6 mar 2022

LA MUERTE DEL CACIQUE YANQUETRUZ

 


    Según el investigador Auguste Guinnard, Yanquetruz fue a Bahía Blanca para entenderse con los soldados argentinos respecto de la organización de una fuerte expedición que debía dirigirse contra las fuerzas pampeanas y tehuelches, sometidas a Calfucurá. “Los indios entre quienes yo vivía en aquella época (los de Calfucurá), en calidad de esclavo - dice Guinnard – habían jurado muchas veces la muerte de Yanquetruz”. Esto confirma que el amo de las pampas, en conocimiento de lo que se tramaba, tendió una celada a Yanquetruz, utilizando al Capitán Jacinto Méndez, para eliminarlo.

    La voz más corriente en Bahía Blanca, al conocerse el asesinato, como decimos, es que el capitán Méndez, de Guardias Nacionales, inducido por Calfucurá, mató de una puñalada por la espalda a Yanquetruz, en la pulpería de Luís Silva, frente a la plaza de la entonces aldea, durante una borrachera.

    Hay otras y muy contradictorias versiones sobre la muerte de Yanquetruz.  En la prensa capitalina no se ponían de acuerdo en torno a cómo ocurrieron los hechos. El diario “El Nacional” dirá que Méndez actuó tan solo como componedor ante una agresión de que era objeto Yanquetruz y no para hacerle daño alguno, sino para protegerlo. “El 24 de octubre -dice el diario- estaba muy ebrio y pegó dos bofetadas a un sargento de Guardias nacionales en las carreras e insultó al pueblo de Bahía Blanca e indios amigos y los desafió; se había puesto la divisa colorada en la gorra gritando: ¡viva Rosas, mueran los salvajes unitarios!, atropellando las pulperías y cuanto encontraba en la calle. Los nacionales e indios amigos se reunieron y concluyó la fiesta con matarlo a puñaladas. Yanquetruz iba vestido con la casaca del comandante Otamendi de lo cual hacía mucho alarde y de haberlo muerto…”

    Más mesurada es “La Tribuna” del 10 de noviembre, la que informa: “Parece que el cacique, en un estado completo de ebriedad, asistió a unas carreras, de cinta colorada en el sombrero, dando gritos de muera el pueblo de Bahía Blanca, y desafiando a todo el mundo, llegando hasta amenazar a algunas personas, de donde resultó la muerte de Llanquetruz. Más de 40 hombres, tomaron parte en la lucha, muriendo cuatro indios más”.

    Guinnard que en esos días de 1858 estaba en las tolderías de Calfucurá, al referirse al caso expresa: “Como suelen hacer los indios, muy amantes de las bebidas alcohólicas, entró Yanquetruz en una pulpería para librarse al placer de beber, pero se encontró allí cara a cara con un oficial argentino, que al reconocerlo le reprochó amargamente la muerte de varios parientes suyos, oficiales como él y víctima de su traición. Las respuestas inconvenientes que le dio Yanquetruz lo irritaron de tal modo, que sacó de pronto una pistola y le destrozó la cabeza”. El tal oficial a que hace mención no es otro más que el Capitán Méndez y al que el mismo Calfucurá reconoce como autor del homicidio.

    El historiador Guardiola Plubins afirma que “el 24 de octubre de 1858, en el boliche de Silva, ubicado en la primera cuadra de la calle Zelarrayán, los parroquianos vieron ingresar a Yanquetruz vistiendo pomposamente el uniforme del difunto teniente coronel Otamendi, lo que desató el repudio de los oficiales de la Guardia Nacional allí reunidos. Ante las recriminaciones de los soldados, Yanquetruz les recordó que el coronel Villar le había asignado el grado de oficial y que era jefe de las fuerzas indígenas auxiliares de Bahía Blanca. La discusión, mezclada con los vahos de ginebra, no tardó en caldearse y cuando el cacique echó mano a su filosa daga fue apuñalado desde atrás por el capitán Jacinto Méndez, un sujeto de avería”.

EL BOLICHE DE SILVA


    Señala Cuadrado Hernández que el comandante José Olegario Orquera, que se hace cargo del fuerte en 1859, en una carta enviada a Mitre denuncia la indisciplina de las fuerzas encargadas de la defensa de la población. Señala que hay una gran desorganización en la guardia nacional de caballería, “mandada por un forajido sin más título que el haber muerto a traición a dos caciques (Pascual y Yanquetruz), sin vínculo ninguno en este destino, así como los humores de guapetón y altas pretensiones de caudillaje con que siembra el desorden y  la anarquía en esta tropa, guardia nacional, que en el fondo todo es bueno, y solo hay malo este sujeto y uno o dos oficiales más, que la extravían con sus malas doctrinas…”.El comandante, hacía referencia al capitán Méndez.

    Se desconoce qué suerte corrió este “guapetón” que acabó con la vida de Yanquetruz, un indio que no era un santo pero tampoco un sanguinario como suelen pintarlo. Su conducta no estuvo peor encaminada que la de muchos célebres paladines de la civilización.

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