20 jun 2021

Nacimiento del pueblo

    En el año 1869 la población del partido de Juárez ascendía a 1610 habitantes. En los movimientos contables del municipio encontramos cuentas equilibradas. Los gastos generalmente tenían que ver con traslados de agentes para conducir presos, comunicaciones a través de correos a Azul, visita pastoral de sacerdotes de Tandil, manutención de presos, pago a varios chasques a la frontera con Tandil y Azul, con motivo de la invasión de indios, entre otros; por otra parte se recaudaba por boletos de señales ovinas, patentes de carros y carretas, guías pesas y medidas. También por infracciones diversas como delitos de abigeato, por compra y venta de cueros robados, por marcar animales ajenos, por falta de patentes de tiendas y pulperías ambulantes.

    El incremento de la actividad ya hacía necesaria la formación del pueblo. El 14 de enero de 1869 se reúne la Comisión Municipal presidida por Mariano Roldán quien expresó que el motivo de la sesión era constituir la idea de formar el pueblo, que debía ser el asiento de las autoridades del partido. “Después de varias ideas emitidas al respecto por la corporación, se autorizó al señor Presidente para que se dirigiera al Excmo. Gobierno, solicitando que la Comisión Municipal fuese autorizada para indicar el terreno de propiedad pública que conceptuara más adecuado al fin propuesto”, según señala el acta de la sesión.                     

    La respuesta fue favorable de parte del Gobierno autorizando a los vecinos para que indicaran el terreno donde sería trazado el futuro pueblo. En algún momento la Comisión Municipal había barajado la alternativa de ubicar el trazado del pueblo en cercanías de la Sierra La Tinta, desistiendo de ello por las dificultades que representaría la construcción de la vía férrea, que se iba tendiendo con el avance civilizador, y también por el problema que presentaba la obtención de agua en esa zona, a profundidades superiores a los precarios medios disponibles.

    Fue así que luego de varias discusiones en la Comisión Municipal, se consideró que el lugar más apto era el terreno que en el Registro Gráfico se marca con el número 62 y bajo el nombre de “Ignacio Lara”. Pero esta propuesta no fue aceptada por el Gobierno, lo que le provocó un gran malestar a Mariano Roldan determinando su renuncia al cargo de Presidente de la Comisión Municipal.

    El tema genera una inmediata reunión de dicho cuerpo, el  28 de agosto de 1870, donde Roldán señala que los motivos de la convocatoria tenían que ver con la “necesidad urgentísima de elegir el terreno para el pueblo de Juárez, tomando por base la indicación del Departamento Topográfico”, que no era el que los vecinos habían sugerido y también “la resolución indeclinable que tenía formada de dimitir el puesto de confianza con que el Superior Gobierno se había designado honrarlo”, según señala el acta de la reunión.

    Allí se dio lectura a la carta que Roldán había enviado al ministro de Gobierno de la Provincia, Dr. Antonio Malaver, en marzo de ese mismo año, donde señalaba que había aceptado el cargo para concretar “la idea que con tanto entusiasmo acaricia este vecindario, sobre la formación del pueblo que ha de servir de asiento a sus autoridades”. Agrega que “si los resultados no han coronado aún la obra empeñada, no es por falta de labor, sino que el tiempo empleado no es suficiente para verla terminada”. También señala que “causas ajenas a mi voluntad me llaman a otros puntos donde es reclamada con urgencia mi atención”.

    Roldán había puesto toda su pasión y entrega para la formación del pueblo, descuidando sus propios intereses. También observaba que el empeño que había que poner era mayúsculo, para vencer los inconvenientes muy serios que se presentaban. Ya no estaba Adolfo Alsina, que había sido sucedido por Emilio Castro.

    A través del Ministro Malaver, el Gobernador Castro no le acepta la renuncia haciéndole saber que “el Gobierno espera se preste a continuar sirviendo el puesto que tan satisfactoriamente desempeña”.

    La decisión del fundador del partido de Juárez era irrevocable, de manera que no continuaría en el cargo. Mientras tanto, la situación seguía siendo de gravedad en la zona, por la permanente amenaza de los indios que, en junio de 1870, habían invadido los campos de Tres Arroyos con un saldo de varios muertos, incendios y una veintena de cautivos.

    La Comandancia de la Frontera Sur fue asumida por Julio Campos, reemplazando a Álvaro Barros. La situación económica también era compleja por entonces por los efectos de la guerra con el Paraguay, al punto que gran parte de las guarniciones fronterizas habían quedado sin caballada de repuesto, lo que les obligaba a permanecer inactivas y expuestas a sorpresas de resultados fatales.

    Volviendo a la sesión del 28 de agosto de 1870, Roldan justificó su decisión de renunciar, a pesar de la insistencia de los miembros de la Comisión Municipal, quienes comprendieron la situación  resolviendo por unanimidad aceptar la renuncia, eligiendo para reemplazarlo al  Municipal Suplente Don  Pedro A. Rodríguez.

    Roldán manifestó su deseo de hacer la elección del terreno para levantar el pueblo antes de que tuviera lugar la entrega del Juzgado y propuso que el 4 de septiembre se reúna la Comisión Municipal en uno de los terrenos que indicaba el Departamento Topográfico, citándose para el mismo objeto a los vecinos más caracterizados del partido, a fin de que pudiesen demostrar en la práctica las ventajas que ofreciera el punto que por mayoría de los concurrentes se eligiera para la formación del pueblo.

    Reunidos ese día, el señor Roldán con algunos vecinos, entre ellos Carlos Andino, Luís Guebara, Juan Durán, Jacinto Méndez, Luís Ludueña, Juan Velásquez, Guillermo Randel y miembros de la Comisión Municipal, salieron en dos carruajes y con una pala hicieron excavaciones para conocer cual era la mejor tierra de los lotes resultando elegida por unanimidad el paraje denominado San José de Iraola, o el área designada en el Registro Gráfico con el número 119. Eran los conocidos campos de Iraola donde existiera el Cantón y donde, a poco más de una legua de ese lugar, finalmente se levanta nuestra ciudad.

    Este hecho trascendente lo fue también para Mariano Roldán que coronó así una labor intensa, tenaz y de mucho sacrificio, acompañado por un grupo de vecinos que supieron captar en las preocupaciones de Roldán, una firme determinación en el sentido de que este partido subsistiera conforme a la ley de creación y tuviera un pueblo para asiento de sus autoridades.

Pedro Rodríguez

    El día 7 de septiembre se realiza la reunión en la que se concreta la designación de Pedro A. Rodríguez como Juez de Paz y Presidente de la Comisión Municipal, en reemplazo de Mariano Roldán y se da lectura a la nota que se envía a las autoridades para la formación del pueblo de “Juárez”.

    La curiosidad en los testimonios históricos, ahondando la mirada, nos hace advertir otra gran voluntad al servicio de la creación del partido de Juárez, y es precisamente don Pedro Rodríguez.

    A partir de 1870 las autoridades locales se desenvuelven y reemplazan dentro de las incidencias clásicas para estos procesos de institucionalización de pueblos y en las circunstancias difíciles todavía existentes, ya que el asedio del malón indígena recién desapareció a fines del siglo XIX.

    La Comisión Municipal se reunía para deliberar, hasta esa fecha en el establecimiento “El Porvenir”, pasando después del alejamiento de Roldán, a sesionar por varios años en el establecimiento “La Totora”, por indicación de Pedro A. Rodríguez, siendo presidente y Juez de Paz. Es importante señalar que mientras “El Porvenir” quedaba al noroeste, casi en el límite con Tandil, el nuevo establecimiento estaba ubicado al este, de la actual población a unos diez kilómetros, situación que ofrecía mayores ventajas a los pobladores porque acortaban distancias en todas direcciones.

    Desde la Comandancia de la Guardia Nacional de Tandil, se solicita a nuestras autoridades la creación de tres postas para los chasques que desde la Comandancia de Fortín Machado (ubicada en la punta del Arroyos Seco o tercer brazo de los Tres Arroyos), se dirigían a la de Tandil en servicio público. Se propone que sean: en la casa de Eduardo Estevez, en “La Totora” y en “La Paloma” de Gardey. Sobre la primera, la autoridad local no da una respuesta inmediata, pero sí sobre las dos restantes a las que provee de diez caballos para prestar mejor servicio. Con esta decisión se corre hacia el este la vía de comunicación, dejando de lado la línea “El Porvenir” – “San Antonio”.

    En los primeros meses de gestión de Pedro Rodríguez, aún antes de haberse fundado el pueblo, se designan ocho Alcaldes para atender otros tantos cuarteles en que estaba dividido el partido, siendo ellos: Ceferino Ludueña, Fausto Lara, Emilio Cárdenas, Justiniano Díaz, José L. López, Elías Alvarado, José M. Echenagucía y Baldomero Maquiera.

Trazado y la fundación del pueblo


    Fue precisamente siendo titular de la comuna Pedro Rodríguez cuando se inicia, la consideración del trazado del pueblo. El 18 de marzo de 1871 en reunión de la Comisión Municipal se acusa recibo de una nota del Ministerio de Gobierno relativa al trazado que debía hacerse y se le comunica que los mojones necesarios se hallarán en el terreno en que debe practicarse la operación. Si bien en el mes de julio de ese año se designa al agrimensor José M. Muñiz para el trazado del pueblo, la demora en hacerse presente para iniciar las tareas genera un amplio malestar entre los vecinos, por lo cual las autoridades locales facultan a Don Mariano Roldán para que interceda ante el Gobernador a los efectos de agilizar las gestiones. 

    A pesar del compromiso y los esfuerzos, el fundador del partido no tuvo éxito en su intermediación. De todas maneras se insistió a través de gestiones del comisionado Municipal Ernesto Romero, por lo que finalmente el Gobierno atiende los reclamos y da órdenes precisas para que se realizara la mensura y trazado del ejido del pueblo. Ello tuvo lugar entre noviembre de 1872 y principios de 1874. Precisamente la fecha de aprobación de los planos del agrimensor Muñiz, el 26 de marzo de 1874, se toma como la de fundación del pueblo de Juárez.

    José María Echenagucía, que ejerció funciones de Juez e paz y presidente de la Comisión Municipal entre 1874 y 1875, fue quien pidió a los comisionados que elaboraran la reglamentación para conceder los terrenos en el nuevo trazado del pueblo.

    La misma fijaba para los solares un precio general de cien pesos el metro cuadrado. Los que solicitaban terrenos frente a la Plaza tenían la obligación a edificar todo el frente que da a la plaza, con no menos de 5 metros de altura, que las aguas de los techos no caigan a la calle y poner árboles de la especie que determine la Municipalidad. La reglamentación también reservaba solares para la construcción de edificios públicos, y para quienes ya ocupaban espacios determinados y no podían comprar el inmueble, debían abonar un alquiler.

    Con la mensura practicada y la venta de quintas, queda concretada la formación de nuestro pueblo, aunque es lógico admitir que existía una población dispersa, principalmente en inmediaciones de San Antonio.

    También en la gestión de Echenagucía se resuelve la construcción de un edificio destinado a la administración municipal y cuyo presupuesto alcanzó a la suma de 45 mil pesos, firmándose el contrato durante la gestión de su sucesor don Emiliano Domínguez. El constructor de la Casa Municipal sería Don Cosme Mendizábal, y el proyecto establecía un edificio de dos piezas de aproximadamente siete metros por cinco con un zaguán al medio detrás metros. La construcción tenía frente a la calle con dos ventanas. No se conoce la fecha de inauguración, no obstante ya en 1877 se hacían reuniones de la Comisión Municipal en ese espacio.

La amenaza del indio persistía

    Las autoridades locales seguían firmes en el objetivo de la conformación y trazado del pueblo, pero la amenaza indígena y el temor estaban latentes en la campaña. Las comunicaciones que se enviaban a las autoridades políticas de la provincia y militares de la frontera son un testimonio de ello. 

    En los archivos locales hay copiosa información donde se relata la situación que se vivía. “Del 12 al 15 de diciembre de 1874 -señala un informe- los indios saquearon la estancia Santa Clara de los señores José y Ernesto Romero, de donde se llevaron más de cinco mil vacas, setecientas yeguas, más de cuatro mil ovejas saquearon la casa de negocio y quemaron la valiosa estancia Santa Clara como la estancia de las Lomas de las Ovejas y todo el monte de sauce en la primera, y gran cantidad de pinos y cuatro puestos más. En este partido fue el establecimiento que más sufrió por ser allí la reunión de la indiada con los arreos y donde estuvieron dos días acampados”.

    El 21 de marzo de 1875 el Juez de Paz Romero informa al ministro de Gobierno de la provincia que “el 17 del corriente los indios han penetrado en este Partido y salieron el 19 arreando cuanto han encontrado y quemando cuantas poblaciones han hallado. Puedo asegurar al señor Ministro que en todo el partido de Juárez arrean yeguas, caballos, vacas, ovejas y cuanto encuentran. Hay que notar que en esta invasión se han visto muchos indios con armas y hay quien asegura que hasta con Rémington venían. Igual operación hicieron en Santo Tomás de Areco, La Paloma, Estancia del señor Echenagucía y otras que se han resistido, no han podido conseguir hacerles rendir aún con número inmensamente mayor del que se resistían, como sucedió en Santo Tomás que estuvieron atacando tres días seguidos a seis hombres. El partido está atemorizado de un modo extraordinario y la mayor parte de sus habitantes se han refugiado en este pueblo encontrando un apoyo para salvarse de las depredaciones de los indios”.

    “No puedo calcular el monto -continúa el parte- de los ganados que llevan ni el número de indios que han penetrado en el Partido, solo podré asegurar que en las cuatrocientas leguas que tiene este partido, entre 25 y 30 leguas son las que no han  pasado los indios; todo lo demás lo han destruido y asolado.”

    También existieron oportunidades donde los indígenas tuvieron suerte adversa en sus correrías. La situación era tan compleja por entonces, que no solo preocupaban los indios enemigos, sino también los aliados. El Juez Romero se queja ante el ministro de Gobierno en una nota en la que señala: “Mientras Ud. no haga prohibir completamente la licencia que se les concede a los indios amigos de bolear dentro de la línea de fortines no nos veremos libres de estos robos y asesinatos”.

Últimas invasiones indígenas

Manuel Namuncurá

    El año 1876 debía marcar en la historia de la guerra con los indios, el último malón contra los campos del partido de Juárez – señala el historiador Salvador Romeo en su obra “San Antonio” – Sus efectos, como otras veces, fueron desastrosos y la indiada llego hasta las mismas chacras que rodeaban el pueblo en un afán de ponerse a la vista de los vecinos. “La bulla de indios”, como se llamaba típicamente a las alarmas producidas, entre los vecindarios despavoridos que vivían con parejeros a estaca para no dejarse sorprender por el malón, no se repitió en nuestros campos hasta 1876, cuando en derroche de osadía, burlando a las fuerzas del ejército acantonado en fortines avanzados, 3000 lanceros de Namuncurá se lanzaron por última vez sobre los partidos de Juárez, Tres Arroyos y Necochea.

    Las autoridades de Juárez y los vecinos vivieron aquellas horas terriblemente trágicas, en medio de un desconcierto que se hizo clamor, aunque felizmente los indios no atacaron el pueblo, pero se dejaron ver en las inmediaciones.

    Terminaba noviembre de 1876, y todavía los indios inquietaban la vida del partido de Juárez. Con fecha 26 de ese mes se informaba al Juez de Paz de Azul que  una partida de indios había invadido el partido: “… en la madrugada de este día se sintió un tiroteo en la estancia del señor Zeballos, cerca del lugar denominado “La Paloma”; en ese lugar fueron encontrados los cadáveres de seis vecinos que intentaron resistencia.” 

    Estos son los capítulos finales de la guerra con el hijo de la pampa. Juárez no llevaba todavía una década de vida y los sinsabores de sus vecinos habían sido muchos. A partir de 1877 el partido y el pueblo de Juárez vivieron la era tan ansiada de paz, ya que el problema del indio se alejaba de sus campos.

Ernesto Romero

Ernesto Romero
    Otro de los hombres que desde la gestión comunal trabajó antes, durante y después de su mandato a favor de la organización del incipiente pueblo fue Ernesto Romero, quien gestionó entre 1877 y 1878.

    En esa gestión, se instaló en Juárez el primer médico, Dr. Adolfo N. Martínez, quien impulsó la creación de un Hospital Municipal para atender a los vecinos de menores recursos. También se designa el primer escribano del pueblo, el señor Francisco Maimó, quien logró la autorización de las autoridades el 16 de octubre de 1878

    El 2 de julio de 1878, se aprueba una ordenanza sobre tierras del ejido, cuya finalidad era acelerar los trabajos de población. La misma imponía plazos a quienes habían cumplido parcialmente con la construcción de sus viviendas y aún no la habitaban, por lo cual podrían ser considerados terrenos baldíos. En ese año se hace la traza del actual cementerio, al aprobarse un proyecto del señor Félix Perugui. El primero estuvo detrás del actual por donde pasa la ruta 3, era un pequeño terreno rodeado de un cerco, fue donde sepultaron las victimas de San Antonio de Iraola, luego los vecinos por costumbre lo hicieron allí. Al tirarse el camino aparecieron alrededor de 300 cadáveres que las autoridades de entonces dispusieron recogerlos y echarlos al osario. La primera sepultura fue la de doña Manuela Sarmiento de 58 años que murió de repentina el 11 de octubre de 1878. El primer administrador del cementerio fue Bautista Dell’ Avo hasta 1901; al fallecer lo reemplazó su sobrino José Dell’ Avo.

Procesos dinámicos

    Hasta la desaparición del malón a fines del siglo XIX, las autoridades locales se desenvuelven y reemplazan dentro de las incidencias clásicas de estos procesos de institucionalización de pueblos y en las circunstancias difíciles todavía existentes. 

    Durante 1884 y 1885 la autoridad fue Nicanor Islas, al frente del partido, a quien le sucede, nuevamente en esa función Pedro Rodríguez (1886/1888), quien realiza una muy buena gestión y se retira de Juárez con escasos recursos, hacia la capital Federal y luego a España, su país natal, donde fallece.

    Mariano Pereyra ocupa la presidencia del municipio en 1888 y en su transcurso adhiere a la Liga del Sur, un movimiento político gestado en Tres Arroyos por Teófilo Gomila. En noviembre de 1890 se realizan elecciones, resultando electo el señor Pedro Hardoy que, sin embargo no asume el cargo.

    Por ley del 16 de septiembre de 1889, durante la gobernación de Máximo Paz, Juárez debe ceder tierras de su partido para crear el de Laprida.

    Desde 1890 hasta 1897, la administración municipal sufre las consecuencias del convulsionado frente político que vivía el país. Recordemos la Revolución de 1890. Esto generó los interinatos en la conducción de nuestro distrito en el que se sucedieron Vicente G. Silveyra (1891/1892), Marcos Villafañe (1893/1894) y Miguel Lasota (1895/1896), un hombre con mucho arraigo en la población.

    En las elecciones legislativas de marzo de 1896, es electo Urbano García, al ir como candidato en primer término para presidente del Concejo Deliberante, por el Partido Nacional. El 1º de enero de 1897 don Urbano García es elegido Intendente Municipal comprendiendo su mandato, dos períodos anuales más: 1898 y 1899.

    Federico Bunge sucede a Urbano García como intendente municipal y ejerce hasta el 1900 seguido luego por Miguel Lasotta. Federico Bunge era hermano del Coronel Rodolfo Bunge, persona de gran predicamento en altas esferas y propietario del establecimiento “El Socorro”.

Hombres que pasaron por el municipio hasta 1901

    Poco antes de la caída de Rosas se habían creado las Comisiones Municipales, elegidas por el Gobernador, que asesoraban al Juez de Paz en las tareas edilicias. En 1858 la Corporación Municipal era integrada por miembros elegidos por el vecindario quienes proponían al Gobernador la terna de candidatos para Juez de Paz. En 1872 se recortaron las atribuciones del Juez de Paz al crearse las Comisarías.

    El Juez de Paz era además el Presidente de la Comisión Municipal. En nuestro distrito, hasta 1886 fueron autoridades los siguientes vecinos:

1868: Presidente, Mariano Roldán; secretario, Aurelio Lavié; vocales: Nicasio Alvarado, Antonio López y Emilio Cárdenas.

1869: Presidente, Mariano Roldán; secretario, Aurelio Lavié; vocales: Elías Alvarado, León López y Emilio Cárdenas.

1870: Presidente, Mariano Roldán; secretario, Aurelio Lavié; vocales: Nazario Iranzo, León López, Genaro Iranzo y Emilio Cárdenas.

1877: Presidente, Ernesto Romero; secretario Juan M. Arrillaga; municipales: José M. Echenagucía, Pedro A. Rodríguez, Emiliano S. Domínguez, Guillermo Randel y Juan Velázquez.

1879: Presidente, Genaro Iranzo; tesorero, Anselmo Adaro; culto, instituciones públicas y tierras, Ernesto Romero; policía, José M. Echenagucía; juri de patentes, Angel Zibecchi y Evaristo Salice

1882: Presidente, Genaro Iranzo; tesorero, José M. Echenagucía; policía Manuel González; tierras, Nicanor Islas; municipales, Paulino Amarante, Emiliano Domínguez y Ernesto Romero.

1883: Presidente, Genaro Iranzo; Secretario, Juan F. Vacas; tesorero, Ernesto Romero; Procurador, Emiliano Domínguez; policía, Nicanor Islas; tierras, Máximo Pérez.

1884: Presidente, Pedro A. Rodríguez; suplentes, Nicanor Islas, Genaro Iranzo, Julio Casol, Luis Crelles, Edelmiro Moura, Pompeo Proverbio y J. E. Maestre.

1885: Presidente, Nicanor Islas; suplentes, Severo Arce, Máximo Pérez, Juan Velázquez, Antonio Espiño y Emiliano Domínguez.

En 1886 se sanciona la Ley Orgánica de las municipalidades que creaba el cargo de intendente municipal, cabeza del Departamento Ejecutivo y que circunscribía la otrora todopoderosas atribuciones del Juez de Paz. También se creaba el Concejo Deliberante, actuando en nuestro distrito, hasta 1901, las siguientes autoridades: 

1889: Presidente, Marcos Villafañe; vice 1º, José S. Courreges; vice 2º, Vicente Liuzzi; municipal, Tiburcio Martínez Vivot.

1893: Presidente, Juan Mulle; vice 1º, Carlos Miranda Naon; vice 2º, Emilio Rieke; municipales, Ricardo Urioste, Alfonso Taglioretti, Jorge Massón y Dionisio Guglielmetti.

1898: Presidente, Alberto Oñaederra; vice 1º, Francisco Robledo; vice 2º, Juvencio Herrera, Dionisio Guglielmetti, Angel Vela, Ignacio Calderón, Fabio Torchelly y Manuel Mujica

1899: Presidente, Alberto Oñaederra; vice 1º, José Romero; 2º, Angel Vela, , Juvencio Herrera, Dionisio Guglielmetti (renunció), Fabio Torchelli, Nicolás López y Manuel Mujica

1900: Presidente, Alberto Oñaederra; vice 1º, José A. Romero; vice 2º, Angel Vela, Manuel Mujica, Manuel Ballester, Juvencio Herrera, Nicolás López y Pablo Garraza.

1901: Presidente, Federico Bunge; vice 1º, Angel Vela (renunció incorporaron suplente); vice 2º, Pablo Garraza (renunció), Arturo Hernández, Nicolás López, Pedro Melo, Venancio Caparrós, Justiniano Díaz (renunció), Dionisio Guglielmetti (renunció), Juvencio Herrera, Vicente Vázquez y Manuel Ballester.



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