La actividad
molinera se inició hace más de 130 años en Juárez y fue antes de que se fundara
el partido. El punto de referencia es el molino de Bernardo Paglini, un
Piamontés, que en 1857 adquiere una carreta, compra mercaderías de almacén y
tienda, para la venta, y sale rumbo al sur desafiando la llanura inhóspita y la
amenaza indígena.
Llega
a Juárez con su tío y en 1859 instaló el primer molino harinero y panadería
construido en la torre que aún se puede ver en la ex quinta de las Hermanas
Azules.
El
funcionamiento era primitivo, el mecanismo era un molino a viento y una rueda
de madera con aletas registrables. En 1870 se decidió por una planta más
moderna, que aumentaba la producción, accionada a través de un motor a vapor.
Los
hermanos Bautista y Dionisio Guglielmetti llegaron a Juárez entre 1885 y 1890.
Hasta la fundación del molino, estos inmigrantes italianos fueron forjando su
porvenir y el de su pueblo elegido. Bautista siempre fue comerciante y en la
actual esquina de Urquiza y Chacabuco instaló un puesto de frutas y anexos
hasta que se asoció con Bernardo Paglini, que era propietario, como señalamos
al comienzo, del primer molino harinero de la zona y el segundo de la
provincia. Tras la disolución de la sociedad con Paglini, a Guglielmetti le
tocó el predio de alrededor de 120 hectáreas donde se ubica actualmente la
Terminal de ómnibus. Luego Bautista habría comprado el terreno donde hoy está
emplazado el molino.
Posteriormente,
en el edificio contiguo a la actual Panadería “La Juarense”, los hermanos
Guglielmetti comenzaban con “La Torinesa” un comercio dedicado a la elaboración
y venta de fideos. Esta empresa fue continuada con “El Galileo”, primitiva
denominación que recibió el molino. Dionisio y Bautista Gugliemetti se
asociaron entonces con Ángel y Cayetano Zibecchi, terratenientes y propietarios
de varios negocios de ramos generales en Juárez y otros lugares de la zona,
conformándose la sociedad Guglielmetti hnos. y Zibecchi Ltda.
SE
FUNDA “EL GALILEO”
“El
Galileo” se fundó el 1 de noviembre de 1892, pero se fijó como fecha inaugural
el 17 de abril de 1893. La producción inicial era de 50 bolsas de harina por
día.
Don
Bautista era emprendedor, algo aventurero, muy progresista y rápido para los
negocios. Una de las ventajas fue la adquisición de máquinas trilladoras, llegó
a tener un total de doce. Organizó un sistema comercial en el que aglutinó a
chacareros de Chaves, Necochea, Azul, Chillar, conectándose con la colectividad
italiana. Les daba semillas de trigo para que siembren. Pagaba los gastos de
labranza del año y hasta el mantenimiento de la familia. Una vez maduro el
cereal mandaba las hileradoras-segadoras (siempre a caballo) para que
gavillaran e hicieran parvas hasta la llegada de la trilladora. Esta máquina
ocupaba una veintena de hombres desde febrero a abril. Al terminar el ciclo el
chacarero ya estaba arando nuevamente.
El
molino siempre obtenía ganancia. Si algún chacarero quedaba con alguna deuda,
era pagada con el precio que Guglielmetti le fijaba al cereal.
Pronto
llegó la tecnificación y la empresa adaptó sus herramientas a la llegada de la
energía eléctrica. En la década del 40 se producían 600 bolsas de harina y 4000
kilos de fideos por día.
La empresa, que había iniciado un proceso
ambicioso de tecnificación y ampliación de la planta, sufrió los embates de las
sucesivas crisis económicas del país. Para mantener la actividad debió integrar
nuevos capitales que por su volumen, dieron paso a una nueva firma propietaria,
Morixe, a la que también las crisis que afectaban al sector, cambiaron la
titularidad de la empresa, manteniendo la marca.
Es
tiempo de valorar, por un lado los 100 años que la familia Guglielmetti mantuvo
en pie esta actividad industrial, fundamental en la economía y el crecimiento del
partido; y por otro lado el impulso que los actuales propietarios le están
dando, ampliando instalaciones, instalando la marca en todo el país, generando
fuentes de trabajo y aplicando tecnología de punta, para una ascendente
producción.
OTRO
MOLINO Y PANADERIA “UNIVERSO”
Si nos referimos a la molinería, de fines del
siglo XIX no podemos dejar de mencionar a una de las primeras panaderías del
pueblo que instala Pompeo Proverbio, propietario del “Molino a Vapor y a
Viento”, con el nombre “Universo”. Tras su fallecimiento en un accidente
ferroviario en 1887 se hace cargo don Hilario Ferro que le pone el nombre de ”
El Molino”, para en 1909 venderla a Manuel Ferro, Tomàs Prada y Jose Cerda, los
que la denominan “La Espiga de Oro” manteniéndose hasta la actualidad en el
mismo rubro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario