Según el investigador Auguste
Guinnard, Yanquetruz fue a Bahía Blanca para entenderse con los soldados
argentinos respecto de la organización de una fuerte expedición que debía
dirigirse contra las fuerzas pampeanas y tehuelches, sometidas a Calfucurá.
“Los indios entre quienes yo vivía en aquella época (los de Calfucurá), en
calidad de esclavo - dice Guinnard – habían jurado muchas veces la muerte de
Yanquetruz”. Esto confirma que el amo de las pampas, en conocimiento de lo que
se tramaba, tendió una celada a Yanquetruz, utilizando al Capitán Jacinto
Méndez, para eliminarlo.
La voz más corriente en Bahía
Blanca, al conocerse el asesinato, como decimos, es que el capitán Méndez, de
Guardias Nacionales, inducido por Calfucurá, mató de una puñalada por la
espalda a Yanquetruz, en la pulpería de Luís Silva, frente a la plaza de la
entonces aldea, durante una borrachera.
Hay otras y muy contradictorias
versiones sobre la muerte de Yanquetruz. En la prensa capitalina no se ponían de
acuerdo en torno a cómo ocurrieron los hechos. El diario “El Nacional” dirá que
Méndez actuó tan solo como componedor ante una agresión de que era objeto
Yanquetruz y no para hacerle daño alguno, sino para protegerlo. “El 24 de
octubre -dice el diario- estaba muy ebrio y pegó dos bofetadas a un sargento de
Guardias nacionales en las carreras e insultó al pueblo de Bahía Blanca e
indios amigos y los desafió; se había puesto la divisa colorada en la gorra
gritando: ¡viva Rosas, mueran los salvajes unitarios!, atropellando las
pulperías y cuanto encontraba en la calle. Los nacionales e indios amigos se
reunieron y concluyó la fiesta con matarlo a puñaladas. Yanquetruz iba vestido
con la casaca del comandante Otamendi de lo cual hacía mucho alarde y de
haberlo muerto…”
Más mesurada es “La Tribuna” del 10
de noviembre, la que informa: “Parece que el cacique, en un estado completo de
ebriedad, asistió a unas carreras, de cinta colorada en el sombrero, dando
gritos de muera el pueblo de Bahía Blanca, y desafiando a todo el mundo,
llegando hasta amenazar a algunas personas, de donde resultó la muerte de
Llanquetruz. Más de 40 hombres, tomaron parte en la lucha, muriendo cuatro
indios más”.
Guinnard que en esos días de 1858 estaba en las tolderías de Calfucurá, al referirse al caso expresa: “Como suelen hacer los indios, muy amantes de las bebidas alcohólicas, entró Yanquetruz en una pulpería para librarse al placer de beber, pero se encontró allí cara a cara con un oficial argentino, que al reconocerlo le reprochó amargamente la muerte de varios parientes suyos, oficiales como él y víctima de su traición. Las respuestas inconvenientes que le dio Yanquetruz lo irritaron de tal modo, que sacó de pronto una pistola y le destrozó la cabeza”. El tal oficial a que hace mención no es otro más que el Capitán Méndez y al que el mismo Calfucurá reconoce como autor del homicidio.
El historiador Guardiola Plubins
afirma que “el 24 de octubre de 1858, en el boliche de Silva, ubicado en la
primera cuadra de la calle Zelarrayán, los parroquianos vieron ingresar a
Yanquetruz vistiendo pomposamente el uniforme del difunto teniente coronel
Otamendi, lo que desató el repudio de los oficiales de la Guardia Nacional allí
reunidos. Ante las recriminaciones de los soldados, Yanquetruz les recordó que
el coronel Villar le había asignado el grado de oficial y que era jefe de las
fuerzas indígenas auxiliares de Bahía Blanca. La discusión, mezclada con los
vahos de ginebra, no tardó en caldearse y cuando el cacique echó mano a su
filosa daga fue apuñalado desde atrás por el capitán Jacinto Méndez, un sujeto
de avería”.
EL BOLICHE DE SILVA |
Señala Cuadrado Hernández que el
comandante José Olegario Orquera, que se hace cargo del fuerte en 1859, en una
carta enviada a Mitre denuncia la indisciplina de las fuerzas encargadas de la
defensa de la población. Señala que hay una gran desorganización en la guardia
nacional de caballería, “mandada por un forajido sin más título que el haber
muerto a traición a dos caciques (Pascual y Yanquetruz), sin vínculo ninguno en
este destino, así como los humores de guapetón y altas pretensiones de
caudillaje con que siembra el desorden y
la anarquía en esta tropa, guardia nacional, que en el fondo todo es
bueno, y solo hay malo este sujeto y uno o dos oficiales más, que la extravían
con sus malas doctrinas…”.El comandante, hacía referencia al capitán Méndez.
Se desconoce qué suerte corrió este
“guapetón” que acabó con la vida de Yanquetruz, un indio que no era un santo
pero tampoco un sanguinario como suelen pintarlo. Su conducta no estuvo peor
encaminada que la de muchos célebres paladines de la civilización.
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