1 ago 2021

Primeras Expediciones

Gral. Martín Rodríguez
     

La historia de los campos que hoy conforman el partido de Juárez, comienza con la Independencia nacional. Antes, durante la época española, esta fue zona de expediciones, de “estudios”, pero no de poblaciones estables. Era el desierto que se dejó al indio. Puelches, tehuelches, pampas, araucanos, etc. surcaron de manera errante estas regiones del centro sur de la actual provincia de Buenos Aires, fijando aquí y allá sus fugaces tolderías. La vida organizada terminaba prácticamente a orillas del Río Salado.

El General Martín Rodríguez, que fuera fundador de Tandil, en 1823 llega con sus tropas hasta las inmediaciones del actual pueblo de Micaela Cascallares, cruzando campos de Juárez y celebra con éxito tratados de paz con los caciques más importantes. Cinco años más tarde el Coronel Estomba, marcha por estos campos al frente de su división que terminó con la fundación de Bahía Blanca.

Al promediar el siglo XIX, la zona de Juárez, con sus puntos históricos de referencia, “La Tinta” y “San Antonio”, ya se hallaban dentro de la campaña que el gobierno estudiaba con gran interés  para incorporarla a la vida civilizada del país. Estos campos constituían una vasta extensión que servía de escenario a los indios  pampas y ranqueles, aborígenes que tenían como jefe supremo al cacique Calfucurá, con su cuartel general en los parajes conocidos como Salinas Grandes, donde habían formado una población de miles de individuos. De Salinas Grandes salían las grandes invasiones que asolaban la campaña bonaerense con sus robos impresionantes de haciendas, incendio de poblaciones y muertes de vecinos. La historia de Buenos Aires registra esa situación, penosa y sacrificada, en la dura etapa de la guerra de fronteras. Juárez no fue una excepción. Estos mismos campos magníficos, prósperos en ganadería, con sus quebradas y sus sierras, también fueron escenarios de trágicas contiendas.

La Tinta: La primera batalla

Algunas medidas arbitrarias del gobierno en 1820 produjeron la sublevación de los indios. Pichilonco, Ancafilú, Anepán y Catriel situados sobre los arroyos de Chapaleofú y Los Huesos. También Llampilco conocido con el nombre de Cacique Negro II (Tehuelche), levantó sus tolderías y haciendas para internarse en el desierto, no sin antes robar y saquear establecimientos; entre otras se apoderó de las haciendas de Nicanor Ezeiza. Este hecho hizo que el Comandante Ramón Lara saliera tras la búsqueda del cacique Llampilcó alcanzándolo a 15 leguas de Tandil en la Sierra de La Tinta (en cercanías de la actual Barker) donde los milicianos fueron derrotados por las fuerzas indígenas, a partir de una enorme superioridad numérica. El Comandante Lara fue herido en la contienda y escapó milagrosamente de caer en manos de los aborígenes gracias a la ligereza de su caballo “pampa”.

Posiblemente aquella pequeña acción en La Tinta fue el primer hecho de armas en estas campañas y el nombre de esta serranía sirvió como punto de referencia para toda la comarca. Se le da el nombre de “La Tinta” debido a la abundancia de ocre existente en el lugar (oxido de hierro) que los indígenas utilizaban para pintar sus cuerpos y teñir sus pieles.

    Expedición al sur

El Gobierno pensaba seriamente en ampliar las fronteras hacia el sur y el oeste. La situación que se vivía en la zona de las sierras próximas a Tandil, determinó el inicio de la campaña militar que comandó el General Martín Rodríguez. La expedición partió a fines de 1820 y el 4 de enero de 1821, comunicaba el General Rodríguez que a 8 leguas de las sierras del Tandil, sorprendió a las tolderías de Ancafilú y Anepán, sobre las márgenes del Chapaleofú, que por estar a nado, impidió que el éxito fuera completo escapándose los caciques con los hombres de pelea.

Aún cuando esta primera expedición de Martín Rodríguez no tuvo brillante resultado militar, pues emprendió el regreso asediado por grupos hostiles de lanceros, dio un resultado positivo y trascendental cual fue el definitivo alejamiento de las numerosas tribus de los caciques Ancafilú,  Pichiloncó, Cacique Negro, Catriel, Anepán, Antonio Grande, Landau, Neukapan, Pichiman y otros, que trasladaron sus toldos a la falda de la Sierra de la Ventana y Pillahincó.

Martín Rodríguez inició una segunda expedición dirigiéndose al sitio que hoy ocupa Tandil, donde instruyó el levantamiento del Fuerte, que le dio el nombre de Independencia, a cuya falda se realiza posteriormente el trazado del pueblo.

Combate en La Perfidia (La Salada)

Una vez construidas las defensas del Tandil, el Gobernador trató de negociar con los Pampas, cuyos lenguaraces, con nutridas comitivas, se llegaban al Fuerte y ofrecían comerciar sus mercancías. Lo que más interesaba a los indígenas en realidad era observar la verdadera potencialidad del ejército blanco. Durante las conversaciones, en las que participaban importantes caciques, como Ancafilú, Pichiloncó, Lincon y Cayupilqui, con sus rostros pintados y sus emplumados sombreros, los indios trataron de exigir que el "Capitán Grande (El General Rodríguez)" en persona fuera a los toldos a negociar con ellos.

 Como se recelaba la intención de los Pampas -y para no malograr la posibilidad de un pacto - se ofrecieron varios oficiales para ir como rehenes a las tolderías. Así, el 8 de mayo de 1823, fueron muy confiados, el Teniente Coronel Miller, el Sargento Mayor Juan Bulewski, el Teniente de Húsares Montes, los Capitanes Juan Bot, C. Ferrer y Alvendin, dos cornetas y un lenguaraz.

 Junto a la laguna, que estaba al pie de los cerros de Cinco Lomas, se hacían las conversaciones, que los indios prolongaban deliberadamente. Como ya se sospechaba, no hubo acuerdo final. Los aborígenes simularon poner en libertad a los rehenes, los que, al salir de las tolderías fueron ferozmente lanceados, en medio de un intenso griterío. Por la actitud de los indios, la laguna ganó su nombre de "La Perfidia", la que hoy se conoce como La Salada, en cercanías de Tedín Uriburu.


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