12 jul 2021

Nicanor Otamendi


El nombre del Comandante Nicanor Otamendi tiene una especial relevancia en los orígenes de la historia de nuestro distrito, por el protagonismo que tuvo en los sucesos de San Antonio. Otamendi había nacido en Buenos Aires el 5 de agosto de 1823, hijo de José Otamendi y Juana Pereyra. Desde joven se dedicó a las tareas del campo y prestó servicios en los ejércitos que lucharon contra Juan Manuel de Rosas.

Cuando los coroneles Hilario Lagos y Cayetano Laprida se levantaron en armas contra el Gobierno de Buenos Aires, el 1 de diciembre de 1852, este último creó un ejército en el sur de la provincia para operar en combinación con las fuerzas que defendían la Capital. De ése ejercito formó parte, en calidad de Teniente Coronel de Milicias Don Nicanor Otamendi, participando en la funesta batalla de San Gregorio, el 22 de enero de 1853, en la cual las tropas porteñas fueron completamente derrotadas. Allí perdió la vida su hermano Belisario Otamendi y su primo el Teniente Coronel Dalmiro Otamendi.

Al tiempo sirvió en el regimiento “Extramuros” a las ordenes del general Manuel Hornos. En agosto de 1853 por resolución del Ministerio de Guerra y Marina, Otamendi forma en la División del Sud, en las fuerzas de caballería del teniente coronel Esteban García, hasta marzo del año siguiente en que eleva una nota en la que manifiesta que “creyendo innecesaria mi permanencia en esta división, y siéndome enteramente imposible seguir en la carrera de las armas, pues que solo las tomé por el sagrado deber de defender a mi patria. Pero hoy que ya la paz se halla restablecida, me es de absoluta necesidad trabajar para remediar los perjuicios que hemos sufrido, tanto en el saqueo de las dos casas de negocio, como en los establecimientos rurales, que abandoné para asistir a la infortunada jornada de San Gregorio. Por tanto, suplico se digne concederme la baja y absoluta separación del servicio”.

Otamendi obtuvo la separación con fecha 16 de marzo de 1854, pero con posterioridad se aclaraba que la misma lo era de las fuerzas de línea, pero no de las milicias. Es por esa razón que, al año siguiente, lo vemos luchando contra las invasiones operando en combinación con las tropas del coronel Mitre. Luchó contra las indiadas de Catriel y Calfucurá y prestó auxilio para salvar de difícil situación al Coronel Laureano Díaz que había sido rodeado por los indios de Salinas. En esa guerra cruenta y sacrificada terminó su vida en estos campos de Juárez, cuando contaba tan solo 32 años de edad.

El entonces Gobernador Dr. Pastor Obligado, con las firmas de sus ministros Valentín Alsina, Norberto de la Riestra y el Coronel Bartolomé Mitre, envió una nota de condolencias al padre del Comandante Otamendi, el diputado José Otamendi en la que expresaban: “Ya es de  dominio público la deplorable pérdida de benemérito Teniente Coronel Don Nicanor Otamendi, y si bien el Gobierno considera a su digno padre y familia agobiada de un acerbo dolor por tan sensible acontecimiento, el participar de este sentimiento creo que debe mitigar en algún tanto esta desgracia a sus deudos, el testimonio público de dolor que se ha manifestado en la generalidad de sus compatriotas”.

“El Teniente Coronel Otamendi, ha sacrificado sus más bellos días al servicio de la Patria, y le ha consagrado hasta el último suspiro, en defensa de la más noble y santa causa de la humanidad y civilización. El Estado de Buenos Aires y la humanidad recordarán siempre con gratitud y ternura la memoria de tan distinguido guerrero. Entre tanto, recibid señor, esta ligera manifestación con que el gobierno del estado os acompaña a sentir la irreparable pérdida de vuestro hijo, pidiendo a la divinidad premie sus virtudes en la inmortal mansión, y os conceda a vos y vuestra familia una santa resignación de tan duro trance”.

El padre de Otamendi, al agradecer la nota del Gobernador, en uno de sus párrafos expresa: “Lloro excelentísimo señor, porque no puedo menos que llorar la pérdida de mi hijo Nicanor, pero tengo al mismo tiempo la satisfacción de que él ha cumplido hasta el último momento de su existencia, con honor y valentía, los deberes que para con la patria le imponía su posición. V. E. lo declara francamente, y mi corazón angustiado deja un lugar para el agradecimiento por este consuelo”.

La espada de Otamendi

Don José Otamendi, padre del Comandante Nicanor Otamendi, le había pedido a Don Mariano Roldán, tratara de conseguirle alguna de las prendas personales de su hijo mártir para conservarlas como recuerdo. Roldán asumió el compromiso y cuando arriando una tropilla rumbo a San Antonio, pudo hablar con algunos pobladores, simples cuidadores de hacienda que vivían en toldos de cuero de potro, le comentaron que Yanquetruz luego de la batalla se había dirigido a Azul y fue allí en donde Roldán consiguió rescatar en una pulpería, la espada del Comandante Otamendi, que el cacique había cambiado por vicios.

La espada se la envió a Buenos Aires, recibiendo como agradecimiento de don José M. Otamendi, una cartulina con la reproducción de los homenajes tributados por el gobierno. El uniforme del Comandante Otamendi habría sido el que usaba el cacique Yanquetruz cuando fue ultimado en una pulpería de Bahía Blanca.

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