En los comienzos del siglo XX la
actividad aeronáutica siempre generaba un gran interés motivado, y los juarenses no escapaban
a esa atracción. Un primer acontecimiento ocurre en 1914, con la visita del
piloto Mayor Eduardo Olivero (foto), quien se alistó en
las filas italianas combatiendo en la Primera Guerra Mundial. Era oriundo de Tandil y fue un 14 de agosto que aterrizó
en Juárez en una visita de cortesía que generó una gran novedad para los vecinos.
ESCUELA DE VUELO
En
1921 la actividad de vuelo civil estaba creciendo con fuerza, y uno de los
sectores más interesados en esta nueva maravilla era el de los productores
agrícolas y ganaderos, quienes veían en el avión un medio de transporte
interesante para regiones donde la infraestructura vial era casi inexistente.
Como además disponían del dinero necesario, nuestros terratenientes se
transformaron en clientes importantes para la compra de aviones de uso privado,
lo que a su vez trajo aparejado el crecimiento de otro sector: el de las
escuelas de vuelo del interior del país, las que muchas veces también fueron
agentes de ventas de aviones.
“En
Juárez, -dice la revista Noticias e Historias de la Aviación Civil Argentina- un
pueblo del sur de la provincia de Buenos Aires, se reunieron a fines de 1920
Marcial Castells y dos vecinos de apellido Mindus y Mapletton para conformar
una empresa que se dedicaría a la enseñanza del vuelo mecánico y al desarrollo
de la aviación en la zona. Se llamó Escuela de Vuelo de Juárez y se instaló en
un campo de 400 por 500 metros de propiedad de Castells, ubicado a 1200 metros
al noroeste de la estación del entonces Ferrocarril Sud, montándose un
importante hangar con capacidad para cuatro aviones”.
“Lo
curioso del caso –continúa la publicación- es que cuando el 26 de mayo de 1921
se inauguró oficialmente la escuela, también se presentó el avión con que se
iban a dictar los cursos: un Central Centaur IV equipado con un motor radial
Anzani de 100 hp. La instrucción estaría a cargo de un teniente piloto aviador
de la Royal Air Forcé de apellido Lewis, quien habría traído y armado el avión.
El interés de los habitantes de la zona fue enorme, a tal punto que muchos se
anotaron para iniciar el curso, mientras que el aeródromo se transformó en un
lugar de paso para muchos aviadores de la época. Concurrieron a la inauguración
pilotos que ya se estaban haciendo famosos, como Guillermo Hillcoat y Julio
Pedro Hansen con sendos Curtiss JN-4D y Pedro Artigau con uno de sus Sopwith 1
½ Strutter, quienes efectuaron demostraciones de acrobacia y llevaron pasajeros
en vuelos de bautismo”.
“El
aeródromo –señala- funcionó con bastante éxito, pero la escuela de vuelo
aparentemente no llegó a iniciar sus actividades, o si lo hizo, fue por muy
corto tiempo, pues en el listado de escuelas de 1922 ya no aparece. Me
arriesgaré a sugerir que quizás el Centaur IV tuvo algún percance en uno de sus
primeros vuelos, lo que lo dejó fuera de servicio. Esto, sumado a la presión de
una creciente cantidad de aeroclubes que se iban fundando en los pueblos y
ciudades de la provincia de Buenos Aires, hizo que el negocio de las escuelas
de vuelo privadas y pequeñas dejara de serlo”.
El 31 de marzo de 1945 fue fundado el Aeroclub Juárez, que se instaló en el predio del Aeroparque municipal, cedido por las autoridades locales, a la altura del kilómetro 136 de la ruta provincial 86. La entidad trabajó afanosamente para cumplir los objetivos del desarrollo de la actividad aérea en el distrito capacitando y brindando servicios.
Una situación
atípica se planteó cuando un proyecto del Senador Eduardo Carvajal impulsaba
expropiar 107 hectáreas del monte de San Antonio, en 1946 de propiedad de la
familia Jacobé, para destinarlo a un parque provincial e instalar allí el
aeródromo municipal. El proyecto lo aprobó la Legislatura y la Fiscalía de
Estado tomó posesión del predio por el que depositó, a nombre del propietario
Martín Jacobé, la suma de $ 64.000.-
La concreción
del proyecto y la firma de la documentación correspondiente se concretó en
septiembre de 1949, en un almuerzo que los miembros del Aero Club de Juárez
hicieron al intendente Chayer. El acto de gobierno fue ratificado políticamente
con la presencia del Gobernador Mercante que visitó el lugar. Pero a pesar de
las mejoras que había realizado en el predio, en marzo de 1956 un decreto del
Gobernador Aloe, impone el desalojo del Aeroclub y la restitución a la familia
Jacobé del terreno que había sido expropiado.
Un lamentable
accidente con un avión Piper de la entidad, ocurrido el 27 de octubre de 1963,
donde perdieron la vida Abel Juan Miraglia y Nazario Oscar Goñi, ambos de 22
años, al embestir cables de alta tensión cerca de Tandil, impusieron un impasse
en la actividad de la entidad hasta 1967 en que se conforma una nueva comisión
encabezada por Domingo Maríngola, Homero Suárez, Enrique Di Luca y Carlos De
Pietro, entre otros.
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