El patagónico más conocido por
Yanquetruz “el joven”, cuyo nombre real era José María Bulnes Llanquetruz, que
tenía en su haber la inmolación del teniente Coronel Nicanor Otamendi y 126
soldados, en la batalla de San Antonio de Iraola, era un sobresaliente
personaje por su trayectoria y características personales. Tan inusitada es su
historia que Yanquetruz fue el único cacique que aprendió a leer y escribir y
que signaba con su firma la correspondencia, los documentos y los tratados con
autoridades. Lo más asombroso en Yanquetruz es que de no haber fallecido a tan
temprana edad, tras hacer las paces con el gobierno de Buenos Aires, pudo haber
sido el hombre en óptimas condiciones de poner fin a la Confederación Indígena
de Calfucurá.
El padre de Yanquetruz era el
cacique Cheuqueta de origen Tehuelche meridional, que ejercía su cacicazgo en
inmediaciones de Santa Cruz. En fecha no precisada, Cheuqueta es cautivado por
sus enemigos, los Pehuenches del Neuquén, pero con su audacia logra burlar a
sus captores y huye. Prestigiado por su proeza se convierte en adalid de un
aguerrido contingente de lanzas con las que en 1830 se une a Calfucurá, que
tenía sus tolderías en cercanía de la Fortaleza la Protectora Argentina (Bahía
Blanca). A la vez, traba amistad con Juan Manuel de Rosas. Es por esa época, en
1831 que nace, según se supone el niño que habría de llevar el nombre de José
María Bulnes Yanquetruz. Ni el mismo Yanquetruz sabía en qué fecha había
nacido, porque a cuantos le preguntaron su edad, les dio diferentes respuestas.
En los libros bautismales de Patagones, al bautizar a una hija, en 1858 el cura
le asigna la edad de 25 años, por lo que habría nacido entre 1831 y 1833.
En 1837, Yanquetruz corre la misma
suerte de su padre. Con solo seis años de edad cae cautivo de los Pehuenche del
norte y es vendido a un potentado de Chile. Muchacho despierto, se capta las
simpatías de su amo, el que se esmera en darle instrucción. Así es como
Yanquetruz, aprende, aunque rudimentariamente, a leer y escribir, lo mismo que
modales y costumbres del mundo civilizado. Y además asimila también los vicios
propios de la civilización, sobre todo el del alcohol, que habrá de serle
fatal. Ya adolescente, alrededor de 1850, le hierve la sangre de la raza.
Cansado de la servidumbre, Yanquetruz repite la osada empresa del padre dándose
a la fuga. Salva toda clase de embarazos y habiendo muerto ya su padre, se
autoproclama cacique, logrando reclutar una partida de guerreros que estuvieron
a las órdenes de su progenitor. Con ellos comete una serie de tropelías por la
zona de Patagones y Bahía Blanca. Luego de aumentar las filas de su escuadrón,
opta por refugiarse en los dominios del poderoso Calfucurá, quien lo recibe con
los brazos abiertos, en Salinas Grandes, al hijo de su antiguo cofrade.
EL CACIQUE JUAN CALFUCURÁ |
Por su valentía y arrojo Yanquetruz
no tarda en adquirir gran ascendente en la Confederación Salinera que tenía por
jefe supremo a Calfucurá, quien llega a darle el trato de hijo, ya que tomó
como mujer a una de sus hijas. Yanquetruz actuó al frente de una experimentada
turba de lanzas, unido a Calfucurá. Con sus huestes participa en todas las
vandálicas incursiones que conduce dicho caudillo. Pero Yanquetruz no es fácil
de arrear y menos de someterse a la voluntad omnímoda de un usurpador
extranjero, como era calificado Calfucurá, que era chileno, por los indígenas
argentinos. De ahí que dura muy poco su unión con Calfucurá quien, celoso del
prestigio alcanzado así como de la combatividad y talento de Yanquetruz, planea
su desaparición. Al tanto de una conjura, el joven cacique consigue ponerse a
salvo con su gente para volver a la tierra de sus antepasados. Allí, al sur del
río Limay, lleva una maloca contra una parcialidad de Patagones a la que domina
y, obrando con suma inteligencia, se alía con los vencidos. Acrecentada así su
horda y con el fin de vengar las siniestra intenciones que para con él tuvo su
suegro, ataca sus posiciones; pero las tropas de Calfucurá lo derrotan,
obligándolo a retirarse hacia sus pagos. Lógicamente ambos jefes quedan más
enemistados que nunca y atentos para evitar cualquier sorpresa de una u otra
parte.
El trágico final de la vida de
Yanquetruz, será la próxima “Noticia de la Historia”.
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