11 abr 2022

COLEGIOS RELIGIOSOS: PELEA POR LA FRANQUICIA DE DIOS

 


    La educación privada en escuelas religiosas, en la década del 20, significaba un interesante negocio que generó en Juárez enfrentamientos muy duros entre los religiosos de entonces.

    Ya funcionaba el Colegio de las Hermanas Azules, que solo matriculaba mujeres. En 1911 nace el Colegio La Salle cuyo fundador y propietario, fue el Padre Julio Chieno, que estuvo a cargo de la Parroquia de Juárez hasta 1916.

    Chienno es reemplazado por el Pbro. José María Suárez García, quien durante 5 años ejerce la tarea pastoral en la localidad hasta 1921, sin participar en los temas educativos.

    La llegada de Trelles a la Parroquia hizo que de manera automática pasara a tener injerencia, como  asesor religioso de ese colegio. La personalidad del sacerdote generó de inmediato el enfrentamiento con el cura Chieno, que no se quería subordinar a las extravagancias del recién llegado.

Colegio La Salle


    Aparece en 1925 un conflicto cuando intenta comprar a Chieno el Colegio. Trelles dice que, para continuar brindando el servicio educativo, habían recibido de la Sagrada Familia una subvención, que rechazó por considerar que el colegio, “no estaba encuadrado dentro de las normas de moralidad y ciencia que debe distinguir a todo colegio católico”.

En verdad estaba advirtiendo que la Diócesis iba a respaldar a Chieno, para que la Sagrada Familia se quedara con el colegio La Salle, lo que significaba una derrota que no estaba dispuesto a asumir, o un interesante negocio que no quería perder.

    Nada pudo hacer Trelles y el Colegio De La Salle pasa a funcionar con el nombre de Colegio de la Sagrada Familia que conservó hasta el cierre del mismo en 1945. Paralelamente retoma la iniciativa el cura Trelles, anunciando la creación de otro colegio religioso que se llamará San José, con el que luchará para arrebatar la franquicia religiosa a la Sagrada Familia. El primer aviso de su “Colegio San José decía: Único colegio católico de varones en la localidad. Enseñanza Elemental, preparatoria, comercial y superior. Bachillerato cursos completos de contabilidad. Se preparan alumnos para ingresar a la Escuela Industrial de la nación y Mecánica de la Armada. Clases de dibujo, pintura, música, instrumentación, declamación y canto. Idiomas: castellano, ingles, Frances, alemán, italiano y latín. Se reciben internos y medio internos- Calle Moreno 97, frente a la escribanía del señor Machado.”



    En marzo comienzan las clases el Colegio San José. El Ideal era prácticamente su órgano de difusión y no escatimaba autoelogios. Argumentaba que se ha visto obligado a rechazar un buen número de alumnos internos, por no contar con un local apropiado, y era necesaria su ampliación.

    La realidad no era tan exitosa para el nuevo colegio, lo que es advertido por el cura que era muy criticado porque pedía donaciones para la iglesia, que después las transformaba, supuestamente, en becas para que los pobres puedan acceder a su colegio. Negocio redondo.

    En la necesidad de “disparar para adelante” cuando la situación se complica, Trelles a un año de la creación de su colegio, anuncia que la dirección del Colegio San José compra el antiguo Hotel del Sol, (en la actual Av. Mitre y M. Roldán), adquiriendo además al señor Garavaglia los mil metros de terreno que están al lado del edificio mencionado, para hacer la nueva sede. Se proponen “levantar un suntuoso edificio con hermosa artística capilla, salón de fiestas, canchas de tenis y pelota, pileta de natación y todas las exigencias modernas, a fin de que Juárez, una vez por todas, cuente con dos colegios católicos de verdad” (lógicamente se refería al de Hermanas y al San José).

    La imaginación, creatividad y atrevimiento de Trelles, llevan a proponer un edificio asimilable a la Universidad de Salamanca. Se publica el plano de la fachada, que en realidad era solo un dibujo en el que el autor se olvidó que era una esquina. La duda es cómo serían los planos del interior.

    Bajo el rótulo de donaciones Trelles vende funerales y retratos en el futuro colegio. Su primer cliente la familia de José Belderrain a quienes propone un “solemnisimo funeral con sacerdotes de los pueblos vecinos y cantores que vendrán de ex profesos de la Capital Federal, además de un retrato del difunto en las paredes del futuro colegio”. Con esos argumentos se alza con $ 8.500- cuyo destino nunca se conoció.

    Los críticos del sacerdote decían: “La obra alborotó el avispero de los constructores albañiles a los que pedía planos, presupuestos y consejos. En el colmo del entusiasmo y caldeado el espíritu con algunos copetines, llegó a publicar que haría en su colegio hasta una pileta de natación… para bañarse él, dijimos nosotros, cuando el peludo se le hacía un poco pesado.”

    Pero el asunto pasó a mejor vida; no se habló más de ese edificio que iba a ser monumental. En realidad no estaba el dinero para una obra de las características faraónicas que planteaba Trelles, quien además quería aumentar sus ahorros, en la cuenta que tenía en la casa central del Banco Nación, en Buenos Aires.

    En 1931, el Colegio San José, poco a poco iba perdiendo terreno y aceptación en la comunidad. El negocio ya no era tal y el final estuvo muy cerca, porque la escuela pública avanzaba con una mejor estructura y estaba libre de tantos conflictos.

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