La educación privada en
escuelas religiosas, en la década del 20, significaba un interesante negocio
que generó en Juárez enfrentamientos muy duros entre los religiosos de
entonces.
Ya funcionaba el
Colegio de las Hermanas Azules, que solo matriculaba mujeres. En 1911 nace el
Colegio
Chienno es
reemplazado por el Pbro. José María Suárez García, quien durante 5 años ejerce
la tarea pastoral en la localidad hasta 1921, sin participar en los temas
educativos.
La llegada de Trelles
a
Aparece en 1925 un
conflicto cuando intenta comprar a Chieno el Colegio. Trelles dice que, para
continuar brindando el servicio educativo, habían recibido de
En verdad estaba
advirtiendo que
Nada pudo hacer
Trelles y el Colegio De La Salle pasa a funcionar con el nombre de Colegio de
la Sagrada Familia que conservó hasta el cierre del mismo en 1945. Paralelamente retoma
la iniciativa el cura Trelles, anunciando la creación de otro colegio religioso
que se llamará San José, con el que luchará para arrebatar la franquicia
religiosa a
En marzo comienzan las
clases el Colegio San José. El Ideal era prácticamente su órgano de difusión y
no escatimaba autoelogios. Argumentaba que se ha visto obligado a rechazar un
buen número de alumnos internos, por no contar con un local apropiado, y era
necesaria su ampliación.
La realidad no era
tan exitosa para el nuevo colegio, lo que es advertido por el cura que era muy
criticado porque pedía donaciones para la iglesia, que después las
transformaba, supuestamente, en becas para que los pobres puedan acceder a su
colegio. Negocio redondo.
En la necesidad de
“disparar para adelante” cuando la situación se complica, Trelles a un año de
la creación de su colegio, anuncia que la dirección del Colegio San José compra
el antiguo Hotel del Sol, (en la actual Av. Mitre y M. Roldán), adquiriendo
además al señor Garavaglia los mil metros de terreno que están al lado del
edificio mencionado, para hacer la nueva sede. Se proponen “levantar un
suntuoso edificio con hermosa artística capilla, salón de fiestas, canchas de
tenis y pelota, pileta de natación y todas las exigencias modernas, a fin de
que Juárez, una vez por todas, cuente con dos colegios católicos de verdad”
(lógicamente se refería al de Hermanas y al San José).
La imaginación,
creatividad y atrevimiento de Trelles, llevan a proponer un edificio asimilable
a
Bajo el rótulo de
donaciones Trelles vende funerales y retratos en el futuro colegio. Su primer cliente
la familia de José Belderrain a quienes propone un “solemnisimo funeral con sacerdotes
de los pueblos vecinos y cantores que vendrán de ex profesos de la Capital
Federal, además de un retrato del difunto en las paredes del futuro colegio”.
Con esos argumentos se alza con $ 8.500- cuyo destino nunca se conoció.
Los críticos del
sacerdote decían: “La obra alborotó el avispero de los constructores albañiles
a los que pedía planos, presupuestos y consejos. En el colmo del entusiasmo y
caldeado el espíritu con algunos copetines, llegó a publicar que haría en su
colegio hasta una pileta de natación… para bañarse él, dijimos nosotros, cuando
el peludo se le hacía un poco pesado.”
Pero el asunto pasó a mejor vida; no se habló más de ese edificio que iba a ser monumental. En realidad no estaba el dinero para una obra de las características faraónicas que planteaba Trelles, quien además quería aumentar sus ahorros, en la cuenta que tenía en la casa central del Banco Nación, en Buenos Aires.
En
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