A partir de 1819 en el país se
fueron definiendo claramente dos tendencias políticas: los federales,
partidarios de las autonomías provinciales, y los unitarios, partidarios del
poder central de Buenos Aires. Estas disputas políticas desembocaron en una
larga guerra civil cuyo primer episodio fue la batalla de Cepeda en febrero de
1820, cuando los caudillos federales de Santa Fe, Estanislao López, y de Entre
Ríos, Francisco Ramírez, derrocaron al directorio. A partir de entonces, cada
provincia se gobernará por su cuenta. La principal beneficiada por la situación
será Buenos Aires, la provincia más rica, que retendrá para sí las rentas de
En los comienzos de la década de
1820, la demanda creciente de productos pecuarios por parte del mercado
mundial, generó un mayor interés del gobierno bonaerense por la expansión
territorial hacia el sur con el propósito de sumar tierras fértiles que
permitieran incrementar la exportación de esos productos.
Esto llevó a que la política de
fronteras adquiera una mayor importancia en la agenda de los gobernantes. El
territorio que se quería ampliar estaba habitado por indígenas, para lo cual
era necesario definir una política fronteriza que marque los caminos que debían
tomarse para acceder a esos territorios.
Se plantearon entonces dos vías
diferentes: el avance a través de negociaciones con los grupos indígenas a los
que se incorporaría al territorio conquistado o mediante avances militares que
llevaran al sometimiento de la población originaria.
Juan
Manuel de Rosas fue electo gobernador de la provincia de Buenos Aires en 1829.
En su primer mandato que se extendió de
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