28 oct 2025

PONGÁMOSLE JUÁREZ, MEXICO QUEDA LEJOS Y NO TENEMOS RELACIONES

 


 Por formación o deformación, cuando hablamos de historia caemos en esa “romantización” que en verdad nos aleja de la realidad de los hechos. La tendencia, en las últimas décadas, es mostrar a nuestros héroes patrióticos como personas de carne y hueso, con sus aciertos, errores, convicciones y contradicciones.

Cuando nuestros senadores y diputados bonaerenses trataban la creación de nuestro distrito, existía acuerdo unánime en concretarlo, pero a la hora de poner el nombre al nuevo partido a fundarse, aparecieron los desacuerdos.

La iniciativa ingresó por el Senado, el 19 de octubre de 1867, y ya dos legisladores ponían reparos al nombre de Juárez. El senador Estévez Saguí consideraba que si no fuese por la urgencia y que el ciudadano a quien se hace se hace alusión es de una república distante a la nuestra “yo me habría de oponer a usar el nombre de una persona viva.  Si fuera de nuestro país no lo admitiría, porque es muy peligroso que se use el nombre de personas vivas, por más servicios que hubieren hecho”.

El senador Acosta no estaba tampoco de acuerdo con el nombre de “Juárez”, pero lo aceptaba porque México estaba muy lejos y además no tenemos relaciones con ese país. Su par Haedo también consideraba de alguna manera que al ser un país tan lejano no iba a traer inconvenientes.

Cuando la iniciativa llegó a la Cámara de Diputados, el 29 de octubre, se ingresó en una discusión filosófica. El senador Ocantos decía que aprobaba la creación del partido, pero modificando el nombre que no debe ser Juárez, sino Puebla…. Démosle a este partido el nombre del pueblo en que más se han distinguido esos mártires, no el nombre de un hombre a quien todavía falta juzgarse por la posteridad… Solo acepto este artículo con la modificación que acabo de indicar.”

Esa postura sumaba adhesiones y Dardo Rocha, que fue el gestor del proyecto, decía que se iba a perder tiempo porque el trámite debía volver al Senado. “Si quieren honrar al pueblo hagan otra ley especial”, decía enojado.

El senador Benítez consideraba que cambiar la palabra de “Juárez” por la de “Puebla” es rendir tributo al efecto en lugar de rendirlo a la causa: “Puebla” es el efecto que ha causado Juárez en defensa de México y él es la causa. Su colega Ocantos no estaba de acuerdo y consideraba que es más importante rendir culto a un pueblo que a un hombre.

Finalmente se aprobó el nombre de Juárez y el gobierno un 31 de octubre de 1867, con la firma de Adolfo Alsina, creó el partido.

Como se desprende de este tratamiento, observamos que en verdad pudo superar la instancia de la cámara de Senadores, porque quienes no estaban de acuerdo apelaron a lo que en esos tiempos era una realidad geopolítica: pongámosle Juárez, que México queda muy lejos y no se van a enterar porque no tenemos ninguna relación con ellos.

 

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