Entre los mil entreveros en que anduvo el cura Trelles, es conocido el
enfrentamiento a tiros con el odontólogo Miguel Saibene. Claro que las causas
habían generado numerosos interrogantes que no podían ser develados. Algunos
sospechaban problemas “de polleras”, otros atribuían a críticas del sacerdote
que habían herido el honor del odontólogo y la que más sustento encontraba era
el uso de influencias políticas de Trelles para poner obstáculos a la carrera
eclesiástica del presbítero Dr. Francisco Saibene, hermano de Miguel. Nada de eso
fue así. Fuentes familiares directas nos aclaran los motivos que detonaron el
enfrentamiento.
Seguramente la relación entre ambos no era la mejor. El de Trelles no era
un temperamento demasiado estable, y la reacción del joven odontólogo de 28
años un tanto desmedida. Fue así que el 11 de octubre de 1942 el profesional,
muy alterado fue a la casa de Trelles, ubicada en Belgrano y M. Roldán y le
disparó un tiro sin que llegara a herirlo, en un confuso episodio.
La versión de Trelles
La revista “Nosotros” que dirigía Trelles, da su versión sin el nombre
del agresor. “Siendo las 13,15 -dice la publicación escrita en tercera persona
seguramente por el propio Trelles- del pasado domingo, en el momento en que
nuestro cura entra en su habitación para descansar, siente que para un
automóvil, oyendo de inmediato estrepitoso golpes, en la puerta de la calle
acompañados de murmullos que no se podían percibir".
"Creyendo el cura que se trata de algo urgente, sale por la puerta que da
al zaguán para abrir la de la calle, encontrándose con un hombre quien, en
visible estado de nerviosidad, pronunciando palabras amenazadoras y de lo más
soez, le hace fuego con un revólver entrándole una de las balas en el cuello
cerca de la carótida, por el lado izquierdo con orificio de salida por el
derecho. Los otros disparos no podría precisar el cura como los esquivó. La
cocinera, señora de Ledesma y el chofer señor Finelli, así como la demás
servidumbre atraídos por el estrépito que se había hecho en la puerta y el
estampido de las balas que le siguieron después, corren precipitadamente al
lado del cura, por otra de las puertas de su habitación, pues no podían hacerlo
por el zaguán, temerosos de que alguna bala los pudiera alcanzar. Al ver
Finelli que el cura estaba herido, corre de nuevo, mientras el Teniente Cura
Pbro. Russo que acababa de llegar, llama por teléfono a un médico sintiéndose,
ya en la calle, otra nueva detonación.”
El parte policial
En tanto la información policial señalaba que a las 13,30 en el domicilio
del cura se produjo un incidente en el que fueron principales protagonistas Trelles
y Saibene. “El Dr. Saibene, al llamar a
la puerta de la calle fue atendido por el cura Trelles, produciéndose
inmediatamente varias detonaciones de armas de fuego. Momentos después el Dr.
Trelles era conducido al sanatorio local, donde el Dr. Tulio Martini constató
que solo presentaba herida de bala en el costado izquierdo del cuello y con
orificio de salida lado derecho, siendo la misma de carácter leve. El Dr.
Saibene se constituyó en detención manifestando que al concurrir al domicilio
de Trelles por un asunto personal, este le apuntó con un revólver, hizo algunos
disparos, sin precisar cuántos, con algunos de los cuales lesionó seguramente a
aquel, manifestando que Trelles también usó su revólver sin dar en el blanco. (…)
Además se procedió a la detención del chofer del doctor Trelles, llamado Miguel
Antonio Finelli por haber establecido que también efectuó disparos de revólver
contra Saibene”.
Los comentarios
Más allá del escándalo que significó este hecho, al parecer los
protagonistas no tenían intención seria de matar. Si tenemos en cuenta que
fueron tres personas a los tiros en un zaguán, y solo un raspón alcanzó al
sacerdote, es evidente que o no querían lastimarse, o tenían muy mala puntería.
El diario Tribuna, cataloga el hecho como “… un episodio de los tantos en
que la figura central ha sido la del nombrado fraile. La población de Juárez ya
no se hace cruces por los acontecimientos que provoca el personaje, se ha
resignado a aceptarlo tal como es, con su mentalidad y con su temperamento…”
Por otro lado el sacerdote en su revista afirma que no ha hablado con
dicho hombre ni siquiera cuando lo agredió, ni lo veía desde hace años, por la
vida de retraimiento que hace, “lo que puede constatarse con el testimonio de
todo este pueblo”. Agrega que las diferencias entre hermanos no se resuelven a
balazos “y menos con el Padre Trelles, que es víctima por su exceso de bondad”.
Más adelante se pregunta “¿Qué causas íntimas pueden haber mediado? ¿Qué honor
y que dignidad pudo haber sido ultrajado?... ¿Hizo uso de armas el Cura? El cura
dice que su única arma es el crucifijo. ¿Qué dicen las cartas que tiene el
agresor, cartas que han sido dirigidas por el cura a sus hermanos y hermanas en
las que está incluido él mismo? El cura dice que esas cartas le honran
grandemente y que hay que darlas a conocer".
LAS CAUSAS REALES
Saibene en los inicios del ejercicio de su profesión, publicaba su aviso
en todos los periódicos de Juárez, ocurre que cuando ya era conocido en el
medio y había estabilizado su trabajo, decide reducir los avisos, rotandolos en
un solo medio por mes. Esto afectó a la revista "Nosotros" del cura Trelles, que
cuando le tocaban el bolsillo, reaccionaba muy mal. Como venganza por haber
levantado el aviso, Trelles le envía una carta reclamando a Saibene el pago
del funeral de su padre, algo que ya había cumplido en su momento el odontólogo. Este fue el
motivo que desestabilizó al profesional y provocó el enfrentamiento. Trelles
tenía tarifado los funerales y sus valores en muchos casos superaban a los de la Catedral de Buenos
Aires.
Helvio Botana, en sus memorias y sobre este episodio escribe: “Acudí a
verlo y lo encontré muy triste, pues consideraba ese hecho como un llamado de
atención para la expiación de sus pecados, y luego de un momento de reflexión
comentó “y me tiró estando yo desarmado”… otro pecado más del cura.
Fuentes familiares también cuentan que habían pasado muchos años cuando Saibene y su esposa paseaban por la Avenida de Mayo, en Buenos Aires y se cruzan con Trelles, ya muy viejito y con dificultades para caminar, se reconocen y lo ayudan a cruzar la calle. Nada se habló de aquel episodio. Habían sido muchos e intensos los del sacerdote como para recordarlo. Se despidieron afectuosamente como perdonándose esos pecados de juventud.
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