina y Urquiza

Interior del Fénix Club

    En Alsina y Corrientes, se ubicaba la fábrica de ataúdes y carpintería de Bobbia Hnos. El rubro tenía competencia; un aviso, muy particular en su redacción publicado en el semanario “El Hogar” en 1918 decía “Gran cajonería fúnebre de Juan Chrestia. Será atendido por mí. He efectuado una notable mejora en todas las existencias. Cuento con un buen servicio de capilla ardiente y un surtido completo de mortajas y urnas. Fíjese bien, la cajonería esta al lado del zaguán de mi casa. No se confunda con la carpintería”.

Cine "El edén" de Ferrusio y Fontana

La vida diaria en el 1900

    Para conocer cómo era la vida diaria en el comienzo del siglo XX, vamos a transcribir fragmentos de una nota que escribe Don Ángel Sebastián en el diario Patria Nuestra con motivo del centenario del partido.

    “… Calles polvorientas en verano y con pantanos en plena calle Alsina en inviernos “llovedores”; no había lujos, ni siquiera el mínimo de las comodidades de hoy; se ganaba muy poco y aunque la vida era sumamente barata y estable, además de simple, había que saber administrar para ir tirando… Todo hogar de obrero, para completar el magro salario, era una fábrica de alimentos.”

Avenida Alsina 1915

    “En aquellos famosos solares de 25 por 50 en los que estaban asentadas las muy modestas casas de la época, se criaban gallinas y el infaltable cerdo; se sembraban y cosechaban toda clase de verduras y hortalizas, de manera que en lo fundamental estaba asegurada la hoy llamada canasta familiar. Se vivía casi feliz, porque esos modestísimos hogares habían construido su mundo en los que no tenían entrada las pasiones malsanas y todo era, a pesar de la escasez de medios económicos, espejo de cautivante paz hogareña.”

    “Tengo presente con toda nitidez algunas estampas del vivir del Juárez de antaño; una de ellas el farolero, un empleado municipal encargado de encender y apagar los faroles del alumbrado público… Al caer la tarde, con tiempo bueno o malo se le veía recorrer, escalera al hombro, y en corto pero seguro trotecito las calles y en cada esquina, donde suspendido de hierros estaba el farol con su lámpara de kerosén, apoyar la escalera, encender la mecha y reiniciar con prisa y sin pausa su carrera. En la madrugada desandaba el camino para apagar las luces y reponer el combustible. El espíritu de progreso de un caracterizado grupo de vecinos al instalar la Usina Eléctrica termino con esa tarea”.

    “El Juárez al que me estoy refiriendo, era un rincón enclavado entre grandes estancias; vacas , ovejas y grandes caballadas y para cuidado y arreo de aquellas haciendas semi-bravías, con campos poco alambrados y sin caminos, gran cantidad de criollos, célibes casi todos y cuya única diversión era llegar al pueblo y quedarse horas y hasta días en los numerosos boliches, que con su palenque al borde de la vereda, donde ataban sus pingos, era sitio de seguro entretenimiento, pero donde muchas veces los contertulios dirimían las diferencias de  un partido de bochas o de un reñido truco, a puñalada limpia. Los duelos criollos eran moneda corriente… La variedad del beberaje era limitada: caña con bitter o limonada, vino carlón y el tóxico ajenjo. Criollos sufridos que contribuían a la riqueza y vida fácil de unos pocos, ganando poquísimos pesos mensuales, mal alimentados y durmiendo en sus recados”.

    “Pero llegó el arado y puede decirse que esa noble herramienta no solo abrió el surco en la tierra generosa sino que fue trazando el indeleble surco de una civilización que con timidez descubría el laboreo de una nueva conciencia…”

    “Por supuesto que no había automóviles; tampoco había caminos y para cubrir distancias estaban el caballo, el carruaje y como vehículo colectivo de pasajeros se disponía de “La Galera”. Alguna vez viajé en ella; cuatro, seis o más caballos con un hábil conductor a quien se llamaba El Mayoral la hacían volar por senderos ya que no eran precisamente caminos los que recorría y cada cuatro o cinco leguas había relevo de animales y descanso para los zarandeados pasajeros que eran tratados por los encargados de las postas, con la tradicional hospitalidad criolla, y que encontraban un mate, un churrasco o puchero y hasta alguna ginebrita ofrecida con generosidad”. Agregamos al relato de Sebastián, la presencia de los “mateos” que fueron varios en el pueblo como los de Lastape, Giorri, Acosta, López, Ciancaglini, Melón y De Francesco.

    “Otra característica de aquel Juárez –continúa Sebastián-, era la gran cantidad de hoteles y fondas que, con los más pintorescos nombres, trabajaban siempre a lleno. La explicación es que el tránsito de pasajeros era lento y quienes venían del campo con su tracción a sangre, eran huéspedes del pueblo por varios días. Las carreteras que llegaron tras los automóviles terminó ese movimiento y de aquellos establecimientos solo queda el recuerdo”.

    “También desapareció la Banda de Música en la plaza. A principios de siglo había una muy buena banda de música, pero un día desgraciado, por incidente banal y en plena retreta dominguera, entre varios músicos dieron muerte al infortunado director. Por esa desgraciada circunstancia no se tuvo Banda de Música hasta que el talento musical de Agustín Sorrenti creó la pequeña Banda Infantil dependiente de la municipalidad. Eran verdaderas fiestas del espíritu aquellas retretas que en verano se hacían jueves y domingo por las noches y en invierno los domingos en la tarde”.

Al panorama descripto, agregamos otros hechos que hacen a la vida cotidiana en las primeras décadas del siglo pasado. El primer alumbrado en las calles se concreta en el año 1903. Se recuerda a los faroleros De Santo y Marquese quienes a diario encendían los faroles a alcohol carburado. En el mes de octubre de 1904 el comercio juarense pone en vigencia la ley del descanso dominical. La había impulsado la flamante Sociedad Unión Dependientes de Comercio, ya que había sido uno de los objetivos fundacionales de esa entidad.

    El 23 de marzo de 1905 iniciaba actividades la sucursal local del Banco Nación. El 8 de junio inaugura su edificio propio. Manuel Alderete fue el primer gerente, el primer Contador José Bertarelli, tesorero Eduardo Pardo y como auxiliar José Salonio.

Banco Nación

    En 1906, se otorga la concesión para explotar el servicio telefónico, por espacio de 20 años, al señor Emilio Goicochea. Un año después la empresa ya contaba con setenta abonados en nuestro pueblo. En 1910 hizo la transferencia a La Bahiense S. A. y posteriormente ésta la hizo a la Unión Telefónica.

    Por espacio de 34 años, Juárez tuvo una compañía de seguros propia. Se trataba de “La Protectora”, fundada en 1906 y liquidada en 1940. Fue muy importante para el sector agropecuario habiendo expedido a lo largo de toda su actividad, más de 20.000 pólizas de seguro contra granizo.

Vivero Municipal

    A instancia del intendente de entonces Pedro Díaz Pumará, en 1910, Juárez contaba con un Vivero Municipal en las afueras de la ciudad, obra que no era habitual en los pueblos de la provincia. Se gestionó la adquisición de plantas de múltiples variedades en los jardines botánicos de la capital y de La Plata, muniéndose de cuanto ejemplar de sombra y adorno existe, lo que se obtuvo en forma gratuita. 

    Posteriormente se colocaron plantas en todos los bordes de las veredas del pueblo, lo que al poco tiempo hizo que la población ofreciera un aspecto pintoresco y llamativo que sorprendía a los visitantes. Conjuntamente con la colocación de estas plantas el vivero crecía, adquiriéndose miles de macetas que se ofrecían gratuitamente al vecindario con plantines, siendo la única condición la devolución de la maceta. Y fue así que casas, quintas y establecimientos, merced al Vivero Municipal, le dieron al pueblo un aspecto distinto. 

    Estas obras eran complementadas con la construcción de cercos y veredas, revoques y blanqueo, para darle una mejor fisonomía a las avenidas, a las que sumaba canteros y plantas de adorno, como así también la creación de nuevas plazas. Una anécdota, que fue muy comentada aunque poco documentada, señalaba que muchas de las especies que muestra hoy la Plaza Independencia, fueron “rescatadas” de un tren de carga que llevaba ejemplares con otro destino y que la oscuridad de la noche se complotó para cambiarle el rumbo.

Construcción del Palacio Municipal

Pedro Benoit, (hijo)

    Corría el año 1907 cuando se aprueba la contratación de la empresa de Erasmo Micchetti, de Buenos Aires, para comenzar a construir el palacio municipal por el que se abonarían 156.000 pesos. La obra se concreta durante la gestión municipal de Pedro Díaz Pumará, donde debieron superarse algunos inconvenientes, dada la magnitud de la misma. Los planos fueron encargados al arquitecto Pedro J. Benoit, hijo y continuador de las obras de su padre, Pedro Benoit, fallecido en 1897, quien había diseñado la ciudad de La Plata. Los planos habían sido aprobados el 27 de diciembre de 1906. Si bien no se conocen mayores datos sobre el proceso de construcción, archivos municipales señalan que en 1911 se detuvo la obra, que estaba avanzada en un 85%, y luego de una nueva licitación, se adjudica la terminación al constructor local José Molli.

Paulatino avance de la actividad

    En octubre de 1906, Pedro Grimozzi, oriundo de Terni (Italia) se establece en Juárez con un pequeño taller mecánico de tornería y reparación de motores fijos, rurales, y de esquiladoras. Don Pedro fue siempre un pionero de la mecánica en Juárez trayendo el primer automóvil a la ciudad. El municipio lo contrató para la provisión de cañerías para la red de agua corriente ampliando así el rubro, llegando en 1948 a poner en marcha la fábrica de pistones para todo tipo de automóviles bajo la marca “Terni”.

Taller de Pedro Grimozzi

    La sucursal del Banco de la Provincia de Buenos Aires abrió en Juárez el 1 de marzo del año 1883 y funcionó hasta el 8 de junio de 1895, momento en que la crisis financiera de 1890 hizo que se cerraran la casi totalidad de sucursales de la provincia, alcanzando también la nuestra. Solo quedaron tres sucursales en el interior. El 2 de agosto de 1909 se liquidó el Banco Popular de Juárez, con cuya base se instala la sucursal del Banco de la Provincia de Buenos Aires. Por la Comisión liquidadora actuaron los vecinos Alfonso Taglioretti, Juan I. Mazzuchi, José Villaverde, Juan Pene (h), Domingo Puchuri, Juan Harriague, Juan Usategui y Fabio Torchelli, mientras que por el Banco Provincia lo hizo uno de sus directores, Antonio Lanusse y el síndico José Casas. El primer gerente del Banco Provincia fue, hasta 1910, el señor Juan Espel.

Banco de la Provincia de Buenos Aires (1915)

    Así como crecía la actividad también razones organizativas jurisdiccionales provinciales, afectan la superficie del distrito. Cuando se crea el Partido de Adolfo Gonzáles Chaves en 1916, se restan a Juárez 3.594 kilómetros cuadrados de jurisdicción. En ese año comenzó la obra de empedrado de las calles, era intendente don Juan I. Mazzuchi. El Concejo Deliberante aprobó el 7 de octubre el presupuesto presentado por la firma Bruzzi y Lombarda para llevar adelante la obra.

    El funcionamiento de la usina para alumbrado público, un verdadero avance para la comunidad se produce en 1918 y dos años más tarde se concreta para el domiciliario.

La crisis de 1921

    En los pueblos con economía ligada directamente al sector agropecuario, como el caso de Juárez, la crisis de 1921 afectó el desarrollo de la actividad. El municipio redujo su planta de personal, de 17 personas a solo 7, al igual que el presupuesto que fue bajado en un 25%.

    Al margen de esta situación, desde la comuna, que lideraba Pumará, se apostaba a la asistencia social, el mantenimiento de la red caminera y la limpieza de la ciudad, para lo que se adquirió un moderno auto-barredora que hacía la tarea de limpiar 60 cuadras en 8 horas de trabajo, único servicio, por entonces en toda la provincia.

    La comuna además instaló puestos de venta de alimentos de primera necesidad para los sectores menos pudientes, con dos kioscos ubicados en los extremos del pueblo, donde se vendía carne, leche, verdura, pan, azúcar, fideos y demás artículos de almacén reconocidos como indispensables. También existía una zapatería municipal, proveyendo calzado a precios más bajos que los del mercado. En cuanto a la salud existía la asistencia gratuita en una sala municipal y la actividad de los doctores Catrén y Landa era permanente, complementándose con la provisión de remedios sin costo alguno.

La incipiente industria

    Nace una importante empresa textil, en 1923, se trata de la Fábrica de Tejidos Torioni, que durante varias décadas fue un exponente de calidad en tejidos de hilos, lanas, sedas, vicuña, etc. Carlos Torioni fue su propietario.

    Con un modesto taller mecánico se iniciaba en 1925 don Ernesto Faré, quien al poco tiempo se ampliaba y la mecánica rural pasaba a ser la especialidad. Cuando el hombre de campo tenía problemas con algún repuesto, el taller lo reparaba y si era necesario lo fabricaba. Ernesto Faré tenía un discípulo, su hermano Juan José Faré, un hombre estudioso y tenaz y en 1940 del entendimiento sale un auxiliar valioso para las máquinas esquiladoras: la fabricación de cortadores. En junio del año 49 los talleres se fusionan y cobran mayor expansión y el rubro pasa a denominarse Talleres Metalúrgicos Faré S.R.L. incorporándose como socios el ingeniero Guillermo Mosse y los señores Urbano E. García y Mario Botalla. Al iniciarse este año, tras pacientes experiencias y pruebas comienza a producirse los peines para esquiladoras en pequeña escala, iniciándose la fabricación integral de esquiladoras en el año 1952 convirtiéndose en la primera de producción totalmente nacional.

    Se inicia en 1939 la empresa J. Charrúa y Cia., cuando en forma casi artesanal una veintena de personas, entre los que se encontraban sus propietarios, emprendieron la confección de prendas de vestir, básicamente para el trabajo. Llega a convertirse, después de Loma Negra, en la industria más importante de Juárez, social y económicamente.

La “audición” o “vuelta al perro”

    Seguramente todos los pueblos han tenido su paseo popular y el nuestro no es una excepción. Cuando las ramblas dividían la avenida Alsina (hoy Libertad), la gente recorría dos o tres cuadras en idas y vueltas. Desde la plaza principal hasta el Colegio de Hermanas, por ambas veredas y también por la rambla, jóvenes y no tanto, vestidos de saco y corbata colmaban el paseo, existiendo imágenes fotográficas que son más que elocuentes. Algunos lo llamaban la “Vuelta al perro”, pero seguramente en Juárez, se identifique más por “la Audición”. 


 
Esto está ligado a la aparición, un 13 de junio de 1937, de la emisora SH1 impulsada por los hermanos Stramazzo, siendo Enrique la figura indispensable de este proyecto que nació con la instalación de parlantes en los balcones de la Municipalidad. El acontecimiento despertó curiosidad, lo que animó a don Enrique a realizar audiciones en la plaza Independencia los domingos por la tarde. En los comienzos, hasta 1942 instalaron un mini estudio en la actual esquina de Libertad y Urquiza.

    Luego pasaron al local que utilizan en la actualidad. Todas las fiestas populares también tenían a la emisora como permanente animadora. En uno de sus aniversarios don Enrique Stramazzo, decía: “fuimos testigo de calles polvorientas y luces mortecinas, amores en zaguanes; familias muy unidas, carnavales con serpentina, disfraz, pomo y careta; ramblas atestadas de gente; de suspiros risas y piropos”.

    “Donde nos encontramos?... en la “Audición”. Se escuchaba responder casi al unísono y también a las mamás que convertían a SH1 en el límite de tiempo permitido. Cuantas familias se formaron en la complicidad de tu abrigo. Cuantos zapatos gastados de idas y venidas, cuantos brindis y bocinas cada 31. El músico interpretó y fue oído, el cantante cantó y fue escuchado. Las escuelas cobraban mayor identidad al nombrárselas en cada desfile. La patria y el pueblo cumplían años y sonaba el himno. La alegría sonaba en cada carnaval. Los deportistas y artistas eran agasajados. La Iglesia recorría las calles en cada Procesión con su compañía. El fervor de cada candidato en elecciones, podía expresarse”.

DESDE 1942 JUÁREZ ES CIUDAD 


En la última administración pumarista, ejercida por don Marciano Asurabarrena, Juárez fue declarada ciudad, a partir de una iniciativa presentada por el Diputado Provincial José Pifano (foto). Conocida la aprobación de la Ley, el jefe comunal envía una nota al Gobernador de la Provincia, Dr. Rodolfo Moreno, donde además de expresar la satisfacción por la sanción de la ley, le pide que la promulgue el día 31 de octubre de 1942, cuando el partido cumplía el 75º  aniversario, a lo que accede el titular del ejecutivo provincial.

    El texto de la Ley señala: “El Senado y la Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires sanciona con fuerza de Ley: Art.1º - Declárase ciudad al actual pueblo de Juárez, cabecera y asiento de autoridades del partido del mismo nombre. Art. 2º - Comuníquese al Poder Ejecutivo. Dada en la sala de sesiones de la H. Legislatura de la provincia de Buenos Aires, en la ciudad de La Plata a los 23 días del mes de octubre de 1942. F. Ramos, F. Ciale, secretario de la Cámara de Diputados; E. Míguez, M. Fresco, secretario del Senado. La Plata 31 de octubre de 1942, cúmplase, comuníquese, publíquese e insértese en el Boletín Oficial. Con referencia al mismo tema el Concejo Deliberante local se reunió en sesión especial el 2 de noviembre aprobando una resolución en la que deja asentado en el libro de decretos la declaración oficial de haberse elevado a la categoría de ciudad al pueblo de Juárez. Agrega un agradecimiento del pueblo de Juárez a la Legislatura bonaerense, al Gobernador y al diputado José Pifano, autor de la iniciativa.

Crecimiento poblacional

    Los datos referidos al crecimiento poblacional, carecían de rigurosidad y certeza. Un censo efectuado en la provincia de Buenos Aires, por la Dirección de Estadística, indicaba que en 1935, Juárez contaba con 21.171 habitantes. Evidentemente tiene un gran error porque el Censo Nacional de 1947 determina la presencia de 15.678 pobladores. Una disminución de más de 5000 habitantes se habría notado y además se habría hecho un estudio para determinar las causas del fenómeno. El de 1947 fue el cuarto Censo Nacional, que no se hacía desde 1914. En 1947 la población rural del partido de Juárez superaba a la urbana ya que cerca del 60% vivía en el campo.

La Cerámica

    En el mes de abril de 1947 se constituye la empresa Industrias Cerámica Argentina, que se dedicará a la fabricación de lozas y cerámica de obra, aprovechando la riqueza minera de las sierras de Barker donde ya funcionaba La Calera de la empresa Loma Negra. La sociedad era integrada por Vicente Morillo, José Larralde, Miguel Oroquieta, Vda. de Villegas, Manuel Labriola, Enrique Faré, Alejandro Alvarez, José Guagliotto, Domingo Netto, Manuel Prada, Pedro Demarie, Jose Bonini, Domingo Mosse, Antonio Carreira, Esteban Ebarlin y Juan Matteucci. Por problemas técnicos de origen, ya que se proyectó para ladrillos comunes y no cerámica roja, cesó en su actividad en 1955. Posteriormente en 1963 se la puso en marcha para fabricar ladrillo hueco menor, pero no pudo competir con la industria instalada y se paralizó definitivamente. El edificio de dos plantas se levantó en la avenida Otamendi, sobre un terreno de 5 hectáreas, donde actualmente se encuentra el hogar “Despertares”.

Cámara Comercial Industrial y de Propietarios

    A partir de 1948, comenzó a insinuarse en los medios comerciales e industriales la necesidad de crear una entidad que los agrupara y defendiera los intereses empresarios. La idea se concretó dos años después, el 17 de septiembre de 1950, en una asamblea realizada en el Cine Teatro Italiano, naciendo así la entonces llamada Cámara Comercial, Industrial  y de Propietarios de Juárez (hoy Cámara Empresaria de B. Juárez).

    Ernesto Faré fue el primer presidente, acompañado por Juan A. Rodríguez Coubet, Martín Ibáñez, Urbano García, Carlos Izaguirre, Aldo Basciano, Ciro Antonacci, Ermete Di Luca, Manuel Prada, Juan Navarro, Raúl Bernini y Antonio Di Nardo. El 4 de agosto de 1955, con la intervención de Nicolás D´Annunzio, Urbano García y Ernesto Faré, se adquirió la propiedad que posee la entidad actualmente en la avenida Libertad 221.

Nace la Cooperativa de Electricidad

 
 
Como consecuencia del déficit energético que desde hacía muchos años tenía a nuestra ciudad estancada en su crecimiento, un grupo de vecinos inició a mediados de 1957 un movimiento para la formación de una Cooperativa de Electricidad para dar solución al problema. Se formó una comisión provisoria y de su tesonera labor surgió la Cooperativa de Consumo de Electricidad de Juárez Ltda. la que se funda el 11 de diciembre del mismo año.

    La comisión provisoria fue integrada por los señores Guillermo Mosse, Ernesto Faré, Victorino Cuesta, Raúl M. Puchuri, José Graciano, Domingo Rizzuti, Enrique Stramazzo, Anselmo Arguelles, Miguel Distasi y Joaquín Quiñones. Su primer Consejo de Administración fue presidido por el Ing. Guillermo Mosse, vicepresidente Victorino Cuesta y en los restantes cargos actuaron Tomás Arrillaga, Domingo Rizzuti, Enrique Stramazzo, Ernesto Faré, Bautista Guglielmetti, Urbano E. García, Ciro Antonacci, Ricardo Bruno, Joaquín Quiñones, Pedro Locatti e Italo Grimozzi.

    Con el apoyo del municipio y la Dirección de Energía de la provincia se instalaron equipos nuevos y redes en un radio de 40 cuadras en el sector céntrico de la ciudad. El vecindario se sumó con entusiasmo a la obra emprendida aportando capital accionario, llegando en pocos años a transformar a Juárez, la ciudad por entonces “triste”, al decir de la gente por falta de luz, en una ciudad renovada con el empuje de una ciudad moderna.




 




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