Santiago Trelles fue un sacerdote
que estuvo al frente de nuestra parroquia entre 1920 y 1953. Era un transgresor
de su tiempo y de su religión. Un hombre difícil, intolerante, vehemente, autoritario
y pasional.
Santiago Trelles con las "Damas de la caridad". |
En 1934 la figura del sacerdote
venía golpeada por distintos sucesos adversos, desde el incendio de la iglesia
y su cuestionada reconstrucción. Para
reinstalar su vigencia apela a su periódico El Ideal, donde bajo un seudónimo
(nadie dudaba que fue redactado por Trelles) crea una historia ficticia,
planteando que tiene una grave enfermedad y está al borde de la muerte. La
noticia se estiró por semanas, incluyendo el traslado a la capital. A pesar de
dar numerosos detalles, en ningún momento dicen que enfermedad tuvo, solo habla
de un ataque. Resalta que los tenía desconcertados, porque su comportamiento
era el de una persona sana.
El novelesco artículo titulado “El Dr. Trelles de cara ante la muerte” comienza diciendo que “se encuentra enfermo, grave, moribundo. Se nota un movimiento en el pueblo como no habíamos visto jamás (…)”.
“El padre Trelles estaba en cama con un Cristo en la mano, al que besaba con frecuencia. Su cuerpo, sin una gota de sangre (¿?) ni pulsaciones, semejaba una estatua de mármol, que se agita, mueve y habla”.
Trelles le pide al Teniente cura,
que lo confiese en una suerte de extremaunción. “Es tal la turbación de este
sacerdote y tal su estado de ánimo, que pide que llamen a otro sacerdote
rápidamente”, buscaba alguien de mayor rango.
“Terminadas las ceremonias, -dice-
Trelles se dirige a los médicos: “Díganme mis queridos amigos, si se aproxima
el último momento, pues aún cuando tenga hecho ya lo principal, me gustaría
emplear lo mejor posible el tiempo que me resta de vida”. Hemos notado que
Trelles, está convencido que muere, no se cansa de repetir: “¡Ah Señor, Tú eres
el único que no miente!... el único que no engaña…” añadiendo con voz clara y
potente: “Perdono de corazón a todos… ¿Pobrecitos!... No me han conocido… Sí
díganles a todos que les perdono…”
En el relato pasa un aviso para que
paguen la suscripción de El Ideal, “Trelles no tiene deudas, porque sus cuentas
de almacén y comercio las paga todas al contado. No obstante esto, deja
constancia de que hay que pagar El Ideal, cuyo mes vencido está en descubierto;
recordando y encomendando pagar otras nimiedades, sin recordar para nada, ni
hacer la menor alusión, a los que le deben”.
Según el relato “Todo Juárez ha
invadido la Casa parroquial y adyacencias para seguir las alternativas de la
enfermedad que aqueja a su querido Cura y Párroco, porque Trelles, ha sido y es
querido en Juárez como no lo ha sido nadie hasta la fecha”.
“Mientras tanto los curas vecinos
se trasladan a nuestro pueblo para visitarlo, desarrollándose escenas que nos
conceptuamos incapacitados de poder transcribir. La enfermedad de Trelles
convulsionó en tal forma a Juárez que, como hemos oído de labios de más de uno,
hasta los adoquines se conmovieron y parecían decir: Que no muera Trelles, que
no muera porque su vida es necesaria para Juárez; que no muera porque es muy
bueno, frase que repetían los niños de las escuelas cuando pasaban por la casa
Parroquial”.
En la ficción se menciona que fue
trasladado a Buenos Aires, pero no pudieron internarlo, porque en verdad no
tenía nada. Se hospedó en el Hotel Castelar afirmando que quienes lo visitan,
“se ven obligados a hacer colas interminables, de todas las clases y círculos
intelectuales, sociales, políticos, militares, comerciales y eclesiásticos,
para a saludar al ilustre enfermo”.
Sobre el final, el texto empieza a
bajarle el tono a la grave enfermedad y afirma que “al haberse quedado, sin
sangre ni pulsaciones, su estado general y apariencia es casi igual a la de
cuando se encontraba completamente sano, lo que ocurría ya al segundo día del
ataque, lo que hacía que nos tuviese desconcertado a todos, no perdió ni un
solo momento su lucidez, ni siquiera su genio y buen humor”.
La verdad es que fue una simple
descompostura vinculada a sus habituales excesos gastronómicos y etílicos que
solo duró un día.
No quedan dudas que Trelles tenía
una gran capacidad creativa y una imaginación que sorprendía a propios y
extraños, como lo vemos en esta novela donde el aparente muerto fue el más
“vivo”.-
Personaje nefasto. Recuerdo las anécdotas de mamá
ResponderEliminarPersonaje siniestro.
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